Patria o Muerte, el final de Hugo Chavez en novela
Juan Gustavo Cobo Borda
PATRIA O MUERTE
ALBERTO BARRERA TYSZKA
TUSQUETS EDITORES
2015. Barcelona, 248 páginas
El militar mesiánico que se pensaba reencarnación de Bolívar llega al poder en 1999, galopando sobre el precio del barril de petróleo a más de cien dólares. Quiere refundar el mundo con sus amigos del ALBA, a quienes suministra petróleo subsidiado. Será el socialismo del siglo XXI. Pero en 2011 se le descubre un cáncer, se aísla en Cuba, empiezan el sigilo y los rumores. Alberto Barrera Tyszka (Caracas, 1960) nos cuenta en Patria o muerte, Premio Tusquets de Novela 2015, cómo el cáncer de Chávez incide en la vida nacional y sobre todo en las pequeñas vidas de los venezolanos. Un oncólogo jubilado, Miguel Sanabria, y su esposa Beatriz que detesta a Chávez y no vacila en regocijarse con su drama. Un sobrino Vladimir que viene de Cuba y trae comprometedoras y dramáticas grabaciones donde Chávez implora que no lo dejen morir, en una humanización patética.
Pero el árbol de historias crece y se ramifica. Una mujer que vive en Miami decide volver a Caracas a reclamar su apartamento que ocupa Fredy Lacuna, su mujer y su hijo. Lacuna se ha quedado sin puesto y solo se le ocurre proponer un libro sobre Chávez, que lo atrapará en una desopilante aventura con una de las cubanas que trabajan en Venezuela, con quien terminará casado. Pero tres mujeres chavistas, beneficiadas por él, han descubierto un nuevo modus operandi: invadir los apartamentos ocupados que no pagan en operaciones sistemáticas de desalojo, ganando centímetro a centímetro los espacios y enloqueciendo a los inquilinos.
En dicha revolución no se decide el destino del mundo. Ha entregado a los cubanos el sistema nacional de identificación, el control de los registros mercantiles y de las notarías públicas. Ha convertido el país en un Estado parlante por televisión que afirma cómo el cáncer ha sido inducido por la potencia enemiga, Estados Unidos, y el tránsito de comandante a mártir no impide sorpresas. La retórica trata de vencer la estadística, los supermercados empiezan a carecer de productos básicos y lo único que aumenta es la inseguridad.
La novela parece absurda en ocasiones, pero es la realidad la que resulta inverosímil. El Chávez iracundo y grosero, autoritario y caprichoso, como lo define Barrera, solo había ganado las elecciones en un país petrolero que iba dejando de serlo, con la caída de los precios. Todos han quedado marcados por ese Comandante Eterno, que otorgó conciencia a los demasiados pobres de un país despilfarrador, pero que presintió desvanecerse el sueño al ser solo un cuerpo agónico que imploraba a Dios un plazo para cumplir su empeño. La novela de Barrera registra con una mirada múltiple, con humor e ironía, este nuevo fracaso dentro de la ya larga lista de redentores latinoamericanos.