Bill Hader llega a HBO con Barry

Revista Diners
¿Qué que subyace a la idea de Barry? No es algo en lo que uno se centraría naturalmente como comedia, un sicario de alguno de los estados del centro del país en el mundo teatral de Los Ángeles.
Sí, y un hombre muy triste. La idea surgió de Alec Berg y yo ayudé a armarla.
Tenía un acuerdo con HBO para desarrollar algo y teníamos otra idea sobre la que trabajamos durante un mes y medio, pero simplemente no cerraba.
No funcionaba. Luego, en una reunión que mantuvimos sobre esa idea que no funcionaba, como resultado de la frustración, les dije ‘¿y si hago el papel de sicario?’, y él acotó ‘ah, sicario, odio esa palabra. Me evoca la imagen de un tipo escuálido, corbata negra’, sabes, tipo Quentin Tarantino, empuñando una 45, una máquina de matar con estilo o lo que sea. Le contesté porque no lo hacíamos más realista.
Todos estos tipos son ex militares y policías. Veo muchos crímenes reales y leo historias verdaderas, y siempre resulta así. ¿Qué tal si pensamos en un tipo como esos? Muy rápidamente y no recuerdo bien cómo, lo mandamos a clases de actuación. Recuerdo específicamente a Alec que decía ‘un sicario yendo a clases de actuación está bueno; eso me gusta’.
Y allí había un conflicto, al vivir en las sombras y pasar a estar en el candelero, ese hombre quiere ambas cosas, que son diametralmente opuestas. Si logra su objetivo de ser actor, probablemente lo asesinarán pues anda por el mundo y la gente lo quiere muerto. Entonces decidimos escribirlo.
No es exactamente algo que no se haya hecho antes…
Sí, se ha hecho un montón de veces. Hablamos mucho de la película de Clint Eastwood, Los Imperdonables (Unforgiven). Hemos visto cantidades de westerns pero hicimos la versión tipo Los Imperdonables de eso, con comentarios sobre el tema al mismo tiempo.
Fuimos a observar una clase de actuación y pensé que era como una terapia de grupo. Recuerdo que cuando hablábamos después del tema, pensamos qué pasaría si mata a alguien y aparece el padre del muerto. Y ve al padre y la vida arruinada de ese hombre porque su hijo ha muerto.
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Ver la serie Atlanta nos ayudó. Cuando miré Atlanta pensé que tenía un buen tono, alineado con lo que queríamos lograr.
¿Cómo cree que ayudó Atlanta en cuanto al tono?
Es un lenguaje descarnado, pero con muchos chistes, y muchas risas entremezcladas. En realidad, la comedia británica se sale con la suya mucho más que aquí donde todo es grande y amplio.
Por ejemplo, en Muertos de Risa (Shaun of the Dead), donde el actor debe asesinar a su madre, donde los espectadores se ríen, se ríen mucho y de repente hay esta escena donde debe asesinar a su madre y nadie puede creer que haya pasado eso.
Y nuevamente hay chistes después de ese suceso, y todos vuelven a estar bien. Admito que un elemento estratégico fue cuando dije que quería que la imagen inicial no fuera graciosa. Para que la gente se acostumbre a eso de entrada. Si el espectador cree que eso es un plomazo porque en la primera escena hay un cadáver y no hay chistes, pues bien, que no lo mire.
Barry es un asesino, estuvo en Afganistán y todo lo que atravesó allí lo está matando. ¿Existe la intención de plantear lo que se pide a las personas que hagan en el marco de una línea de trabajo extremadamente dañina para ellas?
Sí, leí un libro llamado “On killing” (Sobre matar), un mamotreto. Pensaba que no lograría terminarlo solo con ver el tema. Se trataba de la deshumanización de todos, convirtiéndolos en máquinas de asesinar.
Pero al mismo tiempo, hablé con algunos ex Marines y algunos me decían que era muy difícil, mientras que muchos otros sostenían que los habían entrenado para hacerlo. Hablé con un sujeto que aún está enojado porque se fueron. Decía que quería volver y arrasar con todo el lugar.
Es algo con lo que no me puedo identificar, pero no lo juzgo, es su trabajo, y fueron asesinados muchos de sus amigos. Tiene sus razones. Por eso queríamos tener cuidado de no convertir el programa en una acusación formal a individuos como esos.
Por ello, más adelante en la serie aparecen otros Marines, y uno está un poco loco, pero hay un personaje llamado Chris que es básicamente al que Barry quiere parecerse. Tiene esposa e hijo y aparentemente está bien.
Es una de las cosas que pasan –uno comienza a escribir un programa como éste que trata estos temas. Cuando quiere ser realista, comienza a adentrarse en terreno peligroso–. Llamamos a asesores.
El personaje de Moss surgió a partir de Esther, la mujer policía que nos asesoró. Yo creía que ella debería actuar en la serie. Era genial. Entonces decidimos escribir el personaje de Moss.
Tiene una participación en el último capítulo también –le fue muy bien–
¿Cuánto de todo el mundo teatral en Los Ángeles y los escenarios del programa se tomaron de sus primeros años en Los Ángeles?
Una parte. Vine aquí para ser escritor y director, por lo que no tenía realmente la experiencia de que me sacaran fotos y de trabajar como actor. Logré mi participación en Saturday Night Live (SNL) cuando aún trabajaba como editor asistente y entonces pensé que ahora hacía eso.
Aprendí mientras trabajaba. Pero la otra cara de esa moneda es que quería ser guionista/director y trabajaría en esas películas dirigidas por gente más joven que yo, y me preguntaba cómo habían conseguido ese trabajo. Lo que quiero decir es que tiene más que ver con la emoción.
Es la emoción con la que llegué a SNL, buscando una comunidad. Venir a SNL y decir: ‘Dios, quiero ser parte de esta comunidad, pero no me siento preparado para estar aquí.’
¿Cree que la experiencia de la gente con el programa será diferente según el contexto en el que se mire?
Sí. Es gracioso, cuando filmamos el piloto, el presidente era Obama, ¿entiendes lo que quiero decir? Teníamos otros chistes y más cosas que tuvimos que eliminar. Y otras en que decíamos: “Trump es el presidente, esto ya no tiene sentido”.
No recuerdo exactamente qué era, pero recuerdo el recorte y el pensamiento de cortemos esto y lo otro. Eran cosas arriesgadas y sentíamos que como ese hombre era ahora el presidente, no debíamos incluir determinadas cosas en la serie. Pero luego sucedió lo del #metoo y, pensando en términos del programa, lo retratamos del modo más honesto posible.
Como ya dije, vimos lo que sucedía. Vimos cómo un profesor de actuación hizo llorar a una mujer y ella le respondía: “Dios, muchas gracias. Me trajiste hasta aquí y eso lo agradezco”. Y uno piensa: “nunca me han hablado así”.
Si alguien lo hiciera diría: “¿por qué te burlas de mi frente a todos? Si quieres que llore, podemos hablar del tema y encontrarle alguna salida, pero no se debe llegar a tener un ataque de nervios.”