Juan Pablo Shuk, el malo de Pasión de Gavilanes

Juliana Rojas H
El artículo Juan Pablo Shuk, el malo de Pasión de Gavilanes fue publicado originalmente en Revista Diners de agosto de 2012
Juan Pablo Shuk, reconocido por ser el antagonista de Pasión de Gavilanes, ahora vive en España. Así es desde que se presentó a una audición en Colombia frente a el director Enrique Urbizo para participar en la película No habrá paz para los malvados.
Allí eligió el papel de Augusto Lora, otro personaje antagonista, quien es el dueño de un un par de centros de baile latino en Madrid, que fue alguna vez investigado por tráfico de drogas, pero a quien finalmente no pudo probársele nada. Habla poco, contundente, sereno y enigmático. La juez Chacón lo busca para esclarecer un triple asesinato ocurrido en uno de los bares de donde fue socio y que, al parecer, tiene que ver con ajustes entre narcotraficantes.
Con su picardía y energía de Pasión de Gavilanes, Juan Pablo Shuk se quedó con el papel en una película que ganó varios premios Goya en 2012 y que hasta hoy es una de las películas españolas más vistas por internet, porque mezclar a la perfección el drama, la acción y una historia de la vida real.
Por eso, Diners recuerda esta entrevista con el actor colombiano de 55 años, quien en 2021 está involucrado en la promoción internacional de la novela El General Naranjo (2020) y la producción de Vade Retro (2021):
¿Cómo recibió el papel de un colombiano aparentemente involucrado con el narcotráfico?
Usualmente en las producciones internacionales quieren que los colombianos hagan el papel de narco con acento paisa y eso perpetúa la mala imagen que tenemos. Entonces hablé con el director y le dije que no me interesaba entrar en ese cliché porque no tenía la necesidad.
Mi personaje dice “para algunos ser colombiano y traficante es lo mismo”. Me gustó decir esa frase porque marca una posición y finalmente, mi personaje no era un narco. Así como en Pasión de Gavilanes.
¿Cómo fue trabajar con Enrique Urbizo, uno de los directores más reconocidos en España?
La película se filmó en unos estudios impresionantes en Alicante. Allí nos reunimos en el hotel. A pesar de que yo estuve solo cuatro días en el rodaje, porque mi aparición es pequeña, el director me dedicó todo su tiempo y atención y eso para mí es absolutamente valioso. Luego me enteré de que vivía cerca de mi casa en Madrid y nos hemos encontrado muy seguido. Es muy buena persona, docente universitario y lo más importante, como director no hace concesiones.
¿Y José Coronado? La crítica dice que su papel de Santos Trinidad ha sido el mejor de su carrera…
Coincidimos en una escena y allí nos presentaron. Ahora hago una película llamada El cuerpo en el que él es el protagonista y yo soy su colega policía. Es una persona muy tranquila, muy profesional. Siempre se le consideró el chico guapo y él peleó durante muchos años contra esa imagen.
¿Cómo se queda trabajando en España?
Cuando terminé la película, a los tres días me llamó mi representante y me habla sobre un personaje pequeño en una película que se estaba rodando en Barcelona. Ni siquiera teníamos el guión, pero al parecer el actor no había podido ir.
Se trataba de A tres metros sobre el cielo (adaptación de un exitoso libro italiano, que se convirtió en una de las cintas más taquilleras de los últimos años en España). Allí los jefes de casting me dicen que si quiero quedarme trabajando en España y yo dije: claro, pensando que sería como “algún día te llamaremos”.
A los pocos días me ofrecieron el personaje de El Barco y me fui dos semanas a Colombia a hacer maleta y regresé.
El barco es una serie de Antena 3 con dos temporadas al aire y la tercera ya grabada, en la que Shuk es Gamboa, el antagonista.
Desde Pasión de Gavilanes son varios los antagónicos que ha hecho…
Me gusta hace el papel de malo, porque no todos son iguales y hay mucho que explorar en sus personalidades. Gamboa está muy bien escrito. Los libretistas se retroalimentan con lo que van viendo en el actor, con las características que cada uno le pueda dar y eso es muy valioso. Lo mismo sucedió en Pasión de Gavilanes.
La pregunta obligada. ¿Qué diferencias ha percibido entre las producciones colombianas y españolas?
El día del rodaje hay lo mismo: set, maquillaje, actores. La diferencia son los guiones. Acá los escriben uno o dos máximo, en Colombia son 10 liderados por uno que hacen 13, 15 versiones y correcciones entrados en rodaje.
La parte técnica en Colombia es impresionante, igual que acá, porque cuentan con las mismas tecnologías. Pero algo que sí me ha cambiado la vida es que trabajo de 9 a 6 p.m. y no trabajo fines de semana, porque hay menos escenas al día. Por eso mismo, los actores están más preparados y disponibles a la hora de grabar.
Del resto todo es igual. Con respeto, a pesar de que en Colombia hay buenas historias, debe haber más desarrollo en temas de guion, pues si una historia no está bien contada, no importan los actores o el presupuesto.
¿Qué tan fácil fue adaptarse a las rutinas de vida y trabajo en otro país?
A los 45 años uno no puede decir “ya viví todo”, porque la situación puede cambiar a cualquier edad. Al principio fue duro por la soldad y entender el sistema de trabajo.
Me demoré cuatro meses en entender de qué se trataba la dinámica. Pero lo que me hace más feliz es que tengo un muy buen trabajo, los seres humanos son increíbles, hay gente maravillosa.
En España, también tengo amigos, además el ajiaco y el aguardiente se consiguen y hay muchos colombianos.
Además me permitieron actuar como colombiano, pues son historias en las que no afecta que sea de alguna nacionalidad. Los personajes reflejan personas que viven y se han adaptado a este país.
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