10 lugares del mundo a los que no podría ir ni con todo el dinero del mundo

Revista Diners
Estos lugares del mundo a los que no podría ir ni con todo el dinero del mundo nos demuestran que hay territorios que por decisión humana y castigo natural se han convertido en santuarios sin humanos. No importa si usted es un magnate saudí, un emperador moderno o Elon Musk con la chequera abierta y la vanidad a cuestas, hay sitios que sencillamente no admiten visitantes y eso es precisamente lo que los convierte en destinos deseados y hasta misteriosos.
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En Diners le mostramos diez de esos lugares, cada uno con su historia enterrada en silencio, peligro o misterio:
1. Bodega Global de Semillas de Svalbard, Noruega
Allí, donde el mundo se pone blanco y el viento silba, existe una puerta de acero que da a la nada. Se incrusta en una montaña de roca helada en el archipiélago de Svalbard, a 1.300 kilómetros del Polo Norte. En su interior, se conservan más de un millón de muestras de semillas del planeta. Trigo etíope, arroz tailandés, maíz mexicano. Todo lo que alguna vez floreció, esperando quizá un apocalipsis que lo justifique. Pero no hay visitas guiadas, ni pases VIP. La bodega es un arca sin Noé, solo abierta a los científicos encargados de su mantenimiento. Y aunque su propósito es noble, su hermetismo es absoluto.
2. La Zona Roja, Francia
En el noreste de Francia, donde los campos deberían tener cosechas de lavandas, el suelo todavía huele a pólvora. La Zone Rouge es una franja de tierra maldita desde la Primera Guerra Mundial. Unos 1.200 kilómetros cuadrados donde los árboles no crecen y el agua no fluye. Fue aquí donde los cuerpos se confundieron con el barro y la sangre se volvió parte del subsuelo. Enterrados en la tierra, toneladas de municiones sin explotar, gases tóxicos y huesos. El gobierno francés selló el área con un decreto de silencio: nadie entra, nadie toca. Ni todo el dinero del mundo limpiaría esa memoria de óxido.
3. Tumba del Emperador Qin Shi Huang, China
En la provincia de Shaanxi duerme el primer emperador de la China unificada, Qin Shi Huang. Su mausoleo está custodiado por el famoso ejército de terracota, pero su tumba, el centro exacto, permanece sellada desde hace más de dos mil años.
La leyenda dice que dentro fluye un río de mercurio, hay trampas aún activas y un cielo pintado con estrellas de perlas. Los arqueólogos saben dónde está, pero no cómo abrirla sin destruirla. El gobierno ha decretado su intangibilidad. Es como si el propio emperador, desde el más allá, prohibiera su entrada.
4. Isla de Poveglia, Italia
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En la laguna veneciana, flota una isla pequeña y silenciosa. Poveglia fue leprosería, fosa común de la peste negra y manicomio donde los gritos no encontraban paredes que los devolvieran. Aquí, dicen, el suelo está hecho de cenizas humanas. Nadie vive en Poveglia. Ningún pescador se acerca. El gobierno italiano la cerró y las historias de locura, exorcismos fallidos y presencias errantes la convirtieron en una maldición flotante. Aunque intentaron subastarla hace unos años, nadie logró instalarse más de una noche.
5. Isla Sentinel del Norte, Océano Índico
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Aislada por más de 60.000 años, la tribu de los sentineleses vive en esa isla como si el resto del mundo no existiera. Y en efecto, no existe para ellos. No conocen el fuego, no cultivan, pero sobreviven con una voluntad feroz. En 2018, un misionero estadounidense intentó acercarse con una Biblia y una sonrisa, pero lo mataron con flechas antes de que pudiera decir “hola”. El gobierno indio declaró la isla zona prohibida, no por miedo a ellos, sino para protegerlos de nosotros. Una simple gripe podría borrarlos. Ni todas las criptomonedas del mundo compran ese derecho a mirar sin ser visto.
6. El Fuerte Bhangarh, India
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En Rajastán, donde el calor derrite el asfalto, se alza el Fuerte Bhangarh. Hermoso, solitario, y maldito. Las ruinas del fuerte esconden la historia de un hechicero enamorado de una princesa que prefirió morir antes que corresponderle. Él, despechado, lanzó una maldición de que nadie viviría en paz en ese lugar. Y así ha sido. Los aldeanos cercanos hablan de voces, sombras y desapariciones. El gobierno prohibió la entrada desde el atardecer hasta el amanecer. Ni los Cazafantasmas pasarían ahí de noche.
7. Pripyat, Ucrania
Fundada para los trabajadores de Chernobyl, Pripyat era una ciudad modelo soviética, con su noria, su estadio y hasta su cine. En 1986, se convirtió en un cadáver urbano. La radiación la cubrió como una segunda atmósfera. Hoy es un museo del abandono: pupitres polvorientos, juguetes tirados, fotos quemadas por el tiempo. Aunque hay visitas guiadas, muchas zonas siguen siendo inaccesibles. Hay edificios tan contaminados que una hora dentro equivale a hacerse mil radiografías. El peligro habita este territorio.
8. Isla da Queimada Grande, Brasil
La llaman Isla de las Cobras, y no es metáfora. A 35 kilómetros de la costa de São Paulo, esta porción de roca tropical alberga entre dos y cuatro mil serpientes Bothrops insularis, una especie endémica que puede derretir carne humana con su veneno. No hay depredadores, turistas, ni segundos intentos. La Marina brasileña restringe el paso y solo un puñado de biólogos entran cada año, armados con antídotos y resignación. Ni Indiana Jones osaría pisarla.
9. Chernobyl, Rusia (hoy Bielorrusia y Ucrania)
Aunque gran parte del área hoy forma parte de Ucrania, la central nuclear tiene réplicas invisibles en todo el mundo. Tras la explosión del reactor número 4, el 26 de abril de 1986, la zona fue evacuada, sellada y entregada a los lobos, los alces y los fantasmas. A pesar de ciertas excursiones controladas, el núcleo sigue sellado bajo un sarcófago de acero y hormigón. Allí adentro, el tiempo no pasa. Solo se acumula.
10. Isla Gruinard, Reino Unido
En la costa de Escocia, esta pequeña isla fue el escenario de uno de los experimentos más oscuros de la Segunda Guerra Mundial con pruebas de ántrax por parte del gobierno británico. El experimento funcionó demasiado bien. La isla quedó contaminada durante casi medio siglo. Solo en 1990, tras una descontaminación intensiva, fue reabierta. Pero el miedo no se evapora tan fácil. Nadie visita la isla. Los rumores de esporas aún activas hacen que incluso los pescadores den un rodeo.