La banda de ska Desorden Público cumple 40 años y lo va a celebrar por lo alto en Bogotá, esta es su historia

DANIEL ALEJANDRO PÁEZ
Pocas bandas latinoamericanas han puesto a bailar y a pensar con tanta energía como Desorden Público. Su música ha sido banda sonora de generaciones enteras que crecieron entre ritmos caribeños, letras afiladas y una actitud irreverente que nunca dejó de señalar al poder ni de abrazar la calle. A 40 años de su fundación en Caracas, esta agrupación sigue siendo un emblema de resistencia, humor y convicción. En ese trayecto largo y sonoro, han mantenido algo muy raro en el tiempo: la fidelidad a una identidad propia.
Ahora llegan a Colombia este 5 de julio, al Teatro Astor Plaza, como parte de su gira de aniversario Los cuarenta de Desorden, reencontrándose con un público que los ha seguido de cerca desde que cruzaron por primera vez las fronteras del ska venezolano. Diners charló con su baterista, Danel Sarmiento, sobre lo que significa para la banda esta celebración, lo que ha sido toda una vida dedicada al arte y, sobre todo, lo que sienten al representar la identidad latina con sus ritmos. Esto fue lo que nos contó
La gira celebra 40 años de Desorden público, es una trayectoria impresionante, ¿Qué aprende uno en ese tiempo?

Así es, Desorden Público ya cumple 40, imagínate eso: una carrera en la que nunca hemos dejado de tocar, de grabar discos, de girar. Nos sentimos muy contentos de poder celebrar algo de esta magnitud. En ese sentido, lo primero es que hay que ser fiel a lo que uno ha hecho desde el principio, para no perder a quienes te escucharon desde el comienzo. Nunca hemos cambiado ni de estilo ni de concepto, porque siempre los tuvimos muy claros.
Hacemos una música alegre, que une a la gente, pero con letras que también despiertan conciencia. No digo que nuestras canciones te cambien la vida, pero sí te invitan a ver las cosas con otros ojos, a encontrarle sentido a lo que se está contando. Eso lo aprendimos también de otras bandas que escuchábamos desde pequeños. Seguimos en esa línea, y al público le ha gustado.
¿Por qué precisamente el ska?
Fijate que cuando empezamos, lo hicimos como una banda de pop rock con influencias muy claras de The Clash, The Specials, Dead Kennedys. Bandas que no venían de la academia, sino de la calle, y eso fue lo que nos llegó. Nosotros quisimos tener esa misma forma de expresión, pero con nuestra mirada como caraqueños.
En Caracas, en Venezuela, en Colombia, en México… hay una tradición de humor negro que es muy latinoamericana. Y esa forma de criticar con humor ayuda a llegar a más gente. Cada disco de Desorden tiene que dejar algo: un mensaje, una crítica de lo que está pasando. Si uno lo piensa, al final somos como cronistas de nuestra realidad, cantamos lo que vemos.
Es verdad, el latinoamericano tiene un gusto particular por ese humor que se burla de lo cotidiano…
Sí, y yo creo que cuando usas humor, incluso humor negro, los problemas se ven menos pesados. Los latinoamericanos somos gente muy positiva, siempre con ganas de echar pa’lante a pesar de las situaciones adversas de nuestros territorios. Y si ves las cosas con alegría, puedes llevarlas mejor. Ese espíritu nos une: el humor, las ganas de seguir, de no rendirse.
Desorden Público hace eso pero con la música que nos identifica, es una banda de ska con ritmos totalmente latinoamericanos. A mí me gusta llamarlo “skaribeño”, una mezcla que te hace bailar, pero también pensar.
Es una forma local de pensar el ska, que se alimenta de las músicas que ya conocemos, ¿no?
Así es, dentro de la banda damos cabida a todas las ideas. Hemos hecho ska con cumbia, con boleros, con merengue, son, salsa, mambo. Esas reuniones nos salen bien porque nos gustan.
Nosotros vamos a seguir hasta que el cuerpo y las ganas aguanten. Amamos hacer música y estar en esta banda. Los que quedamos de la formación original nos entendemos muy bien, y eso nos da una base musical sólida. Imagínate: guitarra, bajo, batería y percusión. Podríamos tocar solo nosotros, pero siempre nos rodeamos de músicos invitados que le dan otros colores a las canciones.

En ese sentido, por ejemplo, grabamos un disco el año pasado, que debería salir a finales de este, como homenaje a la Fania All-Stars. Son seis temas muy representativos que reinterpretamos a nuestro estilo. No somos músicos de salsa, pero nos gusta experimentar y aportar lo nuestro.
Eso sí, no queremos decir cuáles canciones son; preferimos que la gente se sorprenda, que escuche y diga: “Un momento, ¿esta no es…?”. Y sí, lo es. Siempre con ese sonido propio, esa fusión de ska con otros ritmos, que nos ha acompañado desde siempre. Es lo que también le decimos a los músicos jóvenes: busquen lo original, salgan de lo común. Nosotros, después de todo, llevamos 40 años haciendo locuras con quienes nos siguen dentro y fuera del país.
¿Qué sienten al encontrarse con su gente fuera del país?
Es muy bonito. Cuando tocas fuera de Venezuela, la gente usa esos conciertos para reencontrarse. A veces se abrazan personas que no se veían desde hace años. Otros llegan con sus hijos y te dicen: “Yo los escuchaba en Caracas, y ahora quiero que mi hija, que nació aquí, los escuche también”.
Es una emoción enorme, y a la vez te da cierta nostalgia. Te das cuenta del poder que tiene la música para conectar. Para los venezolanos que llevan años fuera, ese concierto se vuelve un pedacito de Venezuela. Te traen recuerdos, comida típica, como si quisieran detener el tiempo un rato y hacerte sentir allá. Y eso para nosotros es muy especial.
De alguna forma es un ícono para otras personas, que además ya crecieron y traen nuevas generaciones a conocerlos en esta gira…
Es verdad. De hecho, hacer el setlist fue todo un reto, porque tenemos 14 discos, además de sencillos, recopilaciones, colaboraciones… Así que seleccionamos las canciones que más se han escuchado en Venezuela y las que más recuerda la gente.
Por ejemplo, La danza de los esqueletos es muy importante para nosotros: habla del racismo y de lo absurdo que es juzgar por el color de piel. Tiembla es una canción positiva, sobre la gente que se levanta temprano a trabajar con esperanza de que algo cambie. Combate también es clave: una canción que te impulsa a seguir luchando por tus sueños.
Tenemos otras más divertidas, como Mal aliento, y algunas de reflexión, como El poder emborracha, que es dura, pero siempre nos gusta tocarla. Y claro, no puede faltar Político paralítico, la primera canción de Desorden, con ese toque a lo Bon Jovi. Siempre la piden. Siempre está.
También incluimos temas que a nosotros nos gustan mucho pero que no habíamos tocado tanto, y canciones más recientes, como La olla, que escribimos justo después de la pandemia. Pero la idea central fue esa, una celebración de todo lo que representa esta carrera tan larga, y que se comparte con quienes nos han acompañado.