“Malicia”: el cortometraje colombiano sobre gravity bike que participa en Cannes

Diners conversó con Edward Gómez, director del cortometraje colombiano Malicia que participa en el Short Film Corner del Festival Internacional de Cine de Cannes.
 
“Malicia”: el cortometraje colombiano sobre gravity bike que participa en Cannes
Foto: cortesía La Montaña Cine / Malicia, un cortometraje hecho en Sevilla, Valle del Cauca, y que ahora se encuentra en el Festival de Cine de Cannes 2025
POR: 
DANIEL ALEJANDRO PÁEZ

Un descenso desenfrenado -literalmente- en una bicicleta modificada para incrementar su peso y, con ello, alcanzar mayor velocidad y agresividad en la bajada. Una fila de jóvenes se sigue en cadena por una montaña pavimentada, y por supuesto, con la adrenalina a flor de piel. El gravity bike, o simplemente gravity, como se le conoce en Colombia, continúa siendo un tema polémico, tanto por los riesgos que implica para quienes lo practican como por el peligro que puede representar para terceros. Sin embargo, sea cual sea la perspectiva es innegable que se trata de una expresión cultural.

Esa dimensión es la que retrata el cortometraje Malicia, una propuesta coproducida y dirigida por Edward Gómez, que explora el universo del gravity y sus dinámicas a través de una historia de ficción. El relato gira en torno a Malicia y Chinga, dos jóvenes que intentan conmemorar el primer aniversario de la muerte de su amigo, el Mono. Sin embargo, en el camino se ven envueltos en episodios de violencia que complican profundamente su propósito.

Frame del cortometraje Malicia

La producción sitúa al gravity en un entorno barrial áspero donde se demuestra que, más allá de esa práctica extrema, hay algo en el fondo. Es la expresión de jóvenes que no sienten miedo, no tanto por ser valientes, sino por la ausencia de un horizonte. Violencia estructural, carencia de oportunidades y una percepción latente de que el futuro no existe, son algunos de los pensamientos que atraviesan a estos chicos antes de lanzarse cuesta abajo.

Malicia fue parte de la competencia nacional a Mejor Cortometraje de Ficción en Bogoshorts 2024, y actualmente se encuentra en el mercado de cortometrajes del Festival de Cine de Cannes 2025, dentro del Short Film Corner. En Diners, conversamos con su director, Edward Gómez, un cineasta de 24 años -quien ya se encuentra en Francia- sobre el significado de este proyecto, su experiencia personal y lo que representa para él formar parte del grupo de cineastas que llevan el nombre de Colombia al evento cinematográfico de mayor prestigio en el mundo. Esto fue lo que nos compartió.

¿De qué nos habla Malicia?

Malicia es un corto que en un inicio habla sobre la conmemoración de la muerte, pero vista desde el barrio, los amigos y el gravity. Entonces, yo ahora he podido reflexionar un poco y sí trata de eso, pero creo que al final es una oda a la vida. No sé si eso puede sonar muy romántico, pero para mí es una invitación a vivir sin miedo. Yo nunca he hecho gravity ni planeo hacerlo, pero conocí a los muchachos que empezaron a hacerlo en Sevilla y me sentí muy conectado con ellos, pero no sabía por qué.

Hasta hace poco y después de que el corto se estrenó, pude ser más consciente. Ellos se lanzan y no les importa correr el riesgo de morir. Yo los conocí durante la pandemia y todo el mundo andaba con esto del mindfulness, me di cuenta que en realidad ellos son de las pocas personas que conozco que sí están muy presentes, y que eso trae consigo mucha textura. En realidad ellos sienten que la vida es muy corta, y que quizás no hay mucho espacio para ellos en el futuro. 

Su experiencia con el gravity es muy lejana, ¿Cómo fue grabar sobre este tema tan polémico?

Claro, para escribir el guion empecé a compartir mucho con ellos. Me di cuenta que primero, uno siempre escribe desde una posición segura y privilegiada. Y segundo, a veces se escribe desde muchos imaginarios, lo cual es normal. Pero creo que también es muy importante conocer mucho con quién se está trabajando.

Malicia Cannes Gravity

Por ejemplo, en la música del corto yo pensaba que era lógico representarlos con el rap. Cuando ya escogimos a los dos protagonistas y empezamos a ensayar con ellos, les dijimos que pusieran su canción favorita y pusieron fue cumbia. Yo les pregunté: “¿Ustedes no oyen rap?” Y dijeron “No, nosotros escuchamos es cumbia”. En ese momento entendí que estaba parado desde un lugar ajeno.  Había muchas cosas que yo había escrito y ellos me decían “No, nosotros no hacemos esto, más bien lo haríamos así…”. Ese trabajo me ayudó a no necesariamente justificar esas prácticas extremas, pero sí a entender la perspectiva desde un esfuerzo muy colectivo.

Compartió mucho con diferentes jóvenes que practican gravity, ¿Hay algo en especial que haya aprendido de ellos?

El rodaje de hecho me enseñó mucho. Este valor de la familia, de crecer juntos, esta visión de colectivo que tienen. Porque si bien ellos pueden ser “aletozos”, como se dicen a ellos mismos, aunque suene contradictorio entre ellos se cuidan un montón.

Entonces, creo que me quedo mucho con eso de cuidar a la gente que lo rodea uno, cuidarse a sí mismo, amarse también. Por ejemplo cuando se van de viaje compran chorizos y los asan en alguna parte. Imagínese, ¡Un chorizo para cinco! Pero para eso les alcanzaba. No hay para más, pero lo comparten. Parecen principios y valores muy básicos, pero a veces siento que en todo ese corre, corre, se nos olvidan.

Además, nosotros, desde La Montaña Films, la productora que montamos, le apostamos mucho a eso: a construir desde el amor, desde el respeto, porque los rodajes también pueden ser espacios muy hostiles y de mucho estrés. Entonces, tratamos de recordar eso básico que es respetar, ser empáticos, el amor por lo que hacemos. Esas ideas resonaron mucho con nosotros.

Es un corto con una trayectoria impresionante, ¿Cómo fue llegar hasta Cannes con él y qué siente de haberlo logrado? 

Descubrí que tengo un serio retraso emocional. A mí me toma mucho tiempo asimilar las cosas. De hecho, yo como hasta marzo fue que vine a dimensionar todo este asunto. Me dije: “Uf, es que nos ganamos Bogoshorts”, y lo vine a celebrar cuando ya habían pasado tres meses. Y ahora siento que todo es muy raro, pero en el buen sentido. 

Es verdad que hay muchos nervios, y es raro porque desde que me dijeron que iba a ir a Cannes llevo varias noches soñando con cómo iba a ser París. A veces me encontraba a mí mismo imaginándome cómo iban a ser los espacios, cómo se iba a ver el sol, cómo se iba a ver el clima. 

Hablemos de ese proceso de producción, ¿Cómo fue producir el cortometraje?

Fíjate que es curioso porque hicimos de todo para que el corto viera la luz, Yo por ejemplo vendí cosas mías como una cámara, pero lo que recuerdo con más cariño fue el café que creamos bajo el nombre Malicia. Tengo un tío que maquila café, y nos ayudó a pensar una forma de vender sachets con café especial de Sevilla hecho por familias cafeteras de tradición.  

Ahora, a todo lado que voy llevo los sachets, porque a pesar de que ya se produjo el corto, es un recuerdo bello de todo lo que significó para nosotros y para una tierra tan mágica como es Sevilla. Lo que es más, aquí llevo a Cannes sobres y planeo repartirlos no solo para darle visibilidad al corto, sino a mi tierra que la quiero tanto. 

De hecho, acabamos de conseguir el estreno latinoamericano en el Festival de Guadalajara en México, que es un gran festival en Latinoamérica. Para mí llevar a Colombia y mi Sevilla fuera del país, y mostrar sus paisajes, su gente bella, pero también las circunstancias adversas a las que se enfrenta, eso es una experiencia inolvidable.

También le puede interesar: Colombia dice presente en el Festival de Cannes 2025

         

INSCRÍBASE AL NEWSLETTER

TODA LA EXPERIENCIA DINERS EN SU EMAIL
mayo
21 / 2025