Naturaleza humana, el herbario imaginario de Miguel Böhmer

Revista Diners
El artista Miguel Böhmer solía consultar los libros de biología, naturaleza y de geografía de su colegio, en Cali. Esas páginas, que contenían ilustraciones y mapas, le fueron abriendo una puerta cuyas reverberaciones llegan hasta estos días.
“Yo siempre he tenido una mirada muy cercana a las ciencias naturales. Durante mi adolescencia, no había clases de arte en la ciudad; sí había algunos museos, pero yo no tenía esa proximidad a los maestros; entonces, alimentaba mi imaginario con esos libros”, rememora Böhmer, que reside actualmente en París.
El artista caleño recuerda la anécdota mientras recorre una de las salas del segundo piso de la galería Alonso Garcés, ubicada en La Macarena bogotana. Allí están dispuestos los 81 retratos que componen Naturaleza humana, una serie de Böhmer que se podrá visitar hasta el 31 de mayo, en el marco de la exposición del mismo nombre.
Continuando con esa línea de interés sobre las ciencias naturales, Naturaleza humana tuvo como punto de inspiración los herbarios franceses del siglo XVIII, esas meticulosas colecciones científicas especializadas en plantas secas o herborizadas. “Son imágenes que tienen más de 200 años, pero, cuando una idea es buena o importante, de alguna manera trasciende en el tiempo”, asegura el artista.
A partir de esa base, Böhmer propone un tránsito al terreno pictórico y construye un universo en el que el color y la luz resaltan la sensualidad de la forma. “Yo comienzo a reinterpretarlos después, obviamente, y a hacer mis propias versiones de agrupaciones, mi taxonomía personal, que es lo que se puede ver acá”, añade.
Naturaleza humana, un espacio para las formas y colores

La serie no se plantea como una estructura rígida; de hecho, está compuesta por piezas de diversos formatos. Para el artista caleño, Naturaleza humana se inscribe en una clasificación visual que “ordena el mundo” desde una perspectiva íntima y artística. Es una propuesta que se despliega desde la composición del espacio, pues las piezas dominan la parte izquierda de la sala en la que están expuestas, mientras que la derecha está totalmente libre.
“La disposición de la sala es plano pictórico y nuestra realidad. A la izquierda, es posible ver a estos seres que habitan en un plano que no es el nuestro”, afirma Böhmer, quien se formó en Bellas Artes en la Universidad de los Andes en Bogotá y posteriormente cursó una maestría en Studio and Environmental Art en la Universidad de Nueva York.
Uno de los elementos fundamentales de estos 81 retratos de champiñones es el color. Para el artista caleño, la incidencia de la luz en la piel es muy importante, y por eso todas las piezas que componen la muestra son de color piel.
Esta característica también es un resultado del interés de Böhmer por la sensualidad de la forma. “En la serie se pueden ver formas voluptuosas, que no son hombres ni mujeres, que pueden ser espaldas u otras partes del cuerpo, como brazos o piernas. Las personas eventualmente se comienzan a identificar con algunos de los retratos, porque se ven reflejadas de alguna manera”, argumenta el artista.
Además de esa sensualidad que impregna las piezas, hay una exploración de otros conceptos ópticos. En uno de los retratos, por ejemplo, delante de un champiñón de tres sombreros sobresale una especie de cortina de gotas, tan detallada, que a primera vista podría ser el resultado de una especie de lluvia interna que apareció de la nada en la sala.
Precisamente con esas exploraciones, el artista propone un diálogo con la tradición impresionista. “En el plano pictórico es muy importante la profundidad de campo. Yo retomo principios de la pintura del impresionismo, de (Claude) Monet, con sus Flores de loto (Water lilies), en las que la horizontal representa el agua y la vertical son las plantas que flotan y que se reflejan en el agua”, enfatiza el artista.
En el caso de Böhmer, la vertical serían esas detalladísimas gotas de agua, mientras que la horizontal son los objetos representados y esa especie de bruma en la que flotan. De hecho, otra de las ideas que atraviesan este trabajo es que “el color es luz en movimiento”. Es así como las figuras parecen surgir de la superficie y esa luminosidad que las envuelve también les da forma.
De la idea al lienzo, así es el arte de Böhmer

Böhmer destaca, además, que en esta serie se plantea una relación entre la pintura y el lápiz. “La gente pinta con un pincel húmedo y yo estoy pintando con un lápiz seco y representando agua. Entonces, estoy creando veladuras, transparencias, que son conceptos de la pintura clásica, pero con una visión un poco más actual y contemporánea”, dice.
Esa aplicación del pigmento seco del lápiz contrasta con la sensación húmeda de la atmósfera representada. En ese juego de opuestos, que también sugiere un diálogo entre lo estático y lo mutable, el agua se erige como el hilo conductor.
Es así como en algunas de las obras se puede adivinar el contorno del ojo humano sobre los champiñones. “Los ojos representan el agua en la que uno se refleja. Entonces, es muy importante esa relación entre lo seco y lo húmedo”, enfatiza Böhmer.

Además de su faceta de artista plástico, Böhmer también fue editor creativo de varias revistas y colaboró editorialmente con publicaciones como Fucsia y Axxis. En 2023, el artista caleño se trasladó a París, donde trabajó en la industria de la moda con casas como Chloé, Saint Laurent y Givenchy.
Tras su paso por la industria de la moda, Böhmer decidió enfocarse completamente en su carrera artística e instaló su taller en Normandía. Allí, ha profundizado en la creación de dibujos de gran formato y lápiz de color sobre lino, en los que explora la fauna marina y elementos orgánicos mediante un enfoque meticuloso.
Así, nacieron exposiciones individuales como “Analogía de la imagen” (2021), producto de la fascinación de Böhmer por la representación de diferentes especies de fauna y flora marinas como metáfora del cuerpo humano, y “Ammonites humpriesianus” (2020), una serie de serigrafías y cuadros de gran formato.