Tim Robbins: “La sátira es importante para la cultura”
Revista Diners
The Brink, protagonizada por Robbins y Jack Black, narra una crisis geopolítica en Pakistán. Robbins interpreta al secretario de Estado de Estados Unidos, mientras Black es el diplomático encargado de lidiar con la situación en campo. Es una sátira maravillosa al manejo de las relaciones internacionales estadounidenses; una crítica a la “policía del mundo”. Robbins habla aquí de la importancia de la sátira, de su amor por dirigir, y de los retos de dirigir y actuar al tiempo.
¿Cuál es el atractivo de la sátira para usted?
La sátira es muy importante para la cultura, hemos tenido muy poca sátira recientemente.
Creo que nadie dijo que Dr. Strangelove (Stanley Kubrick, 1964) se tomó a la ligera la posibilidad de una catástrofe nuclear. De hecho, creo que puso el tema sobre la mesa mucho más claramente que cualquier otro filme producido antes o después, porque le mostró al público lo absurdo de la situación. Y en el absurdo está la posibilidad de que suceda. Entonces si el tema se presenta como sátira, puede ser mucho más efectivo que en un drama.
¿Por qué cree que hace falta la sátira?
Creo que la gente está muy nerviosa por la calidad de los contenidos. Y eso es una lástima, porque una sociedad robusta y democrática debe tener la capacidad de mirarse a sí misma, criticarse a sí misma, y al mismo tiempo mantenerse en pie con confianza en sí misma. En el pasado fuimos (Estados Unidos) mucho más reflexivos. Ahora, creo que nos estamos moviendo en la dirección correcta. No creo que haya mucha sátira en Rusia en este momento, ni creo que haya mucha demanda por sátira en las organizaciones terroristas. Así que, de alguna manera, el hecho de que exista la sátira es un indicador de una cultura medianamente saludable y libre.
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Y por más difícil que sea, quienes entienden lo que significa vivir libremente entienden que la reflexión y la autocrítica son necesarios y esenciales.
Usted dirigió un capítulo del programa en el que incluyó una referencia a Dr. Strangelove. ¿Qué otras influencias tuvo en términos del tono de la serie?
Para mí era completamente esencial que el tono fuera creíble – estamos lidiando con un tema muy serio y era importante que el humor saliera de la realidad de la situación, no de “ay mírame, soy chistoso”. Una vez se cruza esa línea, estamos muertos. Y creo que todo el mundo en el equipo lo entendió así.
¿Qué tan difícil es actuar y dirigir al mismo tiempo?
Es raro, cuando lo estaba haciendo me di cuenta de que no lo hacía desde que hice Bob Roberts (1992).
Como actor tienes que estar listo; si eres el director no tienes tiempo de consentir a tu parte actoral. Si logras dos o tres tomas, es un lujo, porque conoces el paisaje completo: el día entero; todas las tomas que necesitas sacar, y eso es lo más importante.
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Así que básicamente estás tomando decisiones anticipadas como actor, pues sabes que tienes que actuar de cierta forma, y que tienes que saberte exactamente los diálogos y sacar adelante la escena porque no tienes la posibilidad de sacar seis o siete tomas.
¿Cuál es la satisfacción de dirigir comparada con la de actuar?
Me gusta estar involucrado con la parte creativa como un todo. Siempre lo hago cuando estoy en el teatro. Me gusta poder juntar todos los elementos y luego encontrar una forma de hacerlo conciso y que tenga un buen ritmo. Es divertido de principio a fin porque estás siempre jugando con el guión y midiéndote todos los días: ¿cómo puedo ser mejor?, ¿cómo puedo ser mejor?, ¿cómo puedo ser mejor? Y luego en el set tienes la función, no solo como director, sino como una especie de voz autocrática que dice “tenemos que mantenernos avanzando para que no se nos acabe el día. Y en el cuarto de edición es otro viaje en el que me pregunto ¿Cuáles de estas joyas que acabamos de tomar vamos a mantener y cuáles vamos a eliminar aunque nos hagan reír? Es divertido, es un reto, y realmente amo hacerlo.
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