La historia del reloj Ranger que probó su resistencia en una expedición de 1952

Tudor lanzó el modelo Ranger en conmemoración a los 70 años de la British North Greenland Expedition, en la que los científicos expusieron a condiciones climáticas extremas el reloj.
 
La historia del reloj Ranger que probó su resistencia en una expedición de 1952
Foto: Cortesía Tudor
POR: 
Revista Diners

Científicos y marineros, en su gran mayoría británicos, partieron el 8 de julio de 1952 de Deptford, un área a orillas del río Támesis, en Londres, a una aventura que duraría dos años para estudiar las capas de hielo de Groenlandia. Es en ese momento donde empieza la historia del recién lanzado al mercado, el reloj Ranger.

¿El objetivo de la expedición científica? Realizar estudios glaciológicos y sísmicos en profundidades en varios lugares, exponiéndose a las más extremas condiciones climáticas que pueda haber en el mundo. 

El resultado: la British North Greenland Expedition. Una expedición que tenía algo en particular, algo especial que la diferenció del resto de expediciones, una herramienta. Los integrantes de la expedición llevaban en sus muñecas el modelo Oyster Prince. 

Setenta años después de esa aventura y en homenaje a la expedición, la marca Tudor presentó el modelo de reloj Ranger: un reloj herramienta que celebra el espíritu de este audaz viaje, con un Calibre de Manufactura MT5402, una caja de 39 milímetros y un cierre con sistema de ajuste rápido.

Ese objeto que llevaban en la muñeca era también uno de los objetivos de esa expedición. La marca Tudor le pidió a los científicos que recogieran los datos de rendimento de los 30 relojes que llevaban a condiciones extremas. 

Poner a prueba el reloj

Específicamente, los miembros de la expedición monitorizaron las variaciones en la precisión de sus relojes Oyster Prince en comparación con las señales horarias emitidas por la BBC. Y las registraron en cuadernos específicamente previstos para ello.

Teniendo en cuenta las temperaturas previstas, los relojes Tudor enviados para este proyecto fueron especialmente lubricados con aceite «ártico». Además, provistos de extensiones de brazalete para que los relojes pudieran llevarse sobre las mangas de las parkas. 

A su regreso de Groenlandia, uno de los miembros de la expedición escribió en una carta a la reconocida marca de relojes, que su reloj: “mantenía una precisión excepcional» y que «en ningún momento hubo que darle cuerda a mano”.

Este enfoque de las pruebas es conocido como «destructivo», y es en el que el reloj es evaluado sobre el terreno por profesionales en condiciones extremas. Estas pruebas guiaron el desarrollo de varios relojes herramienta de la marca. 

La noción de robustez se mantuvo en el corazón de la filosofía de Tudor desde esa expedición. Así lo demuestra en particular la promoción de su marca en las décadas siguientes, siempre centrada en el rendimiento técnico en condiciones difíciles más que en cuestiones de estética o estatus de prestigio.

Por ejemplo, a principios de la década de 1970, en un catálogo Tudor, el modelo Ranger fue presentado en la muñeca de un talador que «eligió su reloj con el mismo cuidado con el que elige su motosierra».

El espíritu del reloj

El nuevo modelo Ranger respeta los estándares estéticos establecidos a lo largo de su historia, especialmente su esfera con números arábigos en las 3, las 6, las 9 y las 12 h. Mientras que incorpora nuevos elementos técnicos de vanguardia, en particular un Calibre de Manufactura de alto rendimiento y un sistema de cierre Tudor «T-fit» con ajuste rápido.

Continúa, dentro de la colección, la tradición del reloj de expedición, nacido con los relojes Oyster Prince, utilizados por los miembros de la British North Greenland Expedition. 

Para hacerse eco de este legado funcional, la caja de 39 milímetros y el brazalete del Ranger tienen un acabado satinado, creando un aspecto mate general. Al más puro espíritu de un «reloj herramienta». Sin embargo, algunos elementos se pulen para reforzar las líneas de la caja, incluyendo el eje interior del bisel. 

En cuanto a la esfera, un ojo atento se dará cuenta de un detalle con influencia histórica: los marcadores de la hora con revestimiento luminiscente. En color beige, contrastan perfectamente con la esfera abombada con granulado negro mate y combinan con el tono del logotipo del escudo de la marca y las inscripciones. 

Las agujas en forma de flecha, redondeadas para la aguja de las horas y angulares para el segundero, son características de la estética Ranger, con un toque novedoso, la punta del segundero en color burdeos.

La historia del reloj Ranger 

La historia del nombre Ranger se remonta mucho más allá de la British North Greenland Expedition. Aunque los relojes Tudor utilizados por sus miembros entre 1952 y 1954 nunca llevaron esta inscripción en sus esferas, los modelos Ranger posteriores han perpetuado el concepto del reloj de expedición. Un instrumento robusto, práctico y asequible, nacido en Tudor durante esta época. 

Los orígenes de la familia Ranger de Tudor se remontan a 1929. Este fue el año en el que Hans Wilsdorf registró el nombre «Ranger», tres años después de registrar la marca comercial «The Tudor». 

En esa época, el nombre no se usaba para indicar el modelo específicamente, sino para añadir un aspecto aventurero a ciertos relojes de la colección. La estética que ahora reconocemos como Ranger no apareció hasta la década de 1960, con sus grandes números arábigos. Generosamente revestidos con material luminiscente en las 3 (para los modelos sin fecha), las 6, las 9 y las 12 h, así como sus agujas de diseño único.

A lo largo de su historia se ofrecieron diversas variantes, con y sin fecha, con cuerda automática o manual e inicialmente con el logotipo de la rosa de Tudor seguido del escudo en la esfera. En 1973, se realizó una versión del Ranger con un brazalete integrado bajo el nombre de «Ranger II».

         

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julio
26 / 2022