¿Por qué intercambiamos anillos cuando nos comprometemos?
Revista Diners
*Alianza estratégica
Sin principio ni fin. Los faraones del antiguo Egipto representaron en los aros –que se encajan en los dedos de los enamorados–, un símbolo de eternidad. Esta costumbre, presente desde hace tres mil años, permanece hasta hoy y se mantiene como el máximo símbolo de la unión conyugal.
Para los habitantes del delta del Nilo la representación era aún más amplia. El círculo refleja la forma del sol y de la luna, que estaban entre sus principales deidades, mientras que el espacio vacío en el interior simulaba una puerta a lo desconocido.
Los egipcios, además, creían que la vena amoris bajaba del corazón directamente al dedo anular de la mano izquierda, razón por la cual colocaban el anillo en ese dedo. Así lo heredó la mayoría de sociedades occidentales, pero otras culturas lo portan en la derecha, porque con esa extremidad juran o hacen votos. Con el legado del catolicismo, en países como Colombia, la mano diestra representa el bien sobre la siniestra.
Costumbres heredadas
Tras la conquista de Egipto por Alejandro Magno, los griegos adoptaron la costumbre de mostrar la devoción a su pareja con anillos que hasta entonces se fabricaban de cuero, hueso o marfil, y que en muchos casos tenían a Eros, el dios heleno del amor, como figura.
Con la conquista romana la tradición perduró, y el hecho de que las mujeres siempre lucieran las argollas, en parte también significaba el dominio de los hombres sobre ellas y que se les entregaba la administración del hogar. En ese entonces se elaboraron los primeros diseños en metales como hierro y cobre para entregarlos en ceremonias nupciales. Unos 200 años después de Cristo, la mayoría de anillos era de oro.
Poco después se popularizaron en Europa, por casi un milenio, los anillos fede, nombre que proviene del italiano mani en fede, “manos unidas en la fe”. Su característica es la figura de dos manos entrelazadas, que representa la unión de la pareja en compromiso o matrimonio. También se iniciaba la costumbre de engastar gemas como ónix, cornalina, granate o amatista.
Piedras preciosas
En la Edad Media se comenzaron a utilizar otras piedras preciosas como el rubí (la pasión), el zafiro (el cielo) y el diamante (la fortaleza), aunque no siempre significaban nupcias. En el medievo inglés, hacia el siglo VIII, el matrimonio era muy sencillo y consistía en un mero consentimiento mutuo que se sellaba con un wed, un presente que solía ser un anillo y que se concretaba cuando la mujer aceptaba.
Sin embargo, sin la presencia obligada de un clérigo o de testigos, fácilmente podía haber confusión sobre la legitimidad de la boda y de ahí que en el siglo XII, el cristianismo definió que el matrimonio era un sacramento sagrado y que un hombre no debía poner un anillo en el dedo de una mujer si no la iba a desposar. Es muy probable que haya sido la génesis del anillo de compromiso.
En el Imperio bizantino los anillos empezaron a personalizarse con figuras grabadas de la pareja que se declaraba amor eterno, mientras que la dificultad de la elaboración, de los diseños y el tamaño eran indicativos de la riqueza de quien lo entregaba. Cuando el cristianismo se volvió la religión oficial, la imagen añadida de Jesús o de la cruz entre los novios significó la bendición de su unión.
Compromiso y amor
Las argollas de matrimonio no tuvieron muchas modificaciones hasta el siglo XVI, cuando los anillos gemelos (gimmel) entraron en furor: dos se superponen para conformar una sola argolla.
El motivo de los gimmel al poco tiempo evolucionó hasta convertirse en el anillo de Claddagh, que mostraba un par de manos sosteniendo un corazón, una piedra preciosa por lo general engarzada en una tercera banda. En el Renacimiento, los poesy rings se hicieron populares: eran aros sencillos que tenían inscripciones en su interior –si era algo más privado– o en el exterior. Las más usuales eran “Ámame y no me dejes” o “Dos cuerpos, un solo corazón”.
La costumbre de que los hombres portaran argolla de boda es más bien reciente. A partir de la Segunda Guerra Mundial se hizo popular usarlos entre los soldados europeos y estadounidenses para así recordar a sus esposas mientras estaban lejos de casa. Hacia 1953, después de la guerra de Corea, se extendió entre los civiles también.
Hoy esta milenaria tradición mantiene invariable su simbología: compromiso, amor y devoción hacia la pareja, y ofrece una gran variedad de estilos, diseños y piedras.
Un símbolo, un sentimiento
Estos son algunos de los estilos de argollas para matrimonio que podrá encontrar en Kevin’s Joyeros y celebrar así uno de los días más especiales en la vida de una pareja.
Clásicas
Argollas en oro de 18 kilates, diseño liso y clásico.
Con diseño
Argollas en dos tonos de oro de 18 kilates con diseño de ondas.
Modernas
Argollas en oro blanco de 18 kilates, para él lisa, para ella con diamantes.
A la vanguardia
Argollas en oro amarillo de 18 kilates, para él lisa, para ella con diamantes.