¿Qué es la positividad tóxica y cómo podría afectarnos como sociedad?

La semana pasada la actriz Jimena Durán se pronunció en sus redes sociales sobre la positividad tóxica. Hablamos con un psicólogo para entender el término.
 
¿Qué es la positividad tóxica y cómo podría afectarnos como sociedad?
Foto: Wokandapix en Pixabay / C.C. 0.0
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Revista Diners

“Creo que la positividad tóxica es uno de los comportamientos más nocivos para la situación del país”, dijo la actriz Jimena Durán en un video publicado la semana pasada en su Instagram. En este se refiere a algunas personas con alta visibilidad en redes sociales que, según ella, ocultan los sentimientos negativos para mostrar que todo “es color de rosa” incluso en momentos de crisis como los que vive Colombia justo ahora.

 

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¿Pero qué es la positividad tóxica? Nicolás Mendoza Medina, psicólogo de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz y cofundador de Deva Psicología, explica que se trata de “un patrón recurrente que se caracteriza por suprimir cualquier vivencia o expresión emocional que socialmente es catalogada como negativa, ya sea tristeza, miedo o ira, por mencionar algunas”. Agrega que esos sentimientos son reemplazados por otros con mejor validación social, como es el caso de la alegría y la euforia.

Respecto al tema, la actriz expresa que esta es “una actitud aparentemente sana que se reproduce en las redes sociales como si fueran conejos, que repite todo el tiempo la idea de felicidad, productividad y éxito y que está llena de frases como ‘si lo quieres, lo puedes’, ‘aquí solo buenas vibras y buenos pensamientos’ o ‘todo va a estar bien”. Y hace un llamado con respecto a su uso indiscriminado, ya que cree que son engañosas y que “se han convertido en un arma letal y completamente nociva para la sociedad”.

Para ahondar un poco más en el tema, Diners habló con Nicolás Mendoza sobre algunos puntos específicos de la positividad tóxica y cómo nos podría afectar en momentos de crisis.

“El exceso de positividad invalida las demás emociones”

“Si solamente quieres ver lo positivo y lo bueno, si de lo único de lo que quieres hablar es del éxito, de cosas chéveres y de lo feliz que eres, estás viendo el mundo desde una sola óptica. Y lo cierto es –basta ver la realidad del país– que la vida no siempre es color de rosas y no siempre es buena para todos”, expresaba Durán en el video.

Frente a esto, Mendoza explica que desde pequeños diferentes instituciones como la iglesia, la familia y la religión nos han reforzado la idea de suprimir sentimientos negativos. Sin embargo, asegura que cada una de las emociones cumplen un papel fundamental en nuestra evolución.

“El miedo nos ha servido para estar más alerta y ser precavidos. La ira nos activa físicamente para huir y enfrentarnos a una situación. Mientras que la tristeza –que es una de las que más tratamos de ocultar– nos permite activar nuestras redes de apoyo para que otras personas nos ayuden a salir de esa dificultad. Por lo tanto, no tiene ningún sentido suprimir esas experiencias emocionales porque hacen parte de la vida”, puntualiza.

¿Acaso es malo ser positivo?

Por supuesto que no. La positividad nos ayuda a ver las cosas desde una óptica diferente y a encontrar soluciones y enseñanzas donde pareciera que todo está perdido. Sin embargo, el problema es cuando se lleva esa positividad al exceso y se pierden los límites.

En una conversación con Infobae en el 2017, la psicóloga Celia Antonini –autora del libro GPS mental– hizo una interesante analogía que funciona muy bien para explicar este tema.

“Si voy viajando en un crucero y el barco comienza a hundirse y trato, por todos los medios de convencer a los que están conmigo que nos quedemos en el barco porque pienso que no se va a hundir, eso no me hace una persona optimista, sino alguien que tiene distorsionada la realidad y que no puede leer y tomar en cuenta los datos concretos que ella ofrece. El barco se está hundiendo y debería correr lo más rápido posible al bote salvavidas que me corresponda”, dijo.

Lo que explica la experta se denomina optimismo ilusorio en psicología y demuestra que no siempre es necesario que encontremos una respuesta agradable a cada situación de la vida.

Por el contrario, se debe alcanzar algo que se llama ‘optimismo inteligente’, que en pocas palabras es alguien que ve al lado bueno, sin nublarse el panorama, que es un poco el punto al que quiere llegar Jimena Durán en su video: “Se puede ser crítico sin ser pesimista y se puede ser positivo sin ser ciego”.

No se trata de juzgar

¿Qué pasa si yo no quiero pronunciarme frente a las cosas que me hacen daño o me ponen mal? ¿Acaso eso está mal? Nicolás Mendoza apunta a que el problema no es que haya personas que sean positivas en exceso, sino el porqué me afecta eso a mí.

“¿Por qué debería importarme a mí como Nicolás que otras personas no vean el mundo como yo? Si a algunas personas les funciona ser muy positivos está bien, pero si por el contrario yo quiero mostrar mi inconformidad por la situación del país, también está bien. Creo que lo más importante es enfocarnos en nuestro propio bienestar emocional en vez de etiquetar al otro como tóxico por la forma en que vive”, asegura.

¿Y dónde queda la empatía?

Sin embargo, Mendoza agrega que frente a la situación que atraviesa Colombia y la positividad tóxica en general interviene otro aspecto fundamental que nos involucra a todos como sociedad.

“Si como individuo me siento bien mostrando siempre el lado positivo es perfectamente aceptable, porque eso implica que activo los mecanismos de defensa de esa manera. Sin embargo, a nivel social sí es un problema, ya que si no somos empáticos impedimos que más personas se unan para lograr el cambio deseado”, puntualiza.

Por su parte, Edgar Cabanas y Eva Illouz – autores del libro Happycracia – concuerdan en que “hace falta más esperanza, pero no la del optimismo tiránico, conformista y casi religioso que se ofrece. Hace falta una esperanza crítica fundamentada en razones, en la justicia social o en la acción colectiva. Una esperanza que no sea paternalista. Que no decida por nosotros lo que es bueno, que no pretenda protegernos de lo peor a base de enseñarnos a negarlo, sino que nos coloque en una mejor posición para hacerle frente y cambiarlo. No como individuos aislados, sino juntos, como sociedad”.


¿Usted qué opina respecto a la positividad tóxica? ¿Cree que nos perjudica como sociedad? Déjenos saber su opinión a través de nuestras redes sociales.

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mayo
26 / 2021