Así es la terapia asistida con perros para pacientes con depresión

Maria Camila Botero
Según la OMS, más de 300 millones de personas en el mundo sufren de depresión y al año cerca de 800 mil se quitan la vida. “Aunque la OMS recalca que hay tratamientos eficaces para combatir este mal, más de la mitad de los afectados en el mundo (y más del 90 por ciento en muchos países) no los reciben”, informa la Universidad Javeriana en un artículo titulado Depresión en Colombia es más alta que el promedio en el mundo.
De acuerdo al mismo artículo, la OMS calcula que la depresión afecta al 4,7 % de la población colombiana. Esto quiere decir que el país se encuentra por encima del promedio mundial, que es 4,4 %. De hecho, menciona que “según algunos estudios desarrollados en el país, este porcentaje podría llegar hasta los 19 puntos”. Y agregan que la Asociación Colombiana de Psiquiatría indica que solo uno de cada 10 colombianos con depresión recibe tratamiento adecuado.
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La OMS define la depresión como “un trastorno mental frecuente que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración”.
Entre los principales tratamientos se encuentran la activación conductual, la terapia cognitiva conductual y la psicoterapia interpersonal, al igual que medicamentos antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y los antidepresivos tricíclicos. Pero fuera de estos, una de las tendencias modernas es la terapia asistida con perros, que según expertos, ha mostrado muy buenos indicadores.
¿Cómo ayudan los perros a personas con depresión?
Juan Pablo Páez, psicólogo con máster en Neurociencias y Biología del Comportamiento y CEO de la escuela para perros Cultura Canina, explica que una de las tendencias más recientes en la psicología en términos de intervención es la terapia de activación conductual.
“Tener un perro ayuda en este proceso porque obliga a la persona a cumplir ciertas tareas, como sacarlo dos o tres veces al día para hacer sus necesidades. Esto propende el movimiento y de por sí ayuda a que la química del cerebro cambie un poco”.
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Cuando una persona padece de depresión, sus habilidades sociales disminuyen considerablemente. Páez explica que al tener un perro como mascota, es probable que la socialización sea más sencilla. Pues, con el simple hecho de llevarlo a dar un paseo, lo más probable es que alguien se acerque a preguntar por el nombre, edad, raza y demás temas, haciendo más sencillo entablar una conversación y estimulando la creación de nuevos vínculos.
“Otra cosa que ocurre con la depresión es que la persona pierde su horizonte, su futuro y sus proyectos a mediano y largo plazo. Cuando tenemos un perro eso cambia. La percepción del tiempo se vuelve más cercana porque estamos viendo su paso de cachorro a adulto”, agrega.
Además, el hecho de tener responsabilidades con ellos, como alimentarlos, proveerles una cama y un espacio seguro, aplicarles vacunas anuales y todo lo que implica tener una mascota, hace que la memoria y las funciones ejecutivas se estimulen, explica Páez. “En general, de la mano con los perros las personas tienen muchos elementos para salir adelante”.
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La relación con perros y humanos va más allá de la química y el amor
Cuando un bebé mira a su mamá durante la lactancia, el cuerpo produce oxitocina, una hormona que está relacionada con el enamoramiento y las conductas paternales. Esto mismo ocurre cuando un perro lo mira a los ojos, según explica una investigación de la Universidad Azabu de Sagamihara, Japón, publicada en la revista Science en el 2015.
Esto quiere decir que solo con una mirada se generan cientos de sentimientos positivos y actitudes protectoras. De hecho, el estudio indica que entre mayor duración, el efecto es más positivo. “Es algo muy interesante porque la segregación de oxitocina establece un vínculo materno filial que solo ocurre en humanos y perros”, señala Páez.
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Por otra parte, Yonatan Rojas, psicólogo con máster en Neuropsicología Clínica y experto en intervenciones asistidas por perros, explica que los mamíferos que desempeñan cuidados parentales, como los zorros, lobos, perros y humanos, tienen un grupo de neuronas conocidas como neuronas espejo, que reflejan emociones y sensaciones ajenas.
“Su función básica es la imitación. Por ejemplo, cuando un bebé sonríe en los primeros meses de vida se debe a que está simulando los movimientos faciales de su mamá. Pero además, a esta neurona se le atribuye la empatía”, puntualiza.
Una mirada o una caricia bastan
Rojas explica que al momento en que nuestro perro nos mira, aparte de liberar oxitocina, se activan estos circuitos cerebrales que crean un fuerte vínculo emocional entre ambas especies. De esta manera, agrega, si el animal observa que el humano tiene bajos niveles de serotonina (conocida como la hormona de la felicidad) u oxitocina y que, por el contrario, tiene elevados índices de cortisol (una hormona que se libera como respuesta al estrés), intenta motivarlo a través de sus conductas, para que así su estado de ánimo mejore.
Por lo tanto, cuando un perro bate la cola, mueve las orejas para atrás o nos trae un juguete, nuestro cerebro relaciona estas señales con sentimientos como la ternura, la compasión y la felicidad. Esto genera una respuesta bioquímica que aumenta los niveles de oxitocina.
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“Con esto, la dilatación del diafragma aumenta y eso hace que las inhalaciones y exhalaciones sean mucho más prolongadas. Así es más fácil oxigenar la sangre y eso genera una disminución en la tensión arterial que se traduce en una experiencia metabólica de relajación y tranquilidad”, dice Rojas.
Juan Pablo Páez agrega que “la depresión se caracteriza por estados de anhedonia, que es la incapacidad de disfrutar de situaciones de la vida que antes generaban placer. Los perros, gracias a las neuronas espejo, reestructuran y dan orden nuevamente a esa capacidad”.
A su vez, Regina Ontiveros, entrenadora canina profesional, compartió para Chicago Tribune que tan solo con acariciar un perro, la frecuencia cardiaca y la presión arterial disminuye y los niveles de oxitocina y endorfinas aumentan.
¿Entonces los perros son la cura para la depresión?
“Mucha gente cree que los perros quitan la depresión o los estados maniaco depresivos y no es así. Los perros ayudan en el proceso, son coterapeutas pero no el eje fundamental”, explica Páez.
Como el comportamiento tiene muchas variables, es imposible atribuirle a un solo eje la cura de la depresión, añade Páez. Sin embargo, como se ha demostrado anteriormente, la exitosa relación que existe entre perros y humanos es clave para el tratamiento.
Testimonios
Andrea Jiménez, paciente que ha experimentado esta terapia, asegura que sigue “teniendo depresión, pero los episodios son menos fuertes. Cuando no tengo fuerza o ganas de levantarme de la cama, mi perro llega y empieza a ladrar y me mantiene ocupada. Así no quiera, me toca levantarme a sacarlo al parque y eso de cierta manera me despeja la mente”.
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Así mismo, la periodista y escritora colombiana, Margarita Posada, mencionó en una autoentrevista que escribió para la Revista Diners, que el mejor antídoto para la depresión es aprender a sentir tristeza y alegría y que en ese camino, tanto su perro como dejar de tomar (alcohol), “me han ayudado a conectarme con la realidad sin querer distorsionarla (…) El perro me ha sanado una gran carencia maternal de la que hablo a fondo en el libro”, explica.
Por otra parte, Yonatan Rojas aclara que “los humanos, al igual que los perros, somos mamíferos de manada. Cuando interactúan los dos, la conexión es impresionante y a medida que el proceso se repite, el soporte emocional y el bienestar es mayor. Pero esto no significa que la función del perro es mágica. El papel de este es servir como un canal para establecer una reestructuración en los hábitos y pensamientos de la persona que padece de depresión y así ayudarle a resignificar su proyecto de vida”.
¿En qué se basa el tratamiento?
Aunque según los expertos, los perros ayudan a combatir la depresión, es importante tener en cuenta algunos detalles antes. Primero, de acuerdo a Rojas, la terapia funciona siempre y cuando el perro haya pasado por un proceso guiado por un profesional de la salud mental. Este debe conocer cuáles son las condiciones que benefician al paciente para así establecer un tratamiento confiable y efectivo orientado a las necesidades de cada individuo.
El tratamiento se enfoca en varias dimensiones. La principal es el plan de vida y carrera. A partir de este se articulan las actividades cotidianas de la persona con temas del cuidado del perro y la vinculación social.
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También está el entrenamiento, que en algunos casos puede ir dirigido a la actividad física. “El perro puede ser entrenado para estimular al paciente a realizar deporte, algo que está estrechamente relacionado con el aumento de los niveles de endorfinas y con dos neurotransmisores: la serotonina y la oxitocina, fundamentales para la regulación del estado de ánimo”, agrega Rojas.
Así que, en palabras de los dos expertos, no se puede hablar de una terapia asistida con perros si no se tiene en cuenta un proceso completo que incluya una evaluación psicológica del paciente en la que se reconozca cómo está comportándose a nivel social, productivo y personal. Una vez se haga esto, se puede diseñar un plan.
“La salud mental es un proceso de altísima complejidad y por eso se requieren saberes y competencias específicas. Con el manejo correcto se puede lograr una terapia integral que permita que las personas con depresión tengan una mejoría notable”, concluye.
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