6 cosas que aprendí luego de terminar una relación tóxica

En esta entrega de Historias del aislamiento les contamos cómo ha sido lidiar con el desamor y los aprendizajes de terminar una relación tóxica.
 
6 cosas que aprendí luego de terminar una relación tóxica
Foto: Ross y Rachel / Friends / Warner Bros.
POR: 
Daniel Zamora

No sé muy bien cómo comenzar a contar esto. Nadie en mi familia lo sabe. Ni siquiera mis amigos. Esta experiencia hizo que sintiera, por primera vez, ganas de morir. Y fue precisamente ese hecho lo que más me dolió, me desbordaba la culpa, la rabia y una inmensa decepción conmigo misma por eso. Pero poco a poco he ido entendiendo mejor las cosas, por fin pude ver, pude entender, y eso me llevó a terminar, definitivamente, mi relación tóxica.

La historia

Estábamos juntos desde hace más o menos dos años. Nos entendíamos y teníamos una complicidad envidiable. Tal vez por eso dejamos pasar muchas cosas. Como la vez que me escupió en la calle, o como cuando me dijo que ojalá me muriera, o cuando me celaba por salir con mis amigos. Ahí no era muy consciente de que las cosas no estaban bien, creo me conformaba con la felicidad momentánea, con los momentos bonitos que pasábamos.

Cuando comenzó la cuarentena aún estábamos juntos. Incluso él cumplió años, y yo, que estaba lejos, decidí viajar eludiendo las prohibiciones, todo para acompañarlo en su día. Nuestra relación no había sido la mejor, como ya les conté, incluso habíamos terminado en diciembre, pero comenzando el año dijimos: bueno, vamos a hacer las cosas bien.

 

Entonces seguí con mi plan, le compré cosas que le gustaban, organicé el viaje y llegué a su casa. El primer día todo estuvo bien, pero al día siguiente todo cambió…

La pelea

Actué mal, de una forma irracional que nunca esperé. Este hecho sacó lo peor de mí. No quiero que me juzguen por lo que les voy a contar.

Habíamos peleado porque me cansé de su desconfianza, me cansé de que me tratara mal y comenzamos a gritarnos, le dije que estaba mamada de que no me creyera, de que siempre sea así, él me dijo: “me quiero ir”, y yo le contesté que esa siempre era su solución: huir, o bloquearme de redes y desaparecer. Tenía mucha rabia y no quería que se fuera sin decirle todo lo que sentía. No esta vez.

En un momento me sentí mal que dije: me quiero matar, así que busqué un cuchillo en la cocina, él se escondió en un baño, yo empecé a llorar y a gritarle lo que sentía, él me dijo que me tenía miedo, que ya no me iba a ver como antes, y yo seguía diciendo: me quiero matar, estoy mamada de todo esto, no le veo solución…

Afortunadamente no pasó nada, después me calmé, hablamos. Terminamos.

¿Por qué fue una relación tóxica?

Bueno, para los que están más familiarizados con el término, quizás la respuesta sobre. Pero para quienes no lo están, creo que una relación tóxica es aquella que nos hacer perder la perspectiva, nos vuelve ciegos, no vemos las cosas que no son buenas, nos aferramos a quien queremos, pensamos que las heridas sanarán y que las cosas malas pueden cambiar.

En una relación tóxica tenemos la esperanza de que ese amor que idealizamos, suceda, permanezca, y es ese esfuerzo el que no nos deja ver las cosas con claridad, estamos cegados por el deseo de que funcione, que valga la pena.

 

La gente usa mucho el término del “tóxico” o la “tóxica”, hasta hay memes de eso, pero lo cierto es que lo que se esconde en el fondo son las dependencias, los apegos y los miedos.

No sé por qué está tan normalizado. Uno a veces se soporta mucho en alguien, si le va mal en el trabajo o si tiene una pelea, nos refugiamos en el otro para calmar los dolores y así ignorar el dolor, tratamos de silenciarlo saliendo a tomar con los amigos, yendo a comer, a la peluquería, pero durante la cuarentena nada de eso es posible, ahora uno tiene tiempo para pensar lo que de verdad pasa y evaluar las situaciones.

Terminar una relación tóxica en la cuarentena

Había cambiado de trabajo y pasó lo del COVID-19. Llegó la cuarentena, la situación ya era estresante y luego le sumé el haber terminado la relación.

Yo tiendo a guardarme lo que siento y luego exploto. Sé que es un defecto. Tal vez por eso ocurrió lo que pasó el día de la pelea. En algún punto de la vida uno tiene que toparse con la peor versión de uno y eso es duro, porque uno cree que es una buena persona, que nunca se va a fallar, y lo más duro es el sentimiento de culpa.

Lo que empieza después de terminar con una persona (la tusa, el duelo, recordar los momentos felices, los momentos tristes), no ha sido fácil. O estoy muy triste o estoy muy feliz. Cuando empecé la cuarentena iba a correr, montaba bicicleta, y ahorita no he hecho nada de eso porque tengo la cabeza en stand by, como cuando uno va a toda, se estrella y queda vibrando, así me siento.

La semana pasada me rompía a llorar de la nada. Lloraba y lloraba y luego decía: quiero estar bien, y no es como “ay, me levanto, leo un libro de autoayuda y ya, estoy curada”, eso no pasa. Aliviarse no es un acto de magia.

Las cosas que he aprendido

Pero este tiempo me ha dado una luz que no había encontrado antes. Claro que ayuda el hecho de que no tenga mucho con qué distraerme, de cierta forma me obligo a no evadirme más, así que he concluido algunas cosas de todo este proceso que me ha partido la vida en dos.

Hay que saber perdonarse

Me hubiera gustado que nada de esto pasara, pero creo mucho en el plan de Dios, si pasó de esta forma es porque tenía que ver cosas que antes no podía y porque tenía que amarme a mí más que a otras personas, eso ha sido lo más chocante, el hecho de darme cuenta de que no estaba viviendo para mí.

Ahora que lo pienso sueno como a libreto de superación personal, pero lo del perdón a nosotros mismos es real, y he entendido que saber respirar es muy importante, aunque suene loco, pero cuando pasaron esos problemas sentía que no podía respirar, el pecho me dolía, y he comenzado a trabajar en controlar la respiración cuando me sucede una emoción fuerte.

Estos días de cuarentena, sin distracciones para escapar, pensé en que tenía que abrazar mis dolores para decir que me tengo que perdonar todo eso, y después sí pensaré qué haré, qué metas tendré. Lo primero es poder ver todo lo que está pasando, reconocerse, dejar de sentirse mal por estar triste…

Hay que cuidar la salud mental

Aparte de los dolores físicos que deja la tristeza, también noté que mi salud mental se veía afectada. En mi trabajo tengo que escribir bastante, pero no había sido capaz, no eran cosas complejas, pero me sentaba y quedaba en blanco frente al computador. Lo que sucede con una pareja tóxica puede sobrepasar los límites de esa relación y afectar nuestra tranquilidad en otras esferas de la vida.

Uno es mucho más que un error

A raíz de todo lo que pasó y comprendiendo mejor lo del cuidado de la salud mental me dije: “tengo que ir al psicólogo, empezar una terapia, entender qué me pasa”, porque uno muchas veces no entiende lo que siente, así busqué ayuda.

Comencé terapia hace poco y ha sido un gran descubrimiento. Como estamos en cuarentena las estoy haciendo por Skype. Volví a hablar con gente que estaba alejada y que extrañaba, he tenido tiempo para pensarme y una de las grandes conclusiones es que uno no es solo un mal momento, o una mala época, somos todo lo que hemos vivido, y no solo un error.

 

Valorar lo que hay adentro

Uno a veces está con los amigos y para distraerse va y se emborracha y bueno, es un momento feliz, pero eso no quita el hecho de que hay que afrontar las cosas. La gente me dice: usted está con su familia, está bien, tiene espacio, y sí, es genial, vivo agradecida por eso, pero hay partes tan confusas de la vida que uno no sabe qué tiene ni afuera ni adentro.

Esta situación ha sido como un detonante. Ha sido ese despertar para valorar lo que somos, eso es algo que olvidamos o ponemos en segundo lugar por el ruido, la rutina, los apegos.

Lo mejor de todo es que aún tengo la menor idea de quién carajos soy…, pero bueno, tengo la determinación de ver las cosas como un aprendizaje, entonces, gracias a la cuarentena y todo lo que ha pasado he visto las cosas desde otro punto de vista…

 

Saber decir basta

Después de tantos intentos fallidos por salvar lo insalvable hay que tener la fuerza para hacer un alto y no dejar que las cosas continúen. Si lo hacemos en el momento correcto nos evitamos dolores más profundos.

Después de la pelea que tuve con mi ex (¡qué raro se siente escribirlo! Ex), pasaron unos días y hablamos. Nos agradecimos por lo bueno que tuvo todo esto. Él me dijo que iba a ser otra persona, incluso existe la posibilidad de que seamos amigos, pero aún todo es muy reciente para mí, así que por lo pronto no es una opción.

Hay pocas cosas más importantes que la autoestima

Lo más importante que me puede dejar esto fue la autoestima. Muchas veces puse la relación por encima de lo que sentía, o de lo que quería, pasó porque tenía miedo de perder a esa persona que yo amaba. Ese miedo movía la relación. Vivir atrapado en algo así es muy duro, la gente piensa “¿Usted por qué está con esa persona tóxica o por qué se vuelve tóxico para alguien?”, y lo digo porque ahora que lo pienso bien, yo también fui “tóxica” para él, cada uno cometió errores y consumió la relación para que terminara así.

Este tiempo me ha servido para muchas cosas, para conocerme, perdonarme, entender lo que no hice bien, también para saber elegir, para saberme valorar y no permanecer en los lugares que duelen, que no me hacen bien.

 

No es fácil. A veces uno tiene la lucidez de reconocer todo esto, pero cuando llega el momento de ser fuertes, puede que nos derrumbemos, pero confío en que esta vez no será así. Seré fuerte. Espero que quien lea mi historia y haya sentido algo parecido, sepa que no está sola, y sobre todo, que siempre hay salida, que siempre podemos estar mejor. Se los aseguro.

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mayo
27 / 2020