¿Cómo acabar con la hambruna global?
Manuel Gómez
Los expertos en alimentos, agricultura, demografía y cambio climático han llegado a la misma conclusión: para el 2050 el planeta estará habitado por nueve mil millones de personas y si el ritmo de la agricultura no se incrementa en un 50 o 60 %, existirá una hambruna global peor que las vividas después de la Segunda Guerra Mundial en Europa.
En lo que no coinciden es en las medidas que se deben tomar. Algunos defienden el uso de semillas genéticamente modificadas, otros insisten en reducir la carne en la dieta y otros más proponen consumir productos locales para disminuir la huella de carbono en la cadena de producción.
Lo cierto es que la solución, que al parecer es más una suma de todas estas propuestas, debe tener en cuenta que el futuro pinta muy caliente y escaso en agua. La cuestión no consiste solo en aumentar el ritmo de la producción de alimentos, sino mejorar la cadena de producción y distribución, sacar más partido de lo que hay y cuidar el planeta.
Este es tal vez el reto más grande que tiene el futuro y estas son algunas de las claves para entenderlo mejor.
Cinco tareas para acabar con la hambruna global
Jonathan Foley, director del Instituto para el Medio Ambiente de la Universidad de Minnesota y experto en el tema alimentario, propone una estrategia para lograr un futuro más sostenible y mejor nutrido.
1. Detener la expansión de las tierras agrícolas:
Reducir la cantidad de tierra que usamos para agricultura –sobre todo selvas tropicales y otros puntos claves para la biodiversidad– puede frenar el cambio climático, la escasez de agua y la deforestación.
2. Aumentar el rendimiento:
Algunos terrenos agrícolas de América Latina y el este de Europa podrían mejorar su producción en un 60 % combinando variedades de semillas adecuadas para el área –incluso genéticamente modificadas–, sistemas de fertilización y riego más efectivos y sistemas administrativos más eficientes. Esto ayudaría a combatir la hambruna global.
3. Usar mejor los recursos, para evitar la hambruna global:
Hoy el uso de agua, nutrientes y productos químicos agrícolas sufre “El problema de Ricitos de Oro”: demasiado por un lado, muy poco por el otro. La idea es utilizar los recursos más eficientemente para reducir el impacto ambiental con políticas de regulación del agua, del uso de fertilizantes y de reciclaje.
4. Reducir el consumo de carne:
Usar los suelos disponibles para cultivar alimentos para ganado o biocombustibles afecta el suministro de alimentos para el hombre. Si hiciéramos un cambio alimentario y esos suelos se utilizaran para vegetales y granos, se aumentarían en un 50 % las calorías disponibles para consumo humano. Incluso cambiar el consumo de res por pollo o cerdo, podría pagar con creces.
5. Reducir el desperdicio:
Alrededor de un 30 % de comida se pierde. El desperdicio ocurre principalmente en la casa o en restaurantes. Otro llamado a cambiar los hábitos alimentarios.
2050 Para alimentar a 9.000 millones de habitantes se necesitará una Sudamérica más la totalidad de Brasil.
¿Comida o combustible?
Producir 22 galones de etanol requiere 200 kilos de maíz que podrían alimentar a una persona durante un año.
Modificación genética: ¿dios o demonio?
Los cultivos genéticamente modificados han sido motivo de discordia desde hace varias décadas. Mientras las empresas que producen este tipo de semillas plantean que su uso aumenta la producción agrícola mundial, los detractores –desde cadenas de supermercados hasta científicos– argumentan que los organismos modificados están sujetos a leyes de propiedad intelectual, sus efectos en la salud no son claros y han eliminado variedades locales de cultivos.
Pero algunas de las nuevas investigaciones genéticas, en experimentación, están encaminadas a enfrentar problemas como la escasez de agua y el aumento de la temperatura del planeta. Si se modificara genéticamente la capacidad de fotosíntesis de plantas como el arroz y el trigo, estas se adaptarían más fácilmente al incremento de temperatura por el cambio climático:
Podrían ser hasta un 50 % más productivas y requerirían menos agua y nutrientes. Esto quiere decir que podríamos acabar con la hambruna global.
Con esto en mente, la Universidad de Oxford estudia crear nuevas variedades de arroz. Las investigaciones también apuntan a crear alimentos con más propiedades nutricionales. Tenemos el arroz dorado, un tipo de grano transgénico enriquecido con vitamina A, que busca suplir las necesidades de sectores con dietas escasas en nutrientes.
Carne in vitro vs. hambruna global
El consumo de carne ha aumentado en las últimas décadas. Incluso en países asiáticos que antes no eran grandes consumidores y pese a que los estudiosos insisten en los beneficios de una dieta vegetariana. Por eso, empezar a producir carne en laboratorios no es descabellado.
Según un estudio del Environmental Science & Technology Journal, la producción de carne de laboratorio consume 45 % menos de energía, emite 96 % menos de CO2 y requiere 99 % menos de tierra. Aunque la idea de comercializar este producto podría tomar unos veinte años ya se han hecho avances significativos.
El 5 de agosto de 2013 se llevó a cabo el lanzamiento de la primera hamburguesa de este tipo. La investigación del departamento de Fisiología de la Universidad de Maastricht tuvo un costo de 330.000 dólares. Ahora en pleno 2024 cuesta 1 dólar.
A cocinar en casa para evitar la hambruna global
“Cocinar en casa será una solución para resolver asuntos ambientales. Mientras dejemos que las corporaciones cocinen por nosotros, tendremos una agricultura industrializada demasiado grande y que abusa de los recursos.
Cuando las cadenas de comidas rápidas cocinan, les compran sus productos a los monopolios para obtener menores costos, afectando las economías de escala. Los mercados campesinos dependen de la voluntad de los individuos: si cocinar en casa sigue en picada, no hay esperanza de crear una agricultura alternativa”.
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