¿Por qué tenemos que seguir hablando de feminismo?
Juliana Rojas
En el Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de la Tortura recordamos esta entrevista que nos explica que el feminismo también es apoyar a los que son acosados y no pueden decir nada. Una tortura con la que nadie en el mundo debería vivir.
Diners conversó con Elena Fonseca, una uruguaya que ya pasó los 80 años y hace parte del colectivo Cotidiano Mujer, un movimiento feminista con más de 30 años de historia. A su lado, la antioqueña Zoraida Bolívar, de 30 años, quien lleva 10 años en el movimiento:
¿Desde cuándo son feministas?, si es que puede haber una fecha en la que uno se inscriba en una ideología.
Elena Fonseca: Desde hace 37 años, luego de una dictadura de 14 años en Uruguay, que como todas, dejó represión, desaparecidos y muertos.
Cuando se acabó, nos sentíamos libres y creíamos que todo era posible. Nos reunimos ocho mujeres y sacamos una revista Cotidiano mujer, que inicialmente circulaba todos los meses, luego cada dos, cada cuatro y ahora cada año. Pero tenemos otros programas como una emisora, un proyecto con las domésticas. Logramos comprar una casa en donde nos reunimos y es el espacio para nuestras diferentes actividades.
Zoraida Bolívar: Yo escuché a una amiga hablar de sus reuniones y un día me invitó a un ágape feminista. Yo le dije: ¿qué es eso, una reunión de mujeres a las que les gusta las mujeres? Y ella me explicó que se trata de un grupo que lucha por los derechos de ellas, la igualdad, se defienden, se respetan, se cuidan y se valoran entre unas y otras.
A mí me sonó interesante eso. Están reconociéndose desde el mismo lenguaje: dicen “la munda” para decir el mundo o “conmiga”. Aunque yo no creo en lo de los grupos, yo no soy feminista porque salgo con ellas y me dieron “cartilla”; es más una cuestión de energía, de convicción del carácter.
El feminismo tiene una carga peyorativa, ¿a qué cree que se debe?
EF: Siempre nos dicen que las feministas son lesbianas y claro, las hay, como también heterosexuales, de todas las edades y razas. O dicen que las feministas son viudas, separadas o solteronas que no han tenido éxito con los hombres. El feminismo tiene que luchar contra eso, como los antirracistas.
ZB: Sí, me han dicho que por las feministas se acabaron los caballeros. No, ese no es el asunto, yo tranquilamente dejo que me corran la silla, porque con eso no me está vulnerando, ni yo a él. También me dicen que las mujeres del movimiento las violó el marido, las tocaron, el tío las maltrató, o que si estamos ahí es porque tenemos un vacío o un “rayón mental”.
¿Qué se ha logrado y cuánto hace falta para hablar de feminismo?
EF: Yo soy consciente de que esto no va a acabar nunca. Hace 37 años hablábamos del aborto y hoy seguimos haciéndolo. En Uruguay es permitido en condiciones terapéuticas, pero nosotros pedimos que sea una decisión de la mujer.
Como dijeron en su momento las sufragistas muy ingenuamente, “ya tenemos el voto, ahora qué”. Va a quedar siempre, tenemos puntos que no se van a terminar nunca, no vamos a decir “ya no soy feminista porque ya tenemos todo”; por más que consigamos todo lo que queremos, siempre va a quedar, porque es un movimiento tan grande como querer cambiar el mundo.
ZB: Yo no pienso en un fin de este movimiento, creo que va a seguir tomando más fuerza, porque no creo que las mujeres mayores tengan que salir a la calle a atrapar muchachitas para ser promotoras vocacionales o algo así.
Yo me sorprendo cuando veo este montón de mujeres luchando por algo que está más adelantado a su época. No podemos compararnos con las francesas que pueden abortar hace 35 años y acá en Colombia una mujer habla de eso y la miran como bandida.
Supongo que además de luchar contra ese mundo patriarcal, ¿también se han encontrado con mujeres que lo avalan y hasta aceptan el maltrato?
EF: En el feminismo no pensamos en varones y mujeres, sino en el sistema de patriarcado. Las mismas madres no dejan a sus hijos hombres a hacer nada y les dicen “hijo deja eso que tu hermana pone la mesa”, ese es el sistema patriarcal en el que estamos educadas.
Si un niño no juega fútbol se le dice mariquita y tal vez la maestra y la madre es la que le dice eso. Cambiar eso es cambiar el mundo. De eso hace parte el feminismo.