Aviario Nacional: un paraíso para las aves

POR: Revista Diners
 / enero 6 2016
POR: Revista Diners

Todo empezó cuando Rafael Vieira, de 64 años, biólogo fundador del Oceanario de las Islas del Rosario, encontró el lugar ideal para canalizar su pasión por las aves. Se trataba de un terreno en Palmar (Isla Grande-Islas del Rosario), donde él y su esposa, Silvana Obregón, pasaban los fines de semana para descansar del ajetreo que implicaba el acuario, adonde llegan cientos de visitantes a diario. “Era como una fi nca, donde mis padres empezaron a tener diferentes animales, entre ellos palomas mensajeras, faisanes, patos y loros”, recuerda Martín Pescador Vieira, mientras recorre las instalaciones del Aviario Nacional de Colombia, semanas antes de que abra al público. Él es hijo de Vieira y Silvana Obregón, y por cuenta de la pasión de su padre tiene nombre de ave.

Vestido con unas bermudas beige y una camiseta blanca con el logo del aviario –un cóndor pintado por su abuelo, el maestro Alejandro Obregón–, Martín Pescador, de 22 años, heredó el amor por los animales. A los dos años ya nadaba con tiburones y delfi nes en el acuario. Y desde que tiene memoria salía a recoger los huevos de las aves y las cuidaba. Así, sin proponérselo, empezó a conocer sus diferentes comportamientos. Esto es evidente al verlo interactuar con ellas.

A medida que pasaba el tiempo, la colección de aves crecía, nutrida también por los aportes que hacían diferentes corporaciones ambientales, que les enviaban los ejemplares decomisados por tráfi co o tenencia ilegal. “Los fi nes de semana iba gente a visitarnos a la ‘finca’, y se sorprendían con lo que encontraban. Insistían en que deberíamos hacerlo público”. Fue entonces cuando surgió la idea de realizar un aviario para compartir con la gente. Después de todo, Colombia es el país con mayor diversidad de aves en el mundo. “Además, a mi papá le interesan mucho la conservación y educación, inquietudes que han sido los principales motores en todo lo que hace”, asegura Martín Pescador.

Por eso, hace ocho años decidieron concretar la idea del Aviario Nacional de Colombia. Desde el primer momento contaron con el apoyo y la complicidad de un grupo de personas que han sido fundamentales para hacer realidad el proyecto. Entre ellos el empresario Eduardo Robayo y su señora Alba Lucía Gómez de Robayo, quienes han sido cercanos a esta zona del país y desde sus empresas han estado involucrados con la protección y preservación del medioambiente, una de las principales banderas del aviario.

Para comenzar, debían buscar un lugar de fácil acceso, con las condiciones idóneas para el proyecto, donde vivirán más de 1.800 aves. Lo encontraron en isla de Barú. Es un terreno de siete hectáreas, cerca de Playa Blanca. “Inmediatamente comenzamos la adecuación de los diferentes espacios, asegurándonos de que la vegetación y la cantidad de agua fueran las requeridas”. Dice que en el proceso, que no ha estado exento de difi cultades, principalmente porque no hay agua en la zona, ha participado un equipo enorme, entre ellos biólogos, zootecnistas, asesores científi cos, veterinarios, cuidadores, ambientadores, arquitectos y diseñadores.

Mientras inspecciona detalles fi nales en los senderos del aviario, Martín Pescador explica que está organizado en siete zonas, entre ellas: Zona Tropical, Zona Litorales, Zona Desierto, Aves Exóticas y un lago para aves migratorias, adonde llegan cientos de aves del norte, que a veces terminan quedándose. Estas áreas están a su vez subdivididas en aviarios de inmersión o exhibiciones, por ejemplo la de guacamayas, o el aviario del águila arpía, la más fuerte del mundo. En estos espacios que recrean sus hábitats naturales, los visitantes podrán conocer e interactuar con diferentes especies, como arucos, chavarríes, tangaras, pelícanos, piqueros, corocoras, turpiales, carpinteros, halcones y búhos. Es imposible nombrarlos a todos, pero allí estarán repre sentados la mayoría de los ecosistemas del territorio nacional.

Martín Pescador enfatiza que la principal motivación de esta iniciativa es educar y comunicar la importancia de la conservación y protección del medioambiente. Y revela que otro de los proyectos que están llevando a cabo y que más lo emociona, es la reproducción de los cóndores, el ave más grande del mundo, que se encuentra en peligro de extinción en Colombia. “El Gobierno de Chile nos regaló una pareja de cóndores, que tendrán su propio aviario. La idea es que se reproduzcan y que, eventualmente, podamos liberarlos, algo que vamos a hacer en la Sierra Nevada de Santa Marta con los indios koguis y arhuacos, que son cuidadores de la tierra y los animales”.

De ser así, seguirían acumulando logros, como es el caso con el paujil de pico azul, endémico de Colombia y también en peligro de desaparecer. “Ya tenemos 14 reproducidos. Esto quiere decir que las condiciones de este lugar son idóneas y que las aves se sienten bien. El objetivo consiste en reproducir varias especies, para luego soltarlas”, concluye con una sonrisa, mientras acaricia a Pito, una grulla coronada de África que lo ha perseguido durante todo el recorrido. Es evidente que en este lugar se encuentra feliz, ha crecido con él y al lado de su padre ha estado muy involucrado en el proyecto, por eso aprovecha para visitarlo cada vez que puede, pues por ahora vive en Bogotá donde estudia arquitectura.

PARA TENER EN CUENTA

Tiempo de recorrido: 2 horas.

Aves al vuelo: es un show que se presentará todos los días a las 11 a. m. y a las 3 p. m.

Recomendaciones: llevar protector solar y repelente, preferiblemente orgánico, para no causar daño ambiental.

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enero
6 / 2016