10 acciones que parecen 100 % ecológicas pero no lo son
Óscar Mena
En el afán de salvar nuestro planeta buscamos formas de consumo alternativas que ayuden a mitigar los gases de efecto invernadero, el micro plástico y el exceso de desechos que llegan a los principales rellenos sanitarios de las capitales del mundo. Es así como nacen algunas de las acciones que parecen ecológicas pero no lo son tanto como creemos.
Aquí encontrará que la compra de productos ecofriendly, como los pitillos de acero y los cepillos de dientes de bambú, pueden llegar a contamina incluso más que los pitillos y los cepillos de plástico porque son productos elaborados en su mayoría en China por lo que su transporte en sí genera un aumento importante en el CO2 que produce su envío a Latinoamérica y Europa, como revela un estudio realizado por la Universidad de Gävle en Suecia.
Y claro, encontrará acciones que son buenas ideas pero no con el mejor desarrollo, por lo que este artículo trata de crear conciencia de que la mejor forma de ayudar al planeta está en minimizar el consumo de cosas que aparentemente no son necesarias para la vida.
A continuación encuentre las 10 acciones que parecen ecológicas pero no lo son:
1. Usar pitillos de acero
La producción de pitillos de acero contamina 10 veces más el medioambiente y aunque se usen 20.000 veces no logran compensar el daño ambiental que generan. Así lo revelaron Engr308 Technology and the Environment y la Oficina de Sostenibilidad de Cal Poly Humboldt (CPH), en la que hicieron un análisis de los pitillos y su variedad de materiales para la producción masiva.
De hecho, a esto se le suma que la energía utilizada para producir un solo pitillo de metal equivale a producir 150 pajitas de plástico, sin mencionar los múltiples accidentes que existen con estos objetos que con la suficiente fuerza puede convertirse en un objeto cortopunzante.
De hecho, los pitillos de acero inoxidable analizados fueron producidos por la empresa Santi Sora con sede en Guangdong, China, y transportados a Cal Poly Humboldt en Arcata, California. Los pitillos se compran por bolsadas a $0,26 por pitillo y se estimó que el 3% de todos los pitillos de acero inoxidable comprados se desecharon dentro de los 5 años posteriores de su adquisición.
Y aunque es verdad que los pitillos de plástico (biopolímero) generan una contaminación de 1,45 gramos de CO2 por pitillo, lo cierto es que lo mejor para dejar de contaminar es dejar de utilizar cualquiera de estos productos, pues ambos son grandes causantes de contaminación.
2. Tener termo o botilito
WWF reporta que al día se botan a la basura 500 millones de botilitos o termos de plástico -sin importar que sean reutilizables-, lo que equivale a 15 toneladas de desechos plásticos. Entonces, la compra masiva de estos productos para evitar las vasos desechables no es la mejor forma de ayudar al medioambiente, por eso está en la lista de las acciones que parecen 100 % ecológicas pero no lo son.
La razón de esta situación la señala Ban the Bottle, la organización que aboga por la prohibición de las botellas de agua de plástico de un solo uso, en la que explica que estos botilitos y termos que salen al mercado no cumplen con las normas de libre de BPA y seguridad de alimentos, por lo que su uso reiterativo desprende partículas de plástico.
En este caso la organización recomienda comprar estos botilitos en lugares especializados donde pueda hacer un rastreo real al origen de sus materiales. Por ejemplo, Hydrade es una botella reutilizable de acero creada con energía solar y elaborada en su exterior con productos 100 por ciento reciclados. Además, la empresa promete que por cada onza de agua consumida por sus compradores, ellos ayudan a causas benéficas.
3. Comprar productos eco-friendly de bambú
Amazon reportó 100 millones de toneladas de basura por envolturas plásticas en las que se venden estos productos a través de su e-commerce. Sin mencionar las toneladas de plástico que utiliza China para mandar sus productos a Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.
A esto se le suma que las personas que compran estos productos ecológicos con la esperanza de anular su impacto negativo en el planeta están dañando aún más la Tierra, así lo reveló el estudio publicado por Frontiers in Psychology de la Universidad Gävle en Suecia. Aquí los investigadores descubrieron que existe la ecoculpabilidad por la huella de carbono que genera nuestra simple existencia, por lo que los consumidores buscan falsedades convenientes en etiquetas a favor del medioambiente, sin realmente hacer un rastreo consciente del origen de estos productos.
En el caso de los cepillos y productos de bambú, estos se producen en regiones subtropicales de China, América del Sur y África; y aunque un árbol de estos crece hasta 90 centímetros por día, los habitantes de estas regiones están creando monocultivos para su venta erosionando la tierra y dejando a su región sin la posibilidad de cultivar algo más, como lo revela Eco & Beyond, sin mencionar la carga de CO2 que deja al medioambiente su transporte hasta los principales puntos de venta de las ciudades.
En conclusión tanto los cepillos de plástico como los de bambú contaminan a su manera. ¿La solución? Hacer un seguimiento real del producto que está comprando. Si realmente viene de un cultivo sostenible de bambú; su procesamiento libre de pesticidas y sustancias químicas y ver si realmente no se han utilizado otros aditivos en el producto que va a comprar.
4. Productos ecológicos de multinacionales
Ponerle una etiqueta verde a un producto no significa que sea ecológico. En la mayoría de los casos se trata de una estrategia de marketing en la que no se ven resultados medibles de su “ayuda al planeta”. De hecho, los empaques de estas empresas transnacionales han producido 92.000 toneladas de basura al año en México y más 32.000 millones de litros de agua desperdiciados en el proceso de lavar este cristal o plástico PET para poder reciclar.
“La gente puede comprar algunos comestibles adicionales porque tienen etiqueta ecológica y pensar que pueden justificar viajar al extranjero de vacaciones porque han ido en bicicleta al trabajo o tomar duchas más largas porque han reducido la temperatura del agua”, dice Patrik Sörqvist, psicólogo ambiental y profesor de la Universidad de Gävle en Suecia, quien el estudio busca que las marcas den información inmediata sobre el impacto medioambiental de lo que la gente va a comprar. “Deberían existir menos etiquetas verdes y más sistemas de autoescaneo en los supermercados para que los clientes puedan llevarse una idea de la huella de carbono acumulada que pondrán en su carrito de compras”, complementa en su estudio publicado por Frontiers in Psychology.
5. Carne sostenible
No existe una industria ganadera que sea sostenible en el mundo. De hecho, es la responsable del 18 % de los gases invernaderos a nivel mundial, según revela el informe World Agriculture: towards 2015/2030.
“Llamar a una hamburguesería 100 % compensada por el clima’, por ejemplo, puede engañar a la gente haciéndoles creer que cenar en ese restaurante no tiene ninguna carga medioambiental”, comenta Patrik Sörqvist, quien asegura que si se quiere comer una carne debe entender que hace parte de un sistema altamente contaminante para el medio ambiente, pero nunca pretender que tendrá un enfoque ecológico por más etiquetas o estrategias de marketing que tengan las compañías productoras de estos alimentos.
6. Dietas veganas para salvar a los animales
Buscar que la población a nivel mundial deje el consumo de carnes y se pase al consumo de sólo verduras también es nocivo para el planeta. Esto provocaría una explotación del suelo para la agricultura, que lleva al exceso de extracción de agua para los riegos, reducción de la diversidad genética causada por los monocultivos y contaminación de las principales fuentes hídricas debido al uso de pesticidas.
A esto se le suma la explicación de Helen Breewood, de la Red de Investigación sobre el Clima Alimentario (FCRN en sus siglas en inglés), donde explica que consumir productos importados (la mayoría tanto en Latinoamérica como en Europa para mantener una dieta vegana con suplementos vitamínicos) deja una huella de carbono por las millas alimentarias que recorren estos productos. Sin mencionar la proliferación de monocultivos que puede dejar una huella mayor al medioambiente que los productos importados.
7. Trabajar desde casa para no gastar gasolina
Greenpeace revela que una búsqueda en Google libera al ambiente 0.2 gramos de dióxido de carbono (CO2) lo que acelera el efecto invernadero en el planeta. A su vez, el uso de internet y computadoras demanda un 7 por ciento de la energía mundial, todos los días.
Ahora si va a la oficina, debe agregarle el dióxido de carbono que genera el transporte público, sin mencionar el consumo de agua del tiempo que pasa en la ducha, al lavarse los dientes y al lavar los trastes que deja en el desayuno.
La solución en este caso es ser altamente efectivo con sus horas de trabajo y no extenderse, pues el trabajar 10 horas de corrido no lo hace un trabajador ejemplar sino un agente contaminante que no le alcanzan las horas reglamentarias para terminar sus labores de oficina.
8. Reemplazar el cigarrillo por el vapeador
Si creía que vapear era la solución para dejar de producir la basura a través de las colillas de cigarrillo, está equivocado. De hecho, esta nueva forma de fumar suma 9 millones de toneladas métricas de residuos al año en el mundo.
Y a esto hay que sumarle las cifras de las personas que siguen fumando su cigarrillo tradicional que equivale a 18 mil millones de colillas en la basura al día, según revela el Foro de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) y la Organización Mundial de la Salud, respectivamente.
9. Utilizar scooters eléctricas
Si reemplazó su vehículo impulsado por combustión interna de gasolina por una patineta o scooter eléctrica, fíjese bien que la marca tenga servicio posventa en el país, pues en caso de dañarse, tendrá un objeto costoso y contaminante parqueado en la sala de su casa.
Las baterías de estos vehículos están compuestos de arsénico, zinc, plomo, cromo y mercurio, elementos que tardan en degradarse entre 500 y 1000 años. La organización Ecoembes advierte que solo una pila doble AA puede contaminar 3.000 litros de agua, así que cuánto podrá hacer una batería de 1 o 2 libras.
Asegúrese de que las baterías de sus vehículos se desechen en lugares autorizados donde puedan degradar estos componentes de forma responsable con el medioambiente.
10. Quema de basura
Una acción típica del campo para evitar la acumulación de residuos es quemar la basura. Sin embargo, esto produce gases tóxicos que retienen el calor que entra a la atmósfera, conocidos también como gases de efecto invernadero.
Sobre todas las cosas hay que evitar la quema de basura y reemplazarla con un reciclaje y reutilización consciente de los desechos.
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