Así es el fenómeno del “divorcio gris”

El divorcio después de los 50 años de edad se ha convertido en una tendencia social que plantea una forma poco tradicional de buscar la felicidad en esta etapa de la vida.
 
Así es el fenómeno del “divorcio gris”
Foto: Ilustración Jorge Ávila @jorgetukan /
POR: 
Revista Diners

Dondequiera que este artículo lo encuentre, cierre los ojos y piense: ¿usted realmente quiere estar con su esposo(a) hasta que la muerte los separe? Lo más lógico es que si contrajo matrimonio la respuesta sea un ¡sí! contundente, fuerte y sin un ápice de duda. A Arnold Schwarzenegger, Bill Gates, Hugh Jackman y Sylvester Stallone, por nombrar solo algunos nombres conocidos, les llegó un momento en que su respuesta (en algunos casos la de sus exparejas) fue no, a pesar de lo que habían pensado por más de 25 años. Y sus divorcios circularon en las noticias, adornando su dolor con cifras millonarias.

Aunque la concepción de un matrimonio indisoluble podría rastrearse desde el inicio mismo del cristianismo, fue en 1549 cuando la frase “Hasta que la muerte los separe” se popularizó, gracias al arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer, quien tradujo del latín al inglés gran parte del Sarum Missal y publicó en Inglaterra el primer Libro de oración común (Book of Common Prayer), para la entonces recién instaurada Iglesia anglicana (una curiosidad de la historia, si se tiene en cuenta que esta separación la impulsó el mismo Enrique VIII, que tuvo seis esposas).

Han pasado más de 400 años y las instituciones, incluida la del matrimonio, no han sido ajenas al paso del tiempo. Por un lado, la muerte ya no llega tan rápido como en el siglo XVI, y por otro, los más recientes cambios sociales han permeado incluso a las generaciones más tradicionales.

El término “divorcio gris”, que hace alusión al color de las canas que comienzan a salir en la mediana edad, lo acuñaron en 2012 las investigadoras Susan L. Brown y I-Fen Lin, del Departamento de Sociología de la Universidad Estatal de Bowling Green, para describir los divorcios que ocurren entre personas mayores de 50 años.

En aquel entonces, las investigadoras llamaron a este fenómeno “La revolución gris del divorcio”. Y no era para menos: su análisis mostraba que la tasa de divorcios entre adultos de 50 años o más se había duplicado en Estados Unidos entre 1990 y 2010, al pasar de 4,9 a 10,1 personas divorciadas por 1.000 personas casadas. 

En su más reciente investigación sobre el tema, publicada en 2022, Brown y Lin muestran que la tasa de divorcios en este grupo de edad en 2019 no había cedido estadísticamente (9,64) y que incluso para los mayores de 65 años ya alcanzaba 5,60. En 1990, era de 1,79. 

Sin embargo, esta no es una tendencia exclusiva de Estados Unidos. En México, al igual que en algunos países de la Unión Europea, como España, también se registra este crecimiento en el número de matrimonios fallidos.

“En Colombia, el divorcio sí ha aumentado de manera importante en todos los grupos, tanto para los matrimonios como para las uniones libres”, señala Fernando Ruiz Vallejo, sociólogo y profesor universitario experto en estudios demográficos en temas de salud, familia y conyugalidad.

Tener datos consolidados no es sencillo. Según el experto, se puede observar por ejemplo la Encuesta Nacional de Calidad de Vida del 2022, la más reciente disponible, en la que se registra que el 13,08 % de la población mayor de 60 años reportaba estar separado o divorciado. En la primera edición de este estudio, llevada a cabo en 1997, la cifra era del 7,91 %.

Demográficamente, el sociólogo señala que una de las causas del incremento en las cifras es la disminución de la mortalidad, debido a los avances de la medicina y el consecuente aumento en la expectativa de vida. “En 1902, la esperanza de vida de las mujeres en Colombia estaba alrededor de los 40 años; en 2018, se ubicaba casi en los 78, y ahora ya estamos llegando a una expectativa de casi 80 años de edad. Entonces, al vivir más años, las posibilidades de tener nuevas parejas aumentan”, señala el catedrático.

En el contexto social, los cambios que las mujeres han experimentado en su rol en la sociedad han sido determinantes. “Más o menos desde 1960 se ha intensificado la participación de las mujeres en el mercado laboral, muy vinculada con el aumento de su nivel de educación”, señala Ruiz. 

“Las mujeres con más escolaridad tienen más probabilidad de separación y divorcio, justamente porque les asegura una cierta independencia económica que también las puede ayudar a tomar una decisión como esta”, subraya Ruiz.

Si la vida te da limones…

En 2017, después de 31 años de matrimonio, dos hijos y una vida entera juntos, Luz Stella descubrió, por medio de un “Te amo mucho, mi amor” —que no iba dirigido a ella—, la infidelidad de su esposo. Se enteró además de que esa relación extramatrimonial, lejos de ser un capricho pasajero, ya tenía casi tres años.

Al principio no lo comentó con su familia porque ellos adoraban a su pareja. En aquel entonces se desahogó con sus compañeros de trabajo, con sus amigas de colegio, e incluso estuvo en sesiones de desarrollo personal que le ayudaron a sacar la rabia, el dolor por la traición, el rencor, y le sirvieron para sentirse mejor. 

“Uno aguanta mucho en un matrimonio por los hijos, por la sociedad, por la familia. En el transcurso de los años, la relación marital se va enfriando porque uno vive muchas cosas como mamá, como trabajadora y como ama de casa, que tocaba asumir por el machismo en que nos criaron”, reflexiona.

Asumir el final de su relación de más de tres décadas no fue una tarea fácil ni se produjo de la noche a la mañana. Al cabo de un año, Luz Stella sintió que había superado todo y comenzó a ver a su expareja como una persona más. Los esposos vivieron alrededor de cuatro años en habitaciones separadas dentro de su casa en Armenia, hasta que en 2021 ella tuvo la fuerza para pedirle que se separaran.

recuerdos divorcio
Ilustración Jorge Ávila @jorgetukan

“Algunas personas me recomendaban que pensara en la pensión, pero yo les decía ‘es que yo no vivo de pensiones. Yo recibo mi pensión, mi sueldo y tengo lo mío. Si me resulta, bien, y si no, pues qué le vamos a hacer’”, recuerda. Y, de hecho, la pareja aún no se ha divorciado.

Ahora disfruta del silencio, de la soledad, de la tranquilidad de poder hacer lo que desea, y valora su libertad. Ha visitado Estados Unidos, España, Portugal, México y el Caribe, y tiene las maletas listas para viajar a finales de octubre a Puerto Vallarta (México) con sus amigas de colegio y el año entrante a Punta Cana (República Dominicana).

“Estoy recibiendo todas las bendiciones: tengo salud, trabajo, una empresa, una hermosa casa, dos hijos que no me dan problemas, muchas amistades y una muy buena vida social. Me habría gustado tener ese compañero de vida, pero él tomó otro camino y otra decisión. Me dolió, pero estuve un año en terapia y lo superé; ahora vivo feliz y en paz conmigo y con Dios”, comenta.

Diana Pardo, psicóloga especialista en parejas y terapia sexual, afirma que generalmente los matrimonios de décadas que se acaban después de los 50 años venían mal desde hace rato y estaban vinculados por el dinero, por los hijos o hasta por el qué dirán. 

“Cuando empiezas a desvirtuar todo esto: ya los hijos no están, el dinero no es importante y ya no me interesa que socialmente me vean como la separada, comienzas a reencontrarte y a querer algo distinto para tu vida”, señala. 

Las causas más comunes por las cuales se dan los “divorcios grises”, de acuerdo con la profesional, son básicamente las mismas de los matrimonios jóvenes: infidelidad, desconexión, una incapacidad total para resolver los problemas y hasta temas financieros. Adicionalmente, hay un ingrediente que aumenta la presión en este momento de la vida: la jubilación.

Muchos matrimonios atraviesan una crisis durante el inicio de esta nueva etapa, ya que, además de reconfigurar su rol en la sociedad, el reencuentro con la sexualidad, el aumento del tiempo para compartir y la toma de decisiones en conjunto con su pareja pueden pasar factura.

“Se acostumbran (durante su vida laboral) a no verse sino hasta por la noche y ahora se van a ver 24/7; entonces hay que ser creativos para saber cómo va a seguir cada uno con su individualidad, pero compartiendo cada vez mayores espacios”, señala Pardo.

Para quienes estén pensando en divorciarse desde hace varios años, sea cual sea el motivo, la psicóloga recomienda hacer una introspección personal, ojalá guiada por un profesional, a través de preguntas como estas: ¿ha cumplido con su 50 %?; ¿hay algo que podría salvar la relación?; ¿realmente está seguro de que sería más feliz sin su pareja?; ¿está organizado(a) en el tema económico y listo(a) para asumir las cosas que asumía su pareja?

“Tienes que aprender a vivir con el recuerdo de esa persona, a estar solo o sola después de 40 y 50 años de matrimonio, y eso no es fácil, porque el cerebro se acostumbra, pero sí se puede hacer”, señala la psicóloga. 

“Cuando uno está solo a esa edad, sin más responsabilidades que con uno mismo, pues qué delicia porque puedes hacer con tu tiempo y con tu vida lo que te pegue la gana. El horizonte es maravilloso; lo tienes allí para disfrutarlo. Si no lo quieres hacer, eso es distinto”, concluye Pardo.

Perspectivas legales del “divorcio gris”

El año pasado, el divorcio cumplió 30 años en Colombia. Aunque anteriormente las uniones civiles ya podían disolverse, fue en 1992 cuando la ley colombiana permitió el divorcio para cesar los efectos civiles también para los matrimonios celebrados por la Iglesia.

Mariana García Jimeno, abogada de familia en la firma Brigard Urrutia y profesora en la Universidad de los Andes, señala varios aspectos legales claves que hay que tener en cuenta a la hora de un “divorcio gris”.

“En una pareja que lleva 50 años de casada, probablemente todo el patrimonio es de la sociedad conyugal que construyeron juntos desde cero, por lo que puede ser muy difícil llegar a acuerdos respecto de cómo se van a distribuir esos bienes”, manifiesta.

Además, el tema de la pensión también podría ser un factor que evite, a pesar de haber una separación, que se firme un divorcio legal. La catedrática explica que cuando una persona se muere estando casada, su cónyuge tiene derecho a la pensión de sobreviviente. Pero si la pareja se había divorciado antes de morir, el sobreviviente ya no puede reclamar nada respecto de la pensión que tenía su cónyuge.

“La pensión no es un bien que forme parte de la sociedad conyugal que pueda entrar a dividirse al momento del divorcio. La pensión es un derecho personal y el excónyuge que fallece era el que tenía ese derecho”, agrega.

Según la abogada, lo que sí permite el ordenamiento jurídico colombiano es que si las personas están separadas de cuerpos —e incluso si tienen una nueva pareja—, puede haber lugar a que la pareja que vivió por muchos años con su cónyuge tenga acceso a la pensión, siempre y cuando no haya un divorcio legalmente decidido.

Lea también: Diez cosas que debe saber sobre la salud mental

         

INSCRÍBASE AL NEWSLETTER

TODA LA EXPERIENCIA DINERS EN SU EMAIL
noviembre
1 / 2023