¿Cómo es ser hijo de una pareja geek?
Andrea Bernal
Trabajo en Internet. Soy psicóloga orientada al mercadeo y mi labor es gestionar las emociones de miles de personas en redes sociales. Decidí trabajar en lo digital por varias razones. Una de ellas es la independencia que como mamá necesito para manejar mi trabajo sin dejar de ver crecer a mi hijo Miguel. La otra es que mi esposo Víctor, hoy creativo para una agencia digital, sabe montones del tema y me ha enseñado a usar mi profesión de una forma que jamás habría imaginado en los años de universidad. Como podrán imaginarse, mi casa está llena de pantallas y aparatos digitales. Somos una pareja geek.
Ser una pareja geek con un hijo
Miguel ya lee y escribe. Domina el inglés y el español y con apenas cuatro años logra comprender muchísimas palabras sin ayuda gracias a esa fascinación que tiene por el alfabeto, o mejor, los alfabetos.
Sus búsquedas –que hace en la tableta desde los dos años– van del abc en inglés, francés, y español al alfabeto árabe.
Así aprendió a buscar videos en YouTube al tiempo que el juego de Letter School le enseñó a escribir su nombre y Montessorium le mostró los sonidos de cada letra en inglés y en español. Domina la interfaz del iPad al punto que descubre funciones que nosotros como pareja geek, desconocemos.
“La única forma en la que anda es con el iPad”
Víctor y yo, para el escándalo de otros padres y maestros, le permitimos comer con la tableta en restaurantes y otros espacios que le generan ansiedad. Miguel tiene problemas para soportar multitudes, eso lo heredó de su padre. Y lo impacientan tiendas y centros comerciales.
Así que lo ayudamos un poco con la tableta. Lo mismo hacen decenas de familias a nuestro alrededor. Lo mismo pasa con los adultos, ocupados todos en sus smartphones.
Cuando vemos a otros padres y psicólogos preocupados por el auge del uso de la tableta como juguete, nos preguntamos: ¿se trata de restringirla o de regularla? ¿Cómo establecemos límites y normas con estos dispositivos que pueden llegar a generar dependencia en Miguel?
Pareja geek vs. tableta
Los genes son implacables en muchas familias: Miguel es un niño tímido como lo fuimos su padre y yo de niños, y prefiere jugar solo. Es su personalidad.
Sin paranoias y observando muy de cerca a nuestro hijo, vemos que no tiene dependencia, pues ante nuestra solicitud de dejar el aparato obedece entusiasta. Sin embargo, mil veces nos hemos preguntado si esta relación puede cambiar con el tiempo, y si Miguel podría llegar a preferir la tableta a salir con nosotros de paseo, como sucede con muchos adolescentes que rechazan actividades en familia.
Ojo con la tableta, dicen los expertos
Mauricio Rivas Nieto, psicoanalista y amigo de la casa, me contaba en mi muro de Facebook: “Andrea, el uso de las tabletas puede ser como el abuso de alcohol. Tarde o temprano se aprende, quizás son elementos potencialmente enviciadores, pero hoy hacen parte del mundo. Todo debe aprenderse a su tiempo y si el deseo te atrapa cual droga, si el aparato es capaz de robarte la voluntad, debes parar su uso”.
Preocupada, acudí a una experta en desarrollo infantil y le conté mi historia. Ella se llama Juana Morales, es psicóloga clínica como yo y lo primero que me dijo fue “ojo, las tabletas en sí no son peligrosas, pero sí puede llegar a serlo el uso que se haga de ellas en edad preescolar, pues las necesidades de los niños en esta edad van mucho más allá de la tableta.
La pregunta que debemos hacernos los padres y los maestros es ‘¿qué deja de hacer mi hijo al usar el iPad?’. La función ejecutiva está dejando de ser estimulada, pues es más fácil pintar y escribir con una tableta que con un lápiz”.
Del ejemplo se aprende
Juana tiene otra vida. Pero también es madre de una niña de cinco años. Y me dijo que jamás le regalaría una tableta a su hija en edad preescolar. Cuando le conté que Miguel la usa desde antes de cumplir un año, me contestó que “cada familia es diferente”.
Para Juana, su hija debe desarrollar muchas otras habilidades que la tableta no favorecerá. Para mí, la tableta es una forma de permitirle a Miguel conectarse con contenidos y experiencias que siento lo estimulan de formas increíbles y nos permiten mostrarle el mundo como nunca pudieron nuestros padres.
Somos madres completamente diferentes, pero estamos de acuerdo en algo: la tecnología es una posibilidad que si no se maneja correctamente, puede generar problemas.
Una solución efectiva
Buscando información sobre el tema de niños y tabletas, descubrí blogs y noticias interesantes sobre pequeñitos que encuentran en la tecnología la solución a sus problemas de desarrollo, pues las usan como mecanismos de comunicación.
Hay muchos desarrolladores de aplicaciones para ayudar a las personas “no verbales” como Proloquo2Go y Tap2Talk. Otras mencionaban acuerdos y contratos que se hacen con los niños para definir cuánto tiempo usan la tableta y qué contenidos pueden ver en ellas. E incluso, un padre amigo nos sugirió una que le permite controlar de manera remota la tableta de su hija menor.
Las experiencias positivas de los terapeutas y de los padres con estos dispositivos nos dejan con asombro ante una realidad: no hay respuesta correcta en estos temas. Cada familia debe seguir su instinto y ver si esa relación de sus miembros con la tecnología es nociva o estimulante.
¿Una pareja geek que debe dejar… lo geek?
“Los hijos son espejo de los padres”, le digo a Víctor. ¿Pero y qué hay de la sociedad? Estamos ante una cultura de alto consumo de dispositivos móviles; nos atrae lo digital, al punto que nuestras conversaciones están acompañadas de chats, mensajes de texto o likes. Lo mismo pasa con nuestros hijos.
Si tenemos un vuelo a Cali de vacaciones, Miguel y yo guardamos siempre un kit de viaje: la tableta, fruta y una cajita de leche, uno o dos libros y fichas con las que arma palabras. Cuando Miguel llega a casa de la abuela, me pide que prendamos el computador para ver más números y letras.
Esa es su verdadera obsesión. Muchas veces prefiere estas actividades a ver la tele. Pero si lo invito al parque o a dar una vuelta en el carro, está más listo que un scout estrenando uniforme.
Supongo que como todas las cosas de ser padre, no tenemos más herramientas a mano que la experiencia, la sensibilidad y la intuición, para definir si queremos o no involucrar a nuestros pequeños con la tecnología. Lo que sí creo es que cerrar la puerta completamente a ella es el camino a la oscuridad en una edad de increíble capacidad para aprender.
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