Andrés Wiesner y su tiempo de juego
Liliana Nelson Angulo
Era 2004 cuando Andrés Wiesner, estudiante de Comunicación Social, tenía que entregar una investigación sobre un proyecto comunitario para la Universidad de La Sabana y llegó a Altos de Cazucá. Las exorbitantes cifras de jóvenes asesinados por causa de la mal llamada limpieza social lo estremecieron. Todo era peor de lo que se imaginaba, aunque la ecuación era sencilla: la falta de oportunidades hizo que muchos cayeran en la drogadicción, el alcohol y la delincuencia, convirtiéndolos en pandilleros y volviéndolos el blanco más evidente de los actores de violencia, quienes los reclutaban para trabajos ilegales en la calle. Cuando no aceptaban, simplemente los mataban.
Allí nació Tiempo de Juego, una fundación de la que hacen parte casi 1.500 niños de Cazucá, en Bogotá, y 300 más en las dos sedes ubicadas en el corazón de los barrios Olaya Herrera y Santa Rita, de Cartagena.
Al principio no fue fácil incentivar a estos niños y jóvenes a que su tiempo libre lo utilizaran en actividades productivas pero, poco a poco, con sus ojos y cariño, se fue ganando la confianza de la gente. Empacó sus guayos y con su carisma convenció a varias personalidades del deporte de que le siguieran el cuento. Invitó a Faustino Asprilla, a Lucas Jaramillo y a varios amigos e hizo una fiesta para recolectar fondos con los cuales les compró los primeros uniformes a quienes le aceptaron su invitación.
“Nos dimos cuenta de que no se trataba solo de que jugaran al fútbol para aprovechar todo el tiempo libre que tenían, sino de que tuvieran una ilusión a través de la cual se empaparan de valores como saber ganar, saber perder, ser solidarios, ser conscientes de sus capacidades y trabajar en equipo. Y creer en el deporte. Esta fue nuestra estrategia para alejarlos de las pandillas, las drogas y la tristeza”, cuenta Andrés.
Algunas de las vivencias en estos barrios han sido plasmadas en los reportajes televisivos que él mismo ha realizado con su amigo, el también periodista Guillermo LaRotta, Pirry. Dos de esos documentales han obtenido el reconocimiento de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y el Premio Nacional Simón Bolívar.
EN CARTAGENA
En el 2007 nació Tiempo de Juego en Cartagena, justamente por uno de los programas del mundo de Pirry donde se mostraba la otra cara de Cartagena. La de los barrios fuera de la zona turística, la de la desigualdad social y económica. Allí, Wiesner invitó a ponerse la camiseta de la fundación a Esteban Reyes, quien con su especialización en Derechos de los Niños y maestría en Educación asumió la dirección y ha logrado ampliar varios proyectos para que por medio de otras disciplinas como el arte, la música y la cultura los niños desarrollen todas sus capacidades y tengan un futuro mejor.
La metodología utilizada en los partidos se llama Fútbol por la paz, una estrategia que nació después de la muerte del futbolista Andrés Escobar. El sociólogo alemán Jürgen Griesberg, quien trabaja para Street Football World, desarrollaba un trabajo social a través del deporte y junto con unos compañeros entraron a la comuna 13 de Medellín, al conocer que el asesino de Escobar era de esta comuna. Organizaron un partido entre dos de las pandillas más peligrosas de Medellín y lograron que estas llegaran sin armas para obtener un acuerdo de convivencia por medio del fútbol. En las reglas, en cada equipo juegan dos niñas, no existe árbitro y hay un mediador. Y el primer gol del primer tiempo lo tiene que hacer una niña. Más que los goles, importa cumplir las reglas de respeto y tolerancia.
Y en el 2011, las fundaciones Tiempo de Juego y Colombianitos unieron esfuerzos para trabajar juntos. También ganaron tres premios Ventures de emprendimiento con su proyecto El Habitante, un hotel que promueve el turismo socialmente responsable en Cartagena. El proyecto busca crear una fuente de empleo comunitario y, para el turista, ser una experiencia transformadora. Aún no han encontrado una propiedad en la zona turística de la ciudad para volverlo aún más palpable, dados los altos costos de la finca raíz en la Heroica. Paralelamente trabajan con una panadería que funciona en el barrio Santa Rita, creada hace dos años, para que los niños y jóvenes se capaciten y tengan una fuente de ingresos permanente. Eso les ha funcionado bastante bien.
NACIDO CON UN BALÓN
El fútbol ha hecho parte de la vida de Andrés, desde siempre. De hecho, desde la cuna. Su padre, Alfonso Wiesner, fue volante de su club, el Santa Fe, entre 1954 y 1956, temporadas en las que jugó al lado de uno de los futbolistas colombianos más queridos, Efraín “el Caimán” Sánchez. Por supuesto que esto lo ha marcado y, por cuenta de esta herencia, tiene a la hinchada santafereña de su lado.
Asimismo, su vena periodística la sigue ejerciendo por medio del fútbol. Para comienzos del 2014 lanzará en el canal RCN El color de la pasión, una serie documental y de concurso de la cual es creador y director. El programa busca mostrar la realidad de las barras nacionales, sus himnos y cantos, así como crear entre sus participantes un espíritu de la competencia.
No por nada, Andrés es hoy el coordinador nacional del programa Hincha Responsable y trabaja con el Ministerio del Interior en el desarrollo del Plan Decenal de Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol, un documento de política pública que busca transformar, de aquí al 2024, la estigmatización de las barras por medio de cambios en sus conductas.
Lo tiene claro, él no busca intervenir y transformar comunidades, sino hacer que las ideas nazcan de ellas, así como trabajar de la mano con ellas. ¿Qué sigue ahora?, es la pregunta permanente que se hace, pero mientras encuentra una respuesta –si es que la hay–, seguirá apostándole a que cada día los proyectos sean más y más autosostenibles y a hacer que más y más personas se enamoren y apadrinen una idea tan sencilla como poderosa. A jugar, que el partido apenas comienza. www.tiempodejuego.org