De Margarita Rosa a Jane Fonda: las canas son el nuevo símbolo de empoderamiento femenino

Andrea Domínguez
¿Y qué opina tu esposo? ¡Te vas a ver más vieja! Ahora nadie te va a voltear a mirar. ¿Estás deprimida? Vas a perder vigencia en el trabajo. ¿Necesitas dinero para tinturarte? Te vas a volver invisible. Todas estas preguntas y frases se las han dicho a las mujeres que deciden dejarse las canas.
Es como si la sociedad se sintiera ofendida por la presencia de esos folículos blancos y grises que recuerdan que el tiempo pasa, pero sobre todo, para las mujeres que son, además, las primeras en criticar a sus congéneres.
Estos comentarios reflejan algo interesante acerca de la autoestima de las mujeres: el foco está siempre puesto fuera de ellas. Qué opinan los demás, qué les gusta a los otros, cómo deben presentarse para que las acepten, para tener “éxito” e, incluso, para ser merecedoras del afecto de una pareja.

Y aunque no todas las canas son sinónimo de edad −muchas personas pierden el pigmento antes de cumplir 20 años−, en nuestra sociedad las canas sí son sinónimo de vejez. Al mismo tiempo, parecería que la belleza fuera dominio exclusivo de la juventud.
Por todo eso, detrás de un cambio de imagen tan notorio como dejarse las canas, suele haber una mujer decidida a contradecir mandatos sociales, ya sea desde un punto de vista puramente estético o desde una dimensión más amplia e íntima.
La pandemia pareció precipitar ese cambio en muchas mujeres que por primera vez se vieron obligadas a ver el pelo que se escondía debajo de la tintura. Pero fue solo un detonante; el terreno ya lo abonaban cambios de fondo en una sociedad que propende por una mayor autonomía femenina y por más diversidad e inclusión en todos los aspectos de la vida.
Sarah Jessica Parker, Andie MacDowell, Jane Fonda, Jamie Lee Curtis y muchas más actrices estadounidenses se han lanzado al agua con sus canas al aire en un ambiente que castiga el envejecimiento de las mujeres.

En nuestro entorno las cosas no son muy diferentes. Bastante revuelo causaron recientemente las declaraciones de Margarita Rosa de Francisco al decir que, cansada de luchar contra la edad, se sentía liberada de la necesidad de ocultar las canas, las arrugas y los cambios corporales y que había decidido observar “el espectáculo de su propio envejecimiento”.
¿Estamos ante una moda o ante la expresión de una nueva forma de asumir la estética femenina y la comunicación a través de la imagen personal? Dos mujeres y una experta en imagen personal conversaron con Diners sobre el tema.
Inspiracional, no aspiracional
Liliana Lozano Almario es una relacionista pública bogotana. Su imagen siempre se caracterizó por una brillante cabellera negra y una cálida sonrisa. La pandemia coincidió con su llegada a los 50 años. “Subí mucho de peso y empecé a notar arrugas y a compararme con mis amigas. Pero reaccioné y pensé que podía pasar todo menos que empezara a sentirme mal conmigo misma”.
Cuando el confinamiento era estricto dejó de tinturarse y solo se maquillaba las raíces para las videollamadas. Al principio lo dudó. Pero el hecho de tener que tinturarse cada 15 días pesaba mucho en su decisión. Y sentía que quería estar tranquila con la forma como se veía naturalmente su cuerpo. También pensó en lo que le interesaba comunicar ahora con su imagen. Para Lozano la apariencia personal es algo importante, ya que en muchas ocasiones ella se convierte en la imagen de las empresas y marcas que representa.

“Justo en ese momento empecé a hacer una certificación sobre asesoría de imagen y entendí mejor el rol del autoconocimiento y del amor propio en la imagen personal. Comprendí que no hay nada que proyecte más seguridad que la autoestima. Y empecé a pensar que yo quería reflejar mi deseo de tener un look natural, el de una persona que se quiere y se acepta como es y que, en mi caso, incluye las canas eso sí, muy bien cuidadas, que también transmiten el mensaje de experiencia y sabiduría”, afirma.
A partir de ahí empezó a sentirse muy bien con su cuerpo, con su apariencia y con el proceso interior que llevaba. Comenzaron a aparecer más clientes interesados en asesorías de imagen y proyección de marca personal. Obviamente, no faltaron los comentarios negativos: “¿Pero cómo vas a ser asesora de imagen si estás gordita?”, o “con canas te vas a ver más vieja y ahí está llegando toda una generación de relacionistas públicas jóvenes”.
Sin embargo, ella respondía: “Claro que puedo ser asesora de imagen, yo soy inspiracional, no aspiracional. No soy la modelo famosa que jamás vas a poder ser, soy una persona normal de 50 años que tuvo la transformación de su cuerpo como la tuvo y que está aquí para ser inspiradora de otras personas. Y esto no quiere decir que en un proceso de autoestima debas dejarte las canas, sino que elijas lo que quieres en concordancia con lo que sientes y quieres transmitir. En mi caso, las canas se convirtieron en mi diferencial profesional; en lugar de ponerme a competir con las habilidades de personas más jóvenes tratando de parecer joven, me enfoqué en lo que puedo ofrecer, que es mi experiencia”, puntualiza Lozano.
Autoaceptación, con o sin canas
Elisa Berrini Gómez, influencer canadiense de 57 años, jamás imaginó que compartir su transición de pelo tinturado a canoso en sus redes sociales terminaría por inspirar a miles de mujeres alrededor del mundo. Su canal de YouTube, Elisa en Montreal, empezó como un espacio para compartir con sus amigas sus looks y consejos de estilo, ya que muchas le preguntaban cómo combinaba la ropa y los accesorios.
En 2017, cuando empezó a compartir su experiencia de dejar la tintura de pelo, sus seguidoras pasaron en cuestión de semanas de 60 a 20.000. “Cuando inicié mi transición otras mujeres me decían: ‘Se te ven las canas’, ‘se te olvidó hacerte la tintura’, ‘ya no te vas a ver sexi’, ‘te vas a ver desarreglada’, ‘no vas a aguantar’, etcétera. Pero me di cuenta de que tenía que hablar de esto cuando mi tía de 80 años me dijo que parecía una prostituta barata’. Eso no me insultó porque, primero, sé que no soy prostituta y aunque lo fuera, no sería barata”, dice Berrini entre carcajadas con el desparpajo característico de sus videos.
El punto es que todas estas críticas le hicieron preguntarse cómo era posible que unas canas pudieran generar reacciones tan viscerales en las mujeres. Entonces compartió un video en el que narraba estas experiencias y cuestionaba todos estos juicios femeninos.
“En realidad, el patriarcado y la misoginia que hemos interiorizado en nuestras sociedades están canalizados por mujeres. Es decir, el patriarcado te lava el cerebro acerca de que la mujer, si no es joven, ‘no sirve’, pero el control social lo ejercen las otras mujeres. Y tiene que ver con que una mujer que ya no está en etapa reproductiva, ya no puede procrear”, explica.
Las canas, un símbolo de ese momento, no son lo único contra lo cual las mujeres están condenadas a luchar si quieren seguir aparentando ser jóvenes. También están el párpado caído, los senos, las arrugas. “Siempre va a haber algo”, expresa la influencer.
Berrini decidió dejar de ocultar las canas porque estaba cansada de sentir esa ansiedad que le producían las raíces grises cuando empezaban a crecer, cada vez más rápido. “Dije, ¡no me importa!… Que salgan todas, y si me voy a ver vieja, pues me veré vieja, pero voy a ser libre. Que salgan todas, ya no soy joven, ¿y qué? Mis canas tienen derecho a existir, así como mis párpados caídos y mis arrugas también”, afirma.
A partir de ahí sus videos empezaron a tratar aspectos más profundos: comenzó a hablar de la aceptación hacia sí misma y hacia las demás. “Hay que dejar también que las demás sean como quieren ser: con canas, con tintura, con cirugía, sin cirugía, lo que sea. Yo jamás le diría a otra que se deje las canas o que se opere o que no lo haga, cada una decide. Dejemos de estar diciéndoles a todas qué tienen que hacer”.
Como comparte contenido en inglés y español tiene audiencias en ambos idiomas, pero para esta mujer es notorio que su audiencia en español, mayoritariamente de países latinoamericanos, habla más de la necesidad de verse jóvenes. “No es que me lo digan en estos términos, pero sus preguntas traducen algo como ¿cuál es mi valor si ya soy vieja, si estoy gorda, si tengo canas? Percibo un gran dolor porque a las mujeres después de un cierto momento se les hace sentir invisibles”, puntualiza Berrini, quien creció entre Canadá y México, pues su mamá era mexicana.
Envejecer con dignidad
Algunas mujeres están abrazando sus canas desde temprano. Otras, más adelante en su vida, como Marina Posada quien se ha dedicado a su hogar durante muchos años. Marina ha estado casada por 45 años, tiene dos hijos y una nieta que le da toda la felicidad del mundo.
Marina se tiñó el pelo durante cuarenta años. Debido a que es diabética y asmática, no pisó la calle durante la pandemia. Y aunque habría podido teñirse ella misma, decidió dejarse las canas. “En cuatro meses ya tenía el pelo totalmente blanco y una vez que me vi así dije, ya no me vuelvo a tinturar más. En mi caso no es que no me gustara tinturarme; para mi era un plan ir a la peluquería y pintarme. Pero al verme por primera vez con mis canas, me gustó. Además, siempre he sido una defensora de envejecer con dignidad, sin hacerse mil cosas para no parecer de la edad que uno tiene, así que así me quedé y resultó ser un negocio buenísimo porque me ceden el lugar en todos lados”, dice Marina con humor.
Imagen personal: espejo del alma
Juliana Gutiérrez De la Cuadra, consultora de imagen personal, ha acompañado a muchas personas a expresar su estilo propio. Su carrera empezó con ella misma, cuando era una abogada recién graduada y trabajaba en un bufete. “Para la entrevista me disfracé con la cartera y la pañoleta de mi mamá… Me contrataron, pero fui infeliz los ocho meses que trabajé ahí”, recuerda para ejemplificar que muchísimas personas, especialmente las mujeres, estamos programadas para llenar moldes ajenos sin cuestionar si realmente nos acomodamos o si nos metemos a la fuerza en ellos para ser aceptadas.
Después de cambiar de carrera y formarse académicamente para asesorar a la gente en su camino de expresión personal, Gutiérrez reflexiona acerca de este boom de mujeres canosas y explica que esto se relaciona con un despertar del verdadero sentido de la imagen como una forma más de expresión de nuestro yo genuino.
“Durante muchas décadas la imagen fue mal interpretada como una manera de representar algo que no eres. Entonces, te pones un accesorio o te vistes de una determinada manera para aparentar que eres una mujer exitosa, poderosa, rebelde o de cierto estatus social. En realidad, la imagen personal es una herramienta para que tengamos mejores relaciones interpersonales. Pero esto solo es posible si realmente expresamos lo que somos y lo que sentimos”, explica.
En opinión de esta consultora, lo que ocurre con muchas de las mujeres que han decidido dejarse las canas como resultado de un proceso interior honesto, es que hay una integración entre sus deseos, su forma de ser, sus gustos y su estética personal, que, finalmente, expresan a través de su pelo sin tinturas.
“Una imagen armónica es aquella que integra de manera equilibrada tu parte estética (colores, accesorios, prendas, texturas, corte de pelo); tu parte corporal (la apreciación de tu cuerpo como el vehículo que te permite estar aquí y el cuidado que le das en tu alimentación, actividad física, descanso, recreación), y tu dimensión interior, donde se alojan tus pensamientos, emociones, tu parte espiritual, etcétera”.
La experta explica que la imagen personal armónica viene del autoconocimiento. “Entendernos, reconocer nuestras características intangibles y físicas (desde rasgos de personalidad hasta la forma de nuestro cuerpo) nos permite conocer cómo queremos vernos y, sobre todo, qué queremos decir con esa comunicación no verbal”.
Gutiérrez agrega que el significado de las canas siempre ha estado ligado a la vejez y que esto, sumado a que hemos asumido que la juventud es sinónimo de belleza, ha generado el rechazo hacia las canas. “En realidad, la juventud es una etapa de la vida y ya. Pero hemos empezado a romper esa relación entre juventud y belleza”.
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