¿Cómo enfrentar la devaluación del peso colombiano?

Adriana Macías Villamarín
Si piensa que la subida del dólar no le afecta porque no planea viajar al exterior este año, no tiene deudas en esa divisa ni compra insumos en el exterior, lamento informarle que está equivocado. Cada vez que lleva a su casa una canasta de doce huevos o cuando va al supermercado y compra la carne, el pan y hasta los detergentes para lavar la ropa fabricados por una industria nacional, su bolsillo siente el peso de lo que los expertos denominan devaluación, es decir, la pérdida de valor del peso colombiano frente al dólar.
La realidad es que la volatilidad del dólar (sus subidas y bajadas) sí lo va a tocar, aunque esté en el municipio más alejado de Colombia. Para que lo entienda mejor le pongo el ejemplo de Fernando Martínez*. Este emprendedor e inversionista maneja junto a su familia varias franquicias de Lili Pink, Joy y MIC. Todas estas están dedicadas al comercio de productos textiles y prendas de vestir para mujeres y niños. Su foco son las personas de ingresos medios y bajos en municipios como Calarcá (Quindío), Roldanillo, Zarzal, Florida y Jamundí (Valle del Cauca), Santander de Quilichao (Cauca) e Ipiales.
Al preguntarle a Martínez si le golpea el dólar porque suben los precios de las importaciones, respondió que él no tiene que lidiar con el riesgo de tasa de cambio porque toda su mercancía llega en consignación, tiene el precio fijado por el dueño de la franquicia y solo la paga cuando la vende. Por ese lado, tiene muy bajo riesgo.
Incremento de precios
El golpe lo siente porque los clientes van con menor frecuencia a sus locales comerciales y también compran menos productos, pues comienzan a sentir que el dinero no les alcanza y prefieren darles prioridad a los productos de primera necesidad, como los alimentos. “Si bien en la ruralidad la devaluación llega más tarde, igual se siente porque cuando el dólar sube, se incrementan los precios de los insumos y luego los precios de los productos que llegan al consumidor final”, explica didácticamente Martínez.

El otro fenómeno que enfrenta el emprendedor es que sus clientes deciden ir más seguido a las cacharrerías de la competencia porque los precios son más bajos. Esto debido a que muchos de esos productos se fabrican en Colombia y en la coyuntura actual salen más baratos.
Yo puedo dar fe de ello. Hace poco renuncié a unas chanclas playeras que en Panamá valían 45 dólares (cuentas rápidas me llevaron a calcular un precio de 170 mil pesos en ese momento); dos semanas después me decidí por otras de apenas 18 mil pesos compradas en una pintoresca tienda de Anapoima. Así que me ahorré unos devaluados pesos colombianos para pagar la cuota de la tarjeta de crédito del viaje a la playa.
Hasta el huevo
Así le compre el huevo al único tendero de Caparrapí o en la góndola de un almacén de cadena en Bogotá, puede estar seguro de que ese huevo también sufre las consecuencias de la devaluación.
La mayoría de las gallinas comen maíz, concentrado fabricado con soya y, las más afortunadas, engullen una que otra lombriz. La excepción son las exóticas aves orgánicas sometidas a dieta de forraje saludable y libre de tóxicos, con gusanitos y bichos silvestres. Estas pueden costar hasta tres veces más que una gallina criada en galpón industrial.
Pues ese maíz que se tragó la gallina y el concentrado provienen, en su gran mayoría, de mercados como Estados Unidos, Argentina y Brasil. Y como usted sabe, los alimentos se pagan en dólares. Así que, por cuenta del alimento, nuestras gallinas y los cerditos también sufren las consecuencias de la devaluación.
Lo mismo pasa con los cultivos tradicionales que se abonan y se fumigan con insumos importados, aunque se supone que los orgánicos realizan control biológico de plagas, por lo que muchos cultivadores investigan cómo adoptar esas prácticas de manera más competitiva. Y en este punto conectamos con un evento internacional que, por ahora, solo conocemos en las noticias: la guerra entre Ucrania y Rusia, pues los rusos son importantes proveedores de fertilizantes, junto a Estados Unidos y China.
Hablando de los chinos, ellos, además, han tenido continuos cierres para controlar los contagios por coronavirus. Esta situación también afecta al dólar, porque se retrasan los cronogramas de producción y la logística de envío de miles de millones de productos de consumo, así como de vehículos, chips y maquinaria para la industria, entre otros.
El mundo se enfermó de inflación
Carlos Andrés Pérez, analista y consultor empresarial, lo explica mucho mejor. “La principal fuente de la volatilidad cambiaria tiene que ver con el proceso de ajuste de la economía mundial por diferentes eventos. Algunos son las sanciones económicas impuestas a Rusia, la guerra con Ucrania que ha afectado los precios y el envío de las materias primas, el proceso de reacomodo de la logística a escala global, y el ajuste de las economías después de las medidas de reactivación de la pospandemia, que dispararon la inflación o el aumento de los precios al consumidor final”, dice.
A esto se le puede sumar un porcentaje derivado del resultado de las recientes elecciones presidenciales, y lo mismo pasa en Chile. “Aunque la economía colombiana es reconocida por ser bien administrada. Muchas empresas de capital extranjero siguen invirtiendo en el país gracias al conocimiento y la experiencia de los empresarios”, señala Pérez.

Este vallecaucano está convencido de que la perspectiva de largo plazo es muy positiva para el país y por eso los analistas lo ven como un lugar interesante para invertir. “Diversificar el riesgo al invertir en distintas monedas tiene sentido en cualquier momento, pero desde la perspectiva de largo plazo, no existen razones para pensar que la economía de Colombia esté amenazada o ad portas de una gran crisis”, afirma.
En conclusión, la devaluación nos persigue en todo momento de nuestra vida y no solo cuando salimos del país o gastamos en dólares; por lo tanto, es conveniente planear una diversificación de las inversiones en otros países, bien sea en acciones, finca raíz y otros vehículos. La clave es hacerlo de manera estratégica y no emocional. Pero también resulta importante tener en cuenta que este mal no es exclusivo de Colombia y que hay muy buenas perspectivas para nuestra economía en el mediano y largo plazos.
¿Cómo enfrentar esta volatilidad?
Después de este ejercicio para explicarle que a su huevito frito, cocido o revuelto también le afecta la devaluación, le quiero mostrar algunas recomendaciones para que enfrente con estoicismo e inteligencia esta volatilidad cambiaria.
¿Qué evitar en la devaluación?
De manera general, se recomienda disminuir o aplazar, si se puede, las compras de productos importados, bien sea a través de plataformas o en almacenes de comercio.
Daniel Montejo, emprendedor y mentor empresarial:
Enloquecer cuando el dólar sube un día más de 100 pesos y comenzar a vender todos sus activos para invertir en dólares o en otro país sin analizar las condiciones de esas inversiones.
Carlos Andrés Pérez, analista y consultor empresarial: comenzar a liquidar activos para comprar dólares y guardarlos debajo del colchón. Comprar dólares tiene lógica si prevé un gasto en esa moneda y quiere tener el recurso asegurado para cubrir consumos como las vacaciones. Pero comprar miles de dólares para tenerlos guardados en la casa es un ejercicio de especulación que puede ser una pésima inversión a largo plazo.
Fernando Martínez, emprendedor e inversionista: no tomar deuda en dólares. Por otro lado, tampoco hay que dejar quieto su dinero. “Yo tenía una plata quieta y la invertí en un proyecto de finca raíz en Colombia, porque al tenerla en efectivo le está perdiendo el 8 o 10 % por efecto de la inflación”.
¿Qué hacer en la devaluación?
Una decisión sabía podría ser enfocarse en compras de productos con un alto componente de insumos nacionales. Así, al menos, se diluirá el peso del dólar sobre el precio final. En lugar de salmón chileno o canadiense, compre trucha de Cundinamarca, por ejemplo, o reemplace los lychees por una deliciosa guanábana. Póngase creativo y recuerde que al consumir producción local también contribuye a la sostenibilidad ambiental y social.
Carlos Andrés Pérez: los emprendedores deben aprovechar el reacomodo de las cadenas logísticas y de las economías para identificar oportunidades de negocio e internacionalizarse. También se pueden contratar coberturas cambiarias para no estar expuestos a la volatilidad. Y tener una lógica de largo plazo para las inversiones, porque esto no se acaba el 7 de agosto.
Daniel Montejo: enfocarse en inversiones en Colombia que atienden a clientes del exterior. Por ejemplo, en nuestro negocio de eventos (Bestial) organizamos bodas y fiestas para extranjeros que quieren celebrarlas en Villa de Leyva. Cobramos en dólares, pero gastamos en pesos.
Fernando Martínez: invertir en poblaciones que tengan ciertos factores que amortiguan el riesgo cambiario. En Zarzal, por ejemplo, hay gasto asegurado por los pensionados que decidieron vivir allí; también la actividad agrícola genera empleo e ingresos, y hay turismo local e internacional muy dinámico. Y quienes tienen negocios basados en importaciones pueden evaluar la producción local para reducir la exposición a la tasa de cambio.
* Nombre cambiado por petición de la fuente.
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