Hamlet y seis lunáticos de la literatura universal
Alfredo Iriarte
Publicado originalmente en la Revista Diners de marzo de 1990. Edición 240.
WILLIAM SHAKESPEARE
HAMLET
Es, como el tal Quijote, una de las obras más célebres de todos los tiempos y a la hora de la verdad, nadie entiende por qué. El joven príncipe Hamlet- que nada tiene de interesante como personaje puesto que es pusilánime, indeciso, atolondrado y medio chiflado- gusta de pasearse por la explanada de su castillo de Elsinor en las noches porque está muy afectado por la muerte reciente de su padre, el Rey.
Una noche se va la luz en el castillo, lo cual ocurre con frecuencia por fallas de la empresa, Hamlet da su acostumbrado paseo y entonces se le aparece, con todo el tétrico aparato propio de los Infiernos, el espectro de su padre.
El Príncipe cuestiona la autenticidad del espantajo, pero éste se identifica plenamente con sus documentos. Ya más tranquilo, Hamlet lo escucha, y es este el terrible momento en que su padre le revela que su muerte no fue natural, como se dijo en la Corte, sino provocada por su pérfido hermano Claudio (tío de Hamlet) y su esposa Gertrudis (madre de Hamlet), quienes le echaron un veneno por la oreja mientras dormía en un jardín sin guardaespaldas ni nada.
Lógicamente, lo que pasaba era que el infame Claudio codiciaba como loco tanto el trono como a la rolliza Gertrudis, y finalmente se sale con la suya. Ante la cruel revelación, Hamlet acaba de enloquecer y embobecer y es entonces, cuando en vez de castigar al usurpador fratricida y a la adúltera, se pone a hacer pendejadas tales como “asustarlos” haciendo que un grupo de cómicos trashumantes represente ante los nuevos reyes el drama de la real muerte de su padre.
Naturalmente, Claudio y Gertrudis se sienten incomodísimos y se ponen alerta contra su hijito y sobrino, cuya conducta, a partir de ese momento, comienza a ser la de un perfecto lunático. La linda y delicada Ofelia, hija de un cortesano lambón y sapísimo llamado Polonio, está perdidamente enamorada del loquito pero Hamlet, en vez de corresponderle como cualquier varón entero, lo que hace es ponerse a hablar solo o echarle unas filosofías rarísimas cada vez que se la encuentra, para terminar al fin insultándola y haciéndola llorar de la manera más cruel.
El fantasma del papá se le sigue apareciendo como para que se mueva y haga algo, pero nada que el bobo se atreve. Lo único que hace es encerrarse un día con mamá Gertrudis a echarle indirectas a ver si confiesa. Es ese el momento en que Polonio que, como queda dicho, es el gran sapo de la Corte, se oculta detrás de unas cortinas y Hamlet, en un berrinche de locura, lo atraviesa de una estocada por oír conversaciones ajenas.
Entonces se precipita el despelote. Ofelia pierde el juicio y se ahoga en un charco. Claudio trama una conjura para asesinar a su sobrino orate pero fracasa. Hamlet hace un viaje muy accidentado y cuando vuelve le da por dialogar con las calaveras. Y viene entonces el desmadre final, con una matazón en que mueren hasta los espectadores de las primeras filas de luneta. Esa es toda la maravilla del tal Hamlet.
GUSTAVE FLAUBERT
MADAME BOVARY
Lejos de ser el prodigio que pintan. Una lobita francesa de provincia -“gente plebe de lo peor”, como dice mi madre y además de eso arribista y dadivosilla de lo suyo, se casa con el médico del pueblo, un cretinazo de remate llamado Charles Bovary, que encima de todo es medio tartajoso. Tienen una hijita pero eso no obsta para que Ema (tal es su nombre) mantenga prendido el radar en procura de un varón apetecible. Finalmente se le cruza en el camino un pisaverde buen mocito que le pone bolas.
Ema se enloquece por él y le pone los cuernos al pobre mediquín pueblerino quien, a su vez, los porta con resignación. El desdichado Bovary no sólo es un fracaso como amante sino aún como médico.
En el campo profesional comete unas chambonadas tan gordas que Ema le pierde el poco respeto que todavía le guardaba. Pasa el tiempo. A la señora Bovary le va mal con su primer amante y captura otro, con el que le va peor. Como tiene delirios de grandeza, adquiere deudas que crecen como cáncer. Cuando los acreedores la sofocan, acude a sus exnovios en busca de un empréstito redentor. Ambos se declaran insolventes. Ema se enloquece e ingiere un veneno capaz de liquidar un hipopótamo en minutos. Abrumado por la pena, muere el médico Bovary, dejando a su única niña huerfanita. ¡Tremenda telenovela!
FEDOR DOSTOIEVSKY
CRIMEN Y CASTIGO
Un estudiante menesteroso de San Petersburgo, llamado Raskolnikov, jarto con las insidias de una vieja usurera, la mata a hachazos. Después de quinientas páginas más pesadas que el feldespato decide entregarse y confesar su crimen debido a lo cual lo confinan en Siberia, práctica esta que ya pasó de moda en Rusia hasta para los disidentes.
LEON TOLSTÓI
LA GUERRA Y LA PAZ
¡Solemne tontería! Al conde Tolstoi le dio la ventolera de sentarse a contar la invasión napoleónica a Rusia, que ya estaba relatada por multitud de historiadores y que lo siguió siendo por otros muchos después de la muerte del conde. Lo único que nos falta es que ahora los historiadores se gradúen de novelistas.
MARCEL PROUST
A LA BÚSQUEDA DEL TIEMPO PERDIDO
Después de pasarse media vida de coctel en coctel, el señorito Proust decide tapiar un aposento con láminas de corcho para no oír ruidos y se pasa la otra media escribiendo una historia infinita en la que, por ejemplo , se gasta ochenta páginas para describir las volteretas que da en la cama un desvelado antes de dormirse.
Finalmente, este encierro anti-higiénico le agrava el asma y monsieur Proust se muere a los cincuenta y un años y ocho tomos.
Y ahora, algo de Colombia:
JORGE ISAACS
MARÍA
Es una finca muy linda del Cauca donde los blancos tratan divinamente a los esclavos, hasta el punto de que, en vez de darles látigo, bailan con ellos. En la casa de la hacienda vive la bella María, tan joven y aristocrática como Efraín, hijo del dueño.
Los dos jóvenes se enamoran, pero su pasión solo se manifiesta en interminables y castísimos coloquios que parecerían insufribles en estos tiempos en que la consigna universal es (por suerte) ¡MANO A LA PRESA! Efraín viaja lejísimos para estudiar, la frágil María coge un resfriado y muere. El joven regresa y ya la encuentra enterrada. Llora sin consuelo frente a la tumba de la amada, sobre la cual merodea un chulo. THE END.
JOSÉ EUSTASIO RIVERA
LA VORAGINE
Un tipo perrísimo seduce a una niña bogotana de clase media y se vuela con ella para los Llanos. Pasan mil peripecias hasta que la niña (Alicia), que no es tan buena como parecía, deja a su raptor (Arturo) y se vuela con el malo de la novela (Barrera).
Arturo se enfurece y se mete selva adentro en pos de la venganza. Hay hormigas que se comen a los hombres y progresistas empresarios del caucho que azotan y torturan a sus trabajadores por vagos y, además, por falta de una legislación laboral adecuada.
Finalmente, Arturo encuentra a los fugitivos y lo primero que se le ocurre, y en efecto pone en práctica, es servirles un suculento banquete a las pirañas con la humanidad de Barrera. El espectáculo impresiona tanto a Alicia, que termina abortando. Abandonan la güesamenta pelada de Barrera río abajo y continúan el safari hasta que se los traga la selva. Definitivamente, ya no hay que leer.