Alexander McQueen, un retrato del diseñador irreverente

El documental que ofrece una mirada íntima a la fascinante vida del diseñador británico, llega a las carteleras de cine.
 
Alexander McQueen, un retrato del diseñador irreverente
Foto: Alexander McQueen
POR: 
Revista Diners

El mundo de la moda se ha compuesto por diferentes diseñadores que han marcado tendencias durante generaciones, pero sólo unos pocos han logrado destacar su trabajo al punto de romper los cánones estéticos y transformarlos en un estilo transgresor y revolucionario.

Alexander McQueen es, sin duda alguna, uno de los más grandes de la historia de la moda. Sus orígenes humildes, ambición, arte y gloria fueron las pautas que marcaron la inspiración durante su corta vida, que acabó voluntariamente a los 40 años.

La corta existencia de McQueen, de acuerdo a los directores Ian Bonhôte y Peter Ettedgui, tiene estructura de novela de Charles Dickens, “pero sobre todo, tiene espíritu de performance”, a la que han querido rendir homenaje por medio de un brillante documental que recorre su atormentada vida a través de seis episodios y un prólogo que giran alrededor de grabaciones caseras y de sus más grandes desfiles.

“Es mágico. No hay nada tan emocionantemente poderoso como crear un espacio íntimo y confesional en el que tu protagonista pueda compartir o reflexionar sobre sus historias directamente con el público”, cuenta Ettedgui.

Como el cuento de hadas gótico que representa el diseñador en sus pasarelas, su vida fue desde un comienzo tormentosa y pasional. En su adolescencia sufrió de violencia y abusos, lo que se reflejó en una adultez llena de drogas, alcohol, depresión y enfermedad.

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Muchos creen que sus diseños eran el reflejo de su vida, e incluso, él mismo decía que desde lo más profundo de su ‘psique’ surgían los universos que representaba en sus colecciones.

Su trabajo se nutre de la fragilidad, los miedos, las pesadillas y los fantasmas. “Para él la moda era una forma de exorcizar sus demonios”, cuenta su sobrino en el documental.

Su talento le abrió las puertas en cada lugar al que llegaba, y su irreverencia marcó las generaciones que hoy hacen moda. De acuerdo a la directora de la Universidad Central St. Martins, donde se formó Alexander, Bobby Hillson, “el no paraba de reírse, era creativo e irreverente y estaba lleno de entusiasmo”.

Su creatividad lo llevó en 1992 a presentar su colección “Jack el destripador”, que le permitió conocer a Isabella Blow, la encargada de impulsar su carrera y quien se convirtió en su musa y protectora.

Conforme la fama y la gloria crecía, la vida de McQueen se vuelve más compleja. Su entrada a Givenchy lo cambió todo. El ritmo de trabajo y la presión de ser comparado con John Galliano se volvieron insoportables.

Pero al mismo tiempo logró enfocarse en el éxito de su línea, lo que marca su historia con los momentos más felices de su vida. Su éxito era tal que Tom Ford llegó a decir que él era un “poeta”. En ese momento, Gucci compró el 50% de la firma, lo que le permite renunciar a Givenchy.

Pero la gloria le cobró demasiado caro. Los lujos y la fama lo llevaron a consumir cocaína, fumar en exceso y a contraer el VIH. Después de esto su gran amiga Isabella Blow se suicidó. Esto lo sumió en una profunda depresión, a tal punto que las personas que lo conocieron sabían de sus intenciones de matarse en el cierre de un desfile o en algún escenario dramático.

La muerte de su madre, la persona que más quería en el mundo, fue lo que terminó de romper el hilo que lo mantenía vivo. Y en el día de su funeral se suicidó.

         

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junio
8 / 2018