¿Por qué nos dejamos engañar de la Soberbia juventud?

Soberbia juventud es la novela de Pablo Simonetti que sigue la vida de un inocente joven consumido por los secretos y la confusión sexual.
 
¿Por qué nos dejamos engañar de la Soberbia juventud?
Foto: Penguin Random House
POR: 
Gabriela Sáenz Laverde

El artículo ¿Por qué nos dejamos engañar de la Soberbia juventud? fue publicado originalmente en Revista Diners de marzo de 2014

Soberbia juventud es el libro más autobiográfico de Pablo Simonetti, ¿en dónde está usted?

Todas mis novelas tienen un contenido autobiográfico importante. Yo necesito que la historia sea cercana a mí para poder contarla con el entusiasmo desde ya pero también con los detalles que dan vida a las situaciones y a los personajes.

Lo que aquí ocurrió es que yo viví de cerca un amor desesperado. Y hay un personaje que dio pie para la inspiración de construir a Felipe Selden. Pero él, rápidamente, por sus características personales, se mezcló con otros dos personajes literarios que son muy queridos para mí.

Uno es Isabel Archer, la protagonista de “Retrato de una dama” de Henry James, y la otra es Lily Bart, protagonista de “La casa de la alegría” de Edith Wharton. Ellos tres se trenzaron en un solo personaje que es Felipe Selden.

Una ficción verdadera

Después, cuando yo vi que el personaje real tenía este parecido en cuando a su carisma, su belleza, sus privilegios, posición social y dinero, que tenía con los otros personajes, se me ocurrió pensar que en realidad una mujer de finales del siglo XIX tenía una cierta perspectiva que se le estaba abriendo por delante, la posibilidad de dejar de ser un personaje subsidiario de la vida de los hombres, de los hijos, y quería adquirir cierta autonomía. Y estas mujeres en las novelas tienen ese aire de independencia.

Lo mismo le ocurre a Felipe como un hombre gay a principios del siglo XXI, cuando por primera vez empiezan a ver que la vida no significa un camino de restricciones. Tienen estas posiciones tan privilegiadas que los hacen ver la vida más despejada a pesar de que aún existen amenazas tan grandes sobre ellos: a Felipe por ser gay, y a Isabel y a Lily por ser mujeres en su momento.

Y a esto se agregó la sensación que tuve de repente de sentirme que yo ya no era joven. Que yo era un escritor adulto, maduro. Esa sensación fue el último impulso para largarme a escribir. Ya tenía un personaje disponible, que estaba compuesto por estos tres personajes, y tenía una motivación más histórica o cultural: la idea de personas que están empezando a ver la posibilidad de tener una vida plena sin estar sometidos por el prejuicio, y por último encontré un lugar para mí como narrador y que no soy yo mismo, porque también Tomás Vergara es una composición de narradores. O sea tiene algo mío, pero tiene algo del Filo de la Navaja de Somerset Maugham, y tiene algo de Nick Carraway del Gran Gatsby.

Hablemos de la idea de la soberbia en la juventud, ¿la juventud no es consciente de sus privilegios?

Sí, para una persona joven siempre creen que la estrella siempre está brillando y cualquier milagro imposible siempre le va a pasar. Y sólo cuando se dan cuenta que están en la misma situación de los demás es cuando se dan cuenta que han perdido la juventud. Yo creo que eso a mí me pasó. En un momento uno adquiere una cierta humildad con la vida. La mirada del escritor es “qué maravilla es la juventud, pero también qué arrogante, qué jactanciosa, qué orgullosa ante todas estas posibilidades”. Uno se da cuenta después que las cosas cuestan mucho más. Ya sabemos que las oportunidades son pocas, que hay que aprovecharlas, que hay que trabajar duro, y que uno va caminando por un caminito angosto y no por la gran planicie que siente Felipe que se abre frente a él.

Cuénteme de las mujeres en la obra: se siente un poco como que las mujeres son las aliadas naturales de los gays

Lo son, sin duda. Tuve una conversación el otro día con un director que quería hacer una serie de televisión sobre el “mundo gay” y no había ninguna íntima amiga, hermana o algo. Le dije “te falta un personaje fundamental y tiene que ser protagonista”.

Creo no conocer a ningún gay que no tenga una mejor amiga. Y son relaciones que se producen de mucha confianza y de mucha intensidad también, para bien y para mal. Ahora, creo que el camino que ha recorrido la mujer, a lo largo del siglo XX le permite ver con muchísima más claridad la discriminación que sufren las personas gays, el atropello que existe a su dignidad y en ese sentido naturalmente son solidarias con la causa. Y sin la causa feminista o post feminista, no existiría una causa LGBT.

El feminismo, o el pre feminismo, son claramente lo que abren el camino a que las personas LGBT empiecen a exigir sus derechos y el trato igualitario. Antes de eso hubiera sido impensable. Son dos historias que las mujeres van adelante, porque comenzaron antes y han tenido logros importantes aunque la discriminación continúa. Y nosotros vamos detrás inspirados por ellas. Y también hay algo que es el discriminador: el machista y el homofóbico son el mismo.

Entonces el machismo es todo lo contrario

El machismo es una concepción de vida que está arraigada en toda nuestra convivencia por muchos siglos. Y la iglesia a través de su catecismo ha sido una de las principales defensoras. No sé si el rito católico todavía dice que la mujer le debe obediencia al hombre, pero hasta hace muy pocos años esto era lo que decía.

Y por supuesto que las relaciones LGBT estaban totalmente condenadas por la iglesia. Se suponía que uno podía ser LGBT pero ser casto, deberle un sacrificio a Dios. Y bueno, todo esto ha sido un machismo hipócrita, porque en el fondo ha sido imponer el machismo como una forma de poder brutal, de darse poder ellos también y al mismo tiempo permitirse las atrocidades más grandes en los abusos sexuales.

Me encantan mis personajes femeninos. Las dos mujeres, Elvira y Alicia son las que hacen que la vida de Felipe cambie para siempre: Alicia con la herencia y Elvira con la niña, Josefina, que se convierten en puntos de trama que son esenciales a la novela. Vienen de la mano de ellas.

La mujer de la Soberbia juventud

Elvira es una mujer independiente, a pesar de que uno la pueda acusar de que es una mujer manipuladora. No hay nadie que viva su vida de una manera completamente ingenua. O que viva relacionando a la gente que tiene alrededor en pos de un cierto bienestar.

Josefina, la niña, es un personaje bien inesperado. Ella me permitió mostrar la calidad moral de los personajes a través de la manera que los personajes se relacionan con ella, con escenas muy sencillas y palabras muy simples.

El esfuerzo autoral se me abrió cuando la puse en el mapa. La manera como los adultos se relacionan con ella es un retrato moral indeleble y casi hiperrealista. La relación con los niños nos define muchísimo como adultos.

Una cosa que siempre me llama la atención es cómo los escritores hablan de que la historia toma su propio curso, o los personajes tienen su propia vida. ¿Cómo es eso?

Es que aparecen cosas. Por ejemplo a mí me apareció la tía Alicia. Y toda esa historia de la tía Alicia, su pasado, etc. No sé dónde la tenía guardada porque no había escuchado nunca una historia como la suya.

Uno llega a la historia con un personaje disponible, con un conflicto en mente, yo esbozo el argumento en una línea: Felipe y Camilo se conocen. Una vez que empiezas a contar la historia empieza a irse hacia un lugar que no está definido. Y ese aporte lo hace tu inconsciente que es el que está contando la historia.

Inconscientemente estás hablando de cosas que son muy personales y propias. La novela puede leerse como una historia de amor, o como una historia de formación, o de cómo los costos de presentarse como gay han ido disminuyendo… pero yo sólo tenía en mente a este personaje para contarlo. Las novelas tienen que tener múltiples estratos.

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febrero
27 / 2021