Las mejores tablas del mundo en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá

Llega el XIV Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá Claro y por eso le pedimos a uno de los más interesantes creadores del momento que nos sugiriera las obras que no debemos perdernos.
 
Las mejores tablas del mundo en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá
Foto: Cortesía FITB
POR: 
Marc Caellas

Durante varios meses del año pasado circularon rumores de diversa índole sobre el futuro del Festival Iberoamericano de Teatro Claro. Se oía que la deuda acumulada en las dos últimas ediciones amenazaba con engullir a un festival que parecía no poder gestionar de manera solvente la herencia de Fanny Mikey. Sin embargo, y por fortuna para la ciudad, tras la alianza con El Tiempo y a la solemne declaración como patrimonio cultural de la nación por parte del Senado de la República, el FITB parece contar hoy con el músculo económico suficiente para seguir siendo uno de los eventos culturales más importantes de Colombia. Con el lema “Todos tenemos que ver”, el Festival llenará las calles y teatros de Bogotá entre el 4 y el 20 de abril.

Con todo, es innegable que el Festival ha adelgazado. De tener 354 compañías en el año 2010, a las 90 de este año; de 58 grupos callejeros, hemos pasado a 10, y de los 27 grupos de teatro infantil que se presentaron en la última edición con Fanny ahora solo serán 8. Seguramente es lo que tocaba. Una cierta racionalización de los esfuerzos. A fin de cuentas, sigue siendo uno de los grandes festivales del mundo. Pocos pueden presumir de ofrecer obras de 25 países, de los 5 continentes, con casi 300 funciones en sala y más de dos millones de espectadores.

Brasil, con todo

Para esta edición de 2014, la XIV del FITB, Brasil es el país invitado. Apenas un par de meses antes del mundial de fútbol, un acontecimiento global con grandes dosis de teatro incorporadas, Bogotá recibirá a una delegación que presentará siete propuestas escénicas de calidad, de distintos géneros y formatos. Una muestra del potencial de Brasil en las artes escénicas del siglo XXI.

Quizás su rasgo capital sea el trabajo con el cuerpo, tema central sobre el que pivota la investigación de los grupos brasileños, que siempre incluyen a un preparador corporal en su equipo artístico.

Para la inauguración podremos disfrutar de Gonzagão, la leyenda, un musical sobre la vida y obra del compositor popular Luiz Gonzaga, conocido como el “rey del Baião”. Además, desde Salvador de Bahía llegará el Bloco Afro Os Negðes, que amenizará con su percusión el desfile inaugural por las calles del centro. Se trata de un grupo que surgió de los trabajos de una organización social y cultural que desde el año 82 trabaja por la defensa de la cultura afro en la capital negra de Brasil.

Pero hablar de teatro brasileño es hablar de Nelson Rodrigues. Como García Lorca en el ámbito hispanoamericano, el teatro de Nelson rompe los tabúes sobre el sexo, la familia o la muerte. Son textos que cuestionan la doble moral, la hipocresía, el racismo de una sociedad poco acostumbrada a radiografiarse de esa manera. Toda nudez será castigada, de Antunes Filho, es el espectáculo que podremos ver en Bogotá, el octavo montaje a partir de textos de Nelson de uno de los creadores más respetados del país.

La delegación brasileña presenta también una obra de Bob Wilson, a partir de La dama del mar, de Ibsen, en versión de Susan Sontag. Wilson es uno de esos creadores inclasificables. Es autor, director, actor, escenógrafo, arquitecto, pintor, escultor, videoartista, diseñador e iluminador. Y es también un gran gestor cultural que cada verano se encierra en una mansión en Long Island con alrededor de cincuenta estudiantes. Watermill es el nombre de este laboratorio de creación en el cual artistas de renombre se someten a la “dictadura” de Wilson. Juventud, belleza y talento se reúnen en un espacio idílico desde donde el maestro atiende a sus numerosos proyectos esparcidos por el mundo.

Varietés

El Festival también tiene su espacio para los actores mediáticos. Si en la pasada edición pudimos bailar en la carpa cabaret a pocos metros de Tim Robbins, en esta ocasión los amantes de las celebrities quizás puedan tomarse una selfie con Cecilia Roth o Darío Grandinetti. Con una completa filmografía a cuestas, los actores argentinos aceptaron el reto de llevar al teatro Una relación pornográfica, una exitosa película interpretada magistralmente por Sergi López y Nathalie Baye. Las comparaciones entre cine, literatura y teatro suelen ser odiosas, pero dejaremos que el espectador bogotano saque sus propias conclusiones. Cabe señalar que el punto de encuentro nocturno ya no será Corferias sino Downtown 727, un antiguo teatro reconvertido en sala de fiestas, ideal para las tertulias y la rumba posterior a las obras. Con capacidad para 1.000 personas, durante 14 noches los invitados y los espectadores podrán bailar al ritmo de las mejores bandas y dj locales, como La Derecha o Dani Boom.

Uno de los grandes aportes del Festival al país es la sección que antiguamente se llamaba los eventos especiales y que ahora se bautizó con el apropiado nombre de la Escuela del Festival. Un apasionado equipo liderado por Natalia Helo se preocupa de coordinar una serie de talleres y clases maestras para todo tipo de estudiantes y profesionales de las artes escénicas. Un esfuerzo de gestión encaminado a formar a los creadores locales a precios razonables. Una oferta formativa que los teatreros esperan con ansia. Dos ejemplos: Mariano Pensotti impartirá un taller de dramaturgia y Bruno Tackels uno de crítica teatral.

Y como no todo pueden ser elogios y parabienes, quisiéramos dedicar unas líneas para comentar la cuestionable gestión de la participación colombiana en el Festival. No parece de recibo que un Festival de tanta envergadura, que hasta la edición de 2010 solía alquilar los teatros a los grupos locales (cinco millones de pesos) y les pagaba unos honorarios (dos millones de pesos por función), ahora no solo no pague sino que se lleve un porcentaje (30 %) de la taquilla de los grupos que se presentan, dejándoles con apenas 35 % de unos inciertos ingresos. Así las cosas, participar del festival supone perder dinero para las compañías colombianas, un coste que los grupos deben asumir sin protestar a cambio de intangibles como promoción, prestigio o contactos. El asunto se agrava cuando el criterio para la selección de los grupos que se presentan es cuanto menos dudoso. A diferencia de antes, ahora se permite a las propias salas que programen a su gusto. El criterio curatorial dejó paso ahora al criterio monetario. Así por ejemplo Casa E programa masivamente desde microteatro hasta obras que no superan un mínimo de calidad que debería exigirse en un Festival de este nivel. Se trata de algo que valdría la pena revisar para futuras ediciones.

El teatro, se sabe, es un arte efímero. La función es siempre única y sucede en un espacio y lugar determinado. Sin moverse de casa, uno puede acceder a gran parte de la literatura mundial, a las mejores series y películas, escuchar todo tipo de música, contemplar obras de arte. Lo que no puede hacer es vivir la experiencia del teatro que se hace en otros lugares. A no ser que se viaje mucho resulta muy difícil tener una panorámica de lo que sucede en el mundo de las artes escénicas. Pues bien, el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá constituye la oportunidad para ponerse al día. La oferta es grande. Se trata de estar atento, investigar y también, ¿por qué no?, arriesgarse.

         

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marzo
27 / 2014