Julián Ángel, el pastelero favorito de Instagram

Entre tortas, ponquecitos, flores, color y muchos detalles, Julián Ángel, un pastelero amateur, comparte un pedazo de su mundo con los seguidores de su blog.
 
Julián Ángel, el pastelero favorito de Instagram
Foto: Valeria Duque
POR: 
Claudia Arias

Quien visite el blog Historias del Ciervo, una suerte de mundo de fantasía que recuerda la película María Antonieta, de Sofía Coppola, imaginará que detrás hay uno o varios cocineros profesionales, una cocina de revista especializada y todo un equipo de producción. Pero lo cierto es que en la casa de Julián Ángel, el creador de este proyecto, no hay hornos ni luces profesionales, tampoco lo acompaña un equipo de producción. De hecho, Ángel es el único que de dedica al blog. Se trata de un hobby que se toma muy en serio.

En el estudio de su apartamento, ubicado en El Poblado, hay un computador y una mesa en la que tiene dispuestos los elementos de la historia en la cual trabaja. Ponquecitos recubiertos con crema color rosa, coronados con cerezas frescas, rojas, muy grandes, como las que poco se ven en el trópico; fresas, algunos huevos, un recipiente con frutas y vegetales, y una estilizada torta cubierta con crema azul.

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“Lo concebí como un blog de comida, que también contara un poco de mi vida, mis búsquedas, los éxitos y fracasos en el camino. Quería algo muy real, que permitiera a los seguidores entender mi propio proceso de aprendizaje”, explica Julián. El particular nombre, cuenta, surgió porque el ciervo es uno de sus animales favoritos y un día sacó al azar una carta de los ángeles en la que aparecía este animal junto a un mensaje que decía: “Tus obras revelarán los orígenes”. No tuvo que pensar más, solo sumarle la palabra “historias”, porque sentía que algo le hacía falta.

UNA BÚSQUEDA POR LA CREATIVIDAD
Julián nació en Armenia y estudió comunicación social. Soñaba con ser periodista, pero ama el mundo de las imágenes y la creatividad. En la universidad aprendió algo de animación y video, lo que lo llevó a fundar una empresa de diseño web. Luego se fue a Bogotá a trabajar en una organización dedicada al mismo tema y después pasó a una compañía estadounidense, con la cual aún labora desde su casa en temas similares.

Un vídeo publicado por Revista Diners (@dinersrevista) el

Hace cuatro años llegó a Medellín y muy pronto se vio envuelto en el ambiente de creatividad que se vivía. La ciudad influyó para que naciera este blog, pero el proceso tomó su tiempo. Tras unos fallidos cupcakes, Julián siguió intentando una y otra vez, estudiando por internet y ensayando. Perfeccionó la técnica y supo que quería estudiar, pero no una carrera completa. Hizo un curso de tres meses con su amiga Paulina Naranjo, de la repostería Como pez en el agua. “Estaba feliz, aprendí mucho, era el mejor momento de mi semana, y cuando terminó, quedé en el aire”.
Tenía claro que quería hacer algo que incluyera cocina y creatividad, pero no sabía qué. Empezó a seguir a reconocidos blogueros de cocina y food styling como Linda Lomelino, cuyo mundo digital admira especialmente, pero no le llegaba la inspiración para su proyecto personal. Pensaba que podía hacer algo así, pero tenía miedo y se preguntaba para qué dedicarle tantas horas a algo que ni siquiera era su trabajo.

“Estuve dos meses sumido en la oscuridad”, dice, hasta que el 28 de septiembre de 2015 recibió como regalo de cumpleaños una cámara Canon. Al otro día compró ingredientes, flores y todo lo que necesitaba y el 3 de octubre montó su primera entrada en el blog. Aunque al principio solo tuvo unos likes en Instagram, pronto el asunto se puso serio y la viralidad se hizo evidente –hoy en día cuenta con más de 75.000 seguidores en esta red social–.

En menos de un año, Historias del Ciervo pasó de producciones básicas –esto es un decir– a poderosos videos que han llegado a más de 120.000 reproducciones. Su mayor satisfacción, confiesa, es hacerle frente al miedo que tiene a la crítica, lanzar una propuesta personal, creer en ella y recibir tantas respuestas positivas de sus seguidores que no ahorran elogios y, además, preparan sus recetas.

No quiere ser el mejor cocinero del mundo ni hacer recetas rebuscadas, su sofisticación está en la decoración, en sus producciones, en la elección de la ropa que usa para ellas, el toque personal de cada cosa, la música que elige. Además, ya ha podido hacer sus primeros trabajos pagos derivados del blog.

Cocina de noche, deja todo listo y en los ratos que el trabajo le deja durante el día hace las producciones y publica el blog. Dice que lo mejor de todo es disfrutar, está aprendiendo sobre el denominado slow living, que no alude a vivir lento, necesariamente, sino a darse el tiempo para cada cosa, y deleitarse con lo que hace.

Sueños tiene, sí, quizás un libro con sus recetas y producciones, pero va despacio. Por ahora sigue comprando recipientes, tablas y trapos, floreros y tazas, todo lo que le permita ambientar cada nueva creación.

         

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agosto
3 / 2016