Al son del corazón, proyectos culturales a bordo de una casa rodante

Junto a su mascota, dos colombianos recorren el continente americano promoviendo vivencias pedagógicas y proyectos culturales. Esta es su historia.
 
Al son del corazón, proyectos culturales a bordo de una casa rodante
Foto: Cortesía 'Al son del corazón' - @alsondelcorazonviajero
POR: 
Maria Camila Botero

Para Jaime Roldán y Diana Arroyave su propósito en la vida es claro y una frase del filósofo Fernando González los ayuda a acercarse a ello: “El único sistema para viajar es la lentitud y detenernos donde nos coja el amor”, decía el envigadeño. 

Esta pareja colombiana coincide en que son muy “andariegos”. Ella ha recorrido gran parte de Colombia por su profesión y él atravesó Suramérica en bicicleta hace 13 años; por lo que la idea de recorrer el continente americano en una Renault Traffic blanca nunca le sonó descabellada, aunque fue una Combi Westfalia la que despertó sus ganas de viajar en una casa rodante. 

casa rodante Colombia
Para estos viajeros el hecho de tener solo lo esencial para vivir les permite agradecer mucho más cuando se pueden dar lujos. / Foto: Cortesía Al son del corazón

Eso sí, tenían claro que no iniciarían esta aventura con el único objetivo de conocer diferentes lugares, sino compartiendo sus saberes. “No queríamos solo tomarnos fotos o vender cosas que nos implicaran ir a sitios turísticos. Lo que nos gusta es conocer más a las comunidades. Compartir con las personas es otra forma de habitar los territorios”, relata Diana, pues según Jaime, ambos  son ”pésimos” mostrando su día a día y no tienen “espíritu de youtubers”. 

De esta manera, el 2 de febrero del 2020 empacaron sus cosas, embarcaron a su mascota Lula —una perrita de casi 5 años— y dejaron su casa en Medellín para comenzar con Al son del corazón, un proyecto cultural que funciona en dos líneas: promoción de lectura y escritura y desarrollo del ser y biodanza.

Al son del corazón
En sus planes no está tener hijos, por lo que aseguran que su compromiso es solo con ellos mismos y con su mascota Lula. / Foto: Cortesía Al son del corazón

Vivencias pedagógicas en movimiento

“Formas de viajar hay muchas —válidas todas—, pero viajeros con proyectos pedagógicos y culturales, pocos”, dice Jaime. Es por esto que en cada municipio o ciudad al que llegan dan todo de sí para construir tejido social y promover el desarrollo comunitario. 

Él es licenciado en Filosofía y Letras, así que se encarga de hacer los talleres de lectura y escritura. Diana es psicóloga y durante muchos años trabajó en intervención psicosocial a víctimas, por lo que brinda las vivencias de desarrollo del ser y biodanza, “la danza de la vida”. 

“La biodanza es un sistema de integración de la identidad a través de la música, el movimiento y el encuentro grupal, que inventó el chileno Rolando Toro. No es una clase de danza, sino que son una secuencia de ejercicios intencionados para fortalecer los potenciales vitales y promover la alegría de vivir. Hablamos de vitalidad, de creatividad, de afectividad, de sexualidad y de trascendencia”, explica Diana.

Los talleres de biodanza permiten que las personas se reencuentren con ellas mismas y con el prójimo. / Foto: Cortesía Al son del corazón

Por su parte, Jaime no solo dicta talleres para leer y escribir sino que inspira a otros a explorar su creatividad. “Hay niños que al final de la vivencia dicen ‘no sabía que era capaz de crear mi propio cuento’. Eso es lo más importante del viaje para nosotros: saber que estamos aportando de alguna manera haciendo lo que nos gusta hacer”, agrega Diana.

Con estas vivencias no solo impactan a niños, también a docentes, campesinos, trabajadores públicos, grupos de socorro y todo aquel dispuesto a hablar con ellos y compartir un chocolate caliente.  

Este viaje, según Jaime, les ha permitido conocer de primera mano “que los jóvenes no lo quieren todo fácil —como nos dijo un alcalde—, sino que son ellos los que más se preocupan por generar espacios culturales. Hemos derrocado muchos mitos como que los colombianos somos violentos, porque lo que hay en nuestro país es solidaridad, inteligencia y empuje de sobra. Acá hay gente que hace cosas muy buenas, solo nos falta articularnos y movernos hacia el mismo lado”.

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Tocar muchas puertas 

Para esta pareja viajera su nuevo proyecto de vida no cambió mucho sus rutinas, pues antes de esto trabajaban haciendo lo mismo y casi siempre con contrato por prestación de servicios. La diferencia es que ahora lo pueden hacer en cualquier parte del mundo.

“Este es un proyecto que se construye en red. Es como una bolita de nieve que va creciendo desde el voz a voz”, comenta Jaime. Para ello dependen de las políticas públicas de los municipios, quienes los contratan para alinearse con las estrategias culturales del lugar.

Vivencias pedagógicas

Algunas veces es más fácil que otras, pues aunque la mayoría de alcaldías están abiertas a trabajar con ellos, otras simplemente “no tienen voluntad”, dicen. Como entienden que no todos los municipios tienen presupuesto para la cultura o que a veces la burocracia no permite destinar rápidamente recursos a esta, se basan en la economía colaborativa. 

“Salimos con ahorros, pero nuestras actividades tienen un costo, que es el que nos permite seguir con el viaje. Sin embargo, Al son del corazón ofrece muchas posibilidades para los que no pueden pagarnos ese monto, pues no primamos el dinero, sino la experiencia. Cuando uno va caminando por el pueblo y los niños nos dicen ‘hola, profe’ o ‘cuándo vuelven’, ya eso lo valió todo”, dice Jaime. 

Esta economía consiste en que a cambio de un valor fijo, se les pague con comida, bonos de gasolina, entradas a museos o cualquier otro recorrido turístico por el pueblo. “Si hay voluntad, es posible”, recalca Diana. 

Cuestión de costumbre

El carro que los llevará a recorrer el continente es pequeño, pero tiene lo necesario para sobrevivir: baño con ducha de agua fría, nevera, lavaplatos, estufa de dos puestos, pipeta de gas, tanque de 100 litros de agua, cama amplia y clóset. Aunque Jaime aclara que no pegaron ni un clavo sino que lo mandaron a camperizar. “Somos bastante inoperantes en ese sentido, porque lastimosamente no sabemos de eso”. 

Tienen un panel solar, pero a veces se queda corto por el consumo de la nevera. Así que tienen que desconectarla para poner a cargar sus dispositivos electrónicos. La ropa interior la lavan en el lavaplatos, pero para lo demás deben pedirle el favor a algún amigo o conocido.

Al son de corazón Diana y Jaime
Diana y Jaime llevan 6 años juntos. / Foto: Cortesía Al son del corazón

“Son gajes del oficio, pero vas apropiándote de ese espacio y haces acuerdos acerca de los lugares que vas a usar para no estorbar o simplemente te vas a caminar para tomar un respiro”, cuenta Jaime. 

Recorrer América

Los dos paisas ya han recorrido medio país junto a Lula, quien está con ellos en todo momento. Su casa les ha permitido embelesarse con los paisajes de Jardín, Antioquia, Mocoa en Putumayo, la represa de Chivor en Boyacá, el embalse del Guavio en Cundinamarca y más de 50 destinos impresionantes que les han mostrado la riqueza de Colombia a nivel natural y personal. 

Su plan inmediato es continuar con su ruta por Cundinamarca, hasta llegar a Bogotá. Se dirigirán a Meta y a Casanare, y luego subirán nuevamente hasta Boyacá para recorrer los pueblos que les hagan falta. Harán un receso en Medellín en diciembre por la boda de un hermano de Jaime. Después, seguirán hasta Santander y Norte de Santander y continuarán hacia la costa. Si el otro año ya han abierto fronteras, recorrerán toda Suramérica, Centroamérica y finalizarán en Norteamérica. 

talleres de lectoescritura
Los talleres de lectura y escritura son uno de los ejes que los rigen. / Foto: Cortesía Al son del corazón

“No tenemos problemas con el tiempo, sabemos que nos vamos a demorar varios años, pero la idea de nuestro viaje son las vivencias, así que tratamos de no pasar ningún pueblito en blanco. Además este es nuestro proyecto de vida, no tenemos afán. Lo que queremos es que nos reconozcan. Que eventualmente no tengamos que hacer la gestión sino que sean los municipios los que nos pidan que los visitemos”, aclara Jaime. 

El viaje que lo cambió todo

Con esta experiencia Diana y Jaime confirmaron que no quieren volver a vivir en una ciudad. Si al caso, se irían al campo o algún lugar que les permita disfrutar esa sensación de libertad. Hablar con la gente y escuchar sus historias es lo que más los llena, porque no llegan a enseñar, sino a compartir saberes. “Creemos que se puede hacer las cosas de una manera distinta. Que este sistema tiene grietas por donde uno se puede meter para hacer lo que uno realmente quiere en la vida”, comenta Diana.

Al son del corazón ofrece vivencias pedagógicas en movimiento. / Foto: Cortesía

Están convencidos de que cada persona puede aportar a la construcción de sociedad desde sus saberes. Ellos lo hacen a través de la educación, de la escucha y del compartir; pero lo más importante, a partir del amor, pues creen que cada día hay un lema que cobra más fuerza en su vida: “amor, llama amor”.

Puede conocer más sobre Al son del corazón a través de sus redes sociales

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septiembre
9 / 2021