Angélica Ladino, la colombiana que recorre Australia en una pequeña van
Maria Camila Botero
“Lo que más me gusta de ella es que siempre tiene una sonrisa y está feliz”, dice el australiano Beau Mitchell mientras hace su mayor esfuerzo por hablar español y describir a su esposa, Angélica Ladino, a quien conoció hace casi tres años en Perth, Australia.
Foto: Cortesía Angélica Ladino / @quietachiever2
Fue él quien hace un año la convenció de recorrer su país en una pequeña van blanca llamada Pote, en la que han conocido algunos de los paisajes más hermosos de la nación que tiene más canguros que personas.
Una estadía más larga de la esperada
Angélica Ladino nació en Barrancabermeja, Colombia, y acaba de cumplir 28 años. Tan pronto terminó de estudiar Derecho en la Universidad de los Andes, aplicó a muchos trabajos, pero el requisito en todos era el inglés. “Cuando me decían te vamos a hacer algunas preguntas y una prueba escrita, colgaba o inventaba que me había salido otra oportunidad porque me daba vergüenza. Era negada para el idioma”, recuerda.
En Australia estaba una de sus hermanas y, como es legal trabajar mientras se estudia, vio en este país el destino perfecto para aprender inglés y de paso recibir algunos dólares para su manutención. En enero del 2016 recibió la visa y a finales del mismo mes ya estaba en Perth para hacer un curso de seis meses que le daría las herramientas para volver a Colombia a ejercer su profesión.
Foto: Cortesía Angélica Ladino / @quietachiever2
Ya lleva cinco años y en sus planes más cercanos no está devolverse a Colombia para ejercer como abogada.
La pasión que fue reemplazando de a pocos al Derecho
Conseguir trabajo en Australia no es tan fácil como lo pintan. Al menos no para alguien que no domina bien el inglés. Así que comenzó a ayudar a su hermana en la pastelería en la que trabajaba. “Vivía con ella gratis y no tenía trabajo, lo menos que podía hacer era ayudarla. Me levantaba a las 3 de la mañana, iba a la pastelería y a las 7 terminaba y me iba al colegio a estudiar inglés”, recuerda.
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Pero un mes y medio después su hermana quedó embarazada y le dijo que no podía seguir yendo. A los tres meses, cuando ya había aprendido lo suficiente, le ofrecieron el trabajo. “No sabía cocinar nada, apenas un huevo frito o una arepa”, dice riendo, pero con ellos aprendió todo lo necesario para hacer muffins, cheesecakes y muchas otras cosas que le encantan.
“Después de un tiempo dejé de decir que era abogada para presentarme como panadera. Amé tanto ese trabajo que no me daba duro haber dejado una profesión universitaria en Colombia”, admite.
Foto: Cortesía Angélica Ladino / @quietachiever2
Así fue su vida durante cuatro años en Australia, hasta que conoció a Beau y su historia cambió. “Con él también llegó todo un mundo de posibilidades que yo no me imaginaba”, asegura.
El día en que todo cambió
Se casaron el 9 de mayo del 2019. Fue una ceremonia sencilla “que no pudo ser mejor”, apunta Angélica. Formaron un hogar juntos. Tenían una casa y una vida común hasta que Beau le propuso a Angélica algo que cambiaría sus vidas. “Dijo que estaba cansado de la rutina y que quería viajar por Australia en una van”.
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Al principio no estaba de acuerdo. Le parecía una idea muy arriesgada y no sabía de qué iban a vivir. “En Colombia se tiene la mentalidad de que uno vive para trabajar, así que uno trabaja todos los días y a final de año se da unas cortas vacaciones. Acá es diferente. La gente trabaja duro, pero tienen un nivel más importante para el descanso y la diversión”, asegura.
Decidió aceptar la propuesta. A los dos días compraron la van y empezaron a construirla. Duraron tres meses en el proceso de adaptación, renunciaron a sus trabajos, vendieron las cosas, aprovecharon para visitar a los familiares de Angélica en un viaje rápido a Colombia y el 21 de mayo del 2020 comenzó la aventura.
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Recorriendo paisajes de postal
“Te sientes tan afortunado de poder ver paisajes maravillosos en primera plana. Es hermoso levantarte y que lo primero que veas sean unas montañas gigantes, un desierto majestuoso o a veces las cristalinas aguas del mar”, dice Angélica Ladino.
Partieron desde Perth (occidente de Australia y la cuarta ciudad más poblada) en un recorrido “lento, pero seguro”, como dice en el parabrisas trasero de la van. Siguieron subiendo hasta llegar a Darwin, otra ciudad costera en el norte y una de las más calientes de Australia, donde siempre hay cocodrilos en las playas, por lo que no se puede nadar en ellas.
Foto: Cortesía Angélica Ladino / @quietachiever2
Después bajaron al centro hasta Alice Springs. Allá está Uluru, una formación rocosa y rojiza que tiene más de 384 metros y 9 kilómetros de contorno. Un lugar sagrado para los aborígenes australianos que desde 1987 es Patrimonio de la Humanidad.
Luego cruzaron hacia el suroriente del país, donde llegaron a Brisbane, una de las ciudades más importantes de Australia y la capital del estado Queensland. Ahí van. Han recorrido más de 8.100 km en nueve meses.
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“Nadar con tortugas marinas en Exmouth (al norte), fue de las mejores experiencias. Estábamos solo Beau y yo haciendo careteo en unas aguas supercristalinas y vimos al menos unas siete, ¡fue hermoso!”, recuerda Angélica emocionada.
“También fue maravilloso cuando conocimos la arena roja, ¡es magnética! Parecía Marte. Y la primera vez que vi un cocodrilo en la playa fue una locura, es algo de no creer. De hecho, cruzamos en medio de una cueva llena de cocodrilos de agua dulce que se supone que no te hacen nada”, agrega.
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Esto apenas empieza…
“Nuestra meta es continuar viajando por cada rincón del país. Apenas estamos en la mitad del viaje”, comenta Beau. Por ahora se están dando unas cortas vacaciones familiares en la casa de una de las hermanas de Angélica, pero en las próximas semanas retomarán el viaje con destino a Cairns (al nororiente), donde está la Gran Barrera de Coral, que por su inmensidad, se puede observar desde el espacio, pues se extiende a lo largo de 2.600 kilómetros frente a la costa nororiental de Australia.
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Después irán hacia Sídney (al suroriente), la ciudad más grande, poblada y antigua del país, seguirán hacia Melbourne (capital del estado de Victoria) y cruzarán en un ferry hasta Tasmania. Finalmente, irán a Adelaide (al sur de Australia), la quinta ciudad más grande del país, y se devolverán recorriendo la costa hasta llegar nuevamente a Perth.
“Cuando terminemos este recorrido, la idea es ir a Colombia para que mi esposo mejore su español. Tal vez allá también hagamos un recorrido, es muy pronto para saberlo”, dice Angélica con una gran sonrisa.
Foto: Cortesía Angélica Ladino / @quietachiever2
La van que les ha permitido vivir esta experiencia
Pote los ha acompañado en un gran, gran recorrido. Para hacernos una idea, desde el punto más norte de Colombia, que es Punta Gallinas, en la Guajira, hasta Leticia, Amazonas, hay 1.861 kilómetros. Ellos han recorrido cuatro veces eso, sin baño, congelador, espejo, lavadora, lavaplatos y con ropa limitada.
“Cuando empezamos el viaje no teníamos mucho presupuesto, así que compramos una van pequeña, pero son comodidades que se sacrificaron para tener la oportunidad tan magnífica de recorrer este país”, asegura Angélica.
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Sin embargo, tienen casi casi todo lo que necesitan: una cómoda cama, un clóset, escritorio, cocina y ventilador.
Para lavar, usan una pequeña bolsita en la que caben dos camisas, dos shorts y dos pares de medias: llenan la bolsa de agua hasta la mitad, aplican un poco de jabón, cierran y la restriegan por al menos dos minutos. Luego enjuagan nuevamente. Es un proceso sencillo en el que gastan menos de cinco litros de agua por lavada. Para secar la ropa, extienden una cuerda en cualquier lugar que puedan y esperan.
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La cocina es una tabla que se despliega desde la parte de atrás de la van (el cuarto) y funciona con pequeñas pipetas de gas que les sirve para hacer todo lo que necesitan. Como no tienen baño dentro de la van, usan baños públicos, que por fortuna, según ellos, están por todas partes.
También tienen un tanque de 45 litros de agua que deben ahorrar hasta que encuentren una bomba o algún lugar para recargarlo. Según Angélica, normalmente es sencillo encontrarlos y es gratis, pero cuando están en el desierto, pueden pasar varios días hasta que vean algo.
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Obtienen electricidad a través de un panel solar que también se recarga al manejar. Sin embargo, cuando llueve durante tres días seguidos o se quedan parqueados en un solo sitio, no hay energía. “Nos toca escoger entre si cargamos el celular o el computador, y nosotros vivimos de crear contenido, así que es complicado”, explica Angélica Ladino.
Vivir de crear contenido para redes sociales
Al comienzo empezaron el viaje con ahorros, pero luego de cuatro meses, Angélica comenzó a generar ingresos creando contenido y él vendiendo fotografías. “Soy creadora de contenido en redes sociales. Relato nuestra aventura en van, cuento historias de latinos en Australia y doy tips para vivir acá. Al inicio empecé ganando 100 dólares al mes con mi canal de YouTube, pero eso servía solo para dos tanqueadas del carro, no era suficiente”, recuerda.
Cuando el recorrido avanzó y se dedicó cien por ciento al canal, sus seguidores aumentaron, al igual que sus ingresos. Actualmente tiene 141 mil seguidores en Instagram, 187 mil en Facebook y 120 mil suscriptores en YouTube.
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“Al estar tan expuesta en las redes me di cuenta de lo cruel que puede ser la gente a veces. Recibes muchos ataques y comentarios negativos que no te esperas. Que por qué no me arreglo, que soy fea, que debería maquillarme y mostrar la belleza latina y un montón de cosas que así no quiera, dañan el ánimo, pero uno tiene que aprender a fortalecer el autoestima”.
Pero también recibe comentarios buenos de gente que la admira y que se ha inspirado en su contenido para darle un giro a su vida. “Un chico me envió la foto de un pequeño carro que había comprado y adaptado para recorrer Colombia por tres meses. Eso me llenó de mucha energía y felicidad”, recuerda.
No todo es tan maravilloso como parece
“Una noche se nos metieron ratones en la van, y puede parecer tonto, pero es que en un auto es mucho más complicado que en una casa porque se escucha todo y caminan por todas tus cosas. Estábamos en el medio del desierto sin la posibilidad de comprar una trampa, tres noches después pudimos conseguir unas y para rematar, en redes me criticaron por haberlos matado”.
Angélica también recuerda otra noche en la que estaba haciendo tanto calor que dejaron la puerta de la van abierta y unos hombres empezaron a robarlos hasta que Beau se levantó y salieron corriendo. “Eso demuestra lo vulnerable que uno está al mundo. Es nada más abrir la puerta y ya te encuentras con todo”, explica.
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En otra calurosa ocasión, donde estaban a 47 grados centígrados tratando de mantenerse frescos con el único ventilador de la van, Angélica accidentalmente lo dañó. “Esa fue la primera vez que Beau se fue a dormir bravo conmigo.
Normalmente, cuando discuten, no tienen más opción que esperar un rato y hablar porque el espacio es tan pequeño que no hay hacia donde huir. “Él se va para la parte de adelante y yo me quedo en la habitación hasta que nos calmamos y lo arreglamos. Suele ser muy calmado y yo muy alborotada, así que siempre me ayuda a encontrar una solución en el punto medio”, comenta.
Las experiencias son el mejor regalo
Foto: Cortesía Angélica Ladino / @quietachiever2
Dentro de un año recibirá la residencia y, eventualmente, la ciudadanía australiana. Está feliz y quiere seguir recorriendo la mayor cantidad de sitios posibles. “A veces creemos que las cosas materiales son mejores, y es algo cultural, nos han enseñado que es chévere mostrar, decir acá vivo, tengo este carro y este trabajo, pero para mí es mejor sacrificar ciertas comodidades para vivir las cosas que he vivido y tener los gratos recuerdos que siempre estarán en mi memoria”, finaliza.
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