Me lo contó un viajero, el libro que le cuenta cómo es viajar por 65 países

Juan Sebastián Alba Torres
Santiago Trujillo tiene 43 años, aunque no los aparente. El 14% de su vida la ha dedicado a viajar por el mundo. Esta pasión lo llevó a embarcarse en un recorrido en el que se fueron sumando días, meses y años, casi sin darse cuenta.
“Normalmente la gente que está viajando tiene menos años, pero yo creo que me veo joven por buenos genes y por la actitud que tengo frente a la vida”, cuenta este paisa que dejó su trabajo en una importante empresa del sector público en Medellín para dedicarse a conocer los rincones más maravillosos y lejanos del mundo.
Desde pequeño le gustaba explorar. Disfrutaba de los viajes que hacían en el colegio y de conocer lugares nuevos. Luego estudió Ingeniería Electrónica e hizo cursos de buceo. “Cuando terminé la universidad comencé a trabajar en el Grupo Isa, en Telecomunicaciones. Me especialicé en mercadeo”. comenta Santiago.
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El sueño que no se cumplía
Al tiempo que trabajaba siempre tuvo en la cabeza viajar. “Cuando estaba trabajando pensé en irme por Suramérica de mochilero. Empecé a buscar comunidades de viajeros y descubrí que muchas personas se quedaban en casa de otras personas haciendo couchsurfing, que es que permiten usar por unos días una habitación o un espacio en la casa, para colaborar e intercambiar experiencias”, cuenta Santiago.
Mientras planeaba el viaje se enteró de que había una convocatoria de trabajo en EPM. “Dije: ‘Voy a aplicar al trabajo solo para ver cómo es el proceso’. Además, el día que terminó el proceso estaba armando el itinerario para comenzar el viaje por Colombia y Ecuador. Pero me llegó el correo que decía que había quedado seleccionado”, dice Santiago.
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En medio de su nuevo trabajo decidió que una buena forma de conocer viajeros era hospedarlos en su casa y se hizo anfitrión de viajeros que hacían couchsurfing.
“Esa es la filosofía de viaje. Desde que a uno le abran la puerta uno es feliz. Así sea dormir en el sofá, en una hamaca, carpa, en el piso, en donde sea”, dice Santiago.
El impulso para lograr el viaje
Cada día que salía de trabajo su motivación era conocer las experiencias que le contaban los viajeros que llegaban a su casa. “La gente del trabajo me decía que estaba loco, que cómo era posible que le dejara las llaves de mi casa a unos desconocidos, pero nunca pasó absolutamente nada malo”, agrega Santiago.
Finalmente tomó el impulso que le faltaba y empezó a organizar su viaje. Pidió visas, permisos y compró un tiquete a Nueva Zelanda, el primer destino de su recorrido.
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“Ya tenía fecha para viajar y solo faltaba renunciar al trabajo. Lo planeé para febrero y en esas nos llegó un correo de la empresa avisando que debían recortar personal, que si había algún voluntario. Me ofrecí de una pero tenía que tener el visto bueno de mi jefe, pues estaba en un proyecto importante para la empresa”, cuenta Santiago.
Al final terminó renunciando a su trabajo y arrancó un viaje que hasta ese momento no tenía fecha de regreso.
Cuatro años y 65 países después
El 2 de marzo de 2016 viajó a Nueva Zelanda, el punto de partida de su recorrido que lo llevaría por 65 países. “Desde el principio me propuse que todos los trayectos debía hacerlos pidiendo aventones, pues eso me ayudaría a ahorrar mucho dinero, así que desde que salí del aeropuerto de Auckland empecé a hacerlo”, comenta Santiago.
Dice que una de las cosas más difíciles de viajar es quitarse los prejuicios, el qué dirán y preocuparse por lo que piensen los otros. Así fue encontrando personas que lo ayudaron, que le daban direcciones cuando estaba perdido y hospedaje cuando lo necesitaba.
El viaje se alargó cada vez más. Su recorrido lo llevó por Oceanía, el Sudeste Asiático, China, Hong Kong, Mongolia, Taiwán y Corea del Sur, entre otros. Así iba tachando lugares en el mapa, conociendo personas y aprendiendo tradiciones de cada país. “Al principio mi familia me preguntaba que cuándo iba a volver, luego ya me decían: ¿y ahora para dónde va?”, cuenta Santiago.
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Así que si llegas a ir, lleva donaciones para la escuela y has la caminata comunitaria. . . . .
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A medida que viajaba iba metiendo más destinos a su lista. África fue uno de esos lugares que le llamaron la atención y que debía conocer. Luego pasó a Europa y terminó su recorrido en Islandia, viendo las auroras boreales, uno de sus sueños.
“Allá sentí el llamado de casa. Ya había pasado mucho tiempo por fuera. Ya estaban en invierno y creí que era buen momento de regresar”, agrega Santiago.
Me lo contó un viajero
Ahora sus experiencias están en un libro que decidió escribir por fin en medio de la pandemia y tras su regreso a Colombia, y que se puede comprar por Amazon o en sus redes sociales.
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“El libro se llama Me lo contó un viajero, porque cuando comencé a viajar siempre llamaba a mi novia de ese entonces y le iba contando lo que hacía, por dónde estaba y todo lo que me pasaba. Pero fuimos perdiendo la costumbre y la distancia va complicando todo, así que ahora que llegué y con este encierro por fin tuve el tiempo de dedicarme a terminarlo. Espero que sea una guía y aunque ahora será diferente, puede que sea una guía para las personas que tienen un sueño así y que nunca se han atrevido a hacerlo”, concluye Santiago.