72 horas en Quito y sus alrededores

Óscar Mena
Durante los últimos años, Quito ha sido galardonada alrededor de seis veces como destino líder de Suramérica en los World Travel Awards, conocidos también como los Óscar del turismo. Y las razones para tal reconocimiento son múltiples: sus paisajes, la gente, su riqueza arquitectónica y cultural, son impresionantes. Así que es hora de escaparse a visitar la capital de este país vecino que tiene mucho por ofrecer.
Aunque lo ideal es tener más tiempo, Diners le propone un trepidante recorrido de tres días.
Un lugar histórico en Quito
Nada mejor que comenzar el primer día en el centro histórico de Quito. Declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad, es uno de los mejores conservados en Latinoamérica. Hace sol y la sensación permanente es que a lo largo de sus 3,5 kilómetros se viaja al pasado. Sus calles angostas, adoquinadas y casas con más de 400 años de historia sorprenden al visitante.
El olor del verdadero cacao de la calle Mejía y García Moreno se combina con el del café en la Plaza de los Capellanes, donde hay varios lugares para tomar esta bebida. A una cuadra se encuentra la Plaza Grande, donde los quiteños suelen ir a dar una vuelta y comer helado de maíz tostado y caramelo, que coloquialmente llaman caca. Es hora de tomar fotos del Palacio de Carondelet, donde trabaja el presidente de la república; la Catedral Metropolitana y el Palacio Arzobispal.

Más al sur está la iglesia de la Compañía de Jesús, del siglo XVII, bañada en pan de oro. No deje de subir hasta la cúpula para apreciar una panorámica del lugar.
A la salida, caminando un poco más al norte, se alcanza a ver la figura de la Virgen del Panecillo, una escultura gigante, de treinta metros de altura, hecha por el artista Bernardo de Legarda y que cuenta con la particularidad de tener alas.
Es tiempo para probar un chocolate. Sobre la Ronda, una calle con tiendas de creativos, restaurantes y artesanos, se encuentra la chocolatería Cheztiff. Sus dueños, Bertrand y Cristina Indemini, explican que el cacao ecuatoriano es el mejor del mundo por las características del suelo. “Se considera menos amargo, tiene menos grasa y azúcar, y lo más importante, es aromático”, asegura Cristina.
Sobre la misma calle hay varios restaurantes donde se pueden probar los platos más típicos del país, como el locro, una sopa de papa acompañada de queso, aguacate y chicharrón, o el hornado, una tortilla de papa con relleno de queso que viene con mote, maduro y chicharrón.
En las nubes
Luego del almuerzo, puede pasar una tarde fantástica en el teleférico de Quito, aproximadamente a una hora del centro, justo en el extremo oriental de la ciudad. Es el más alto del continente, pues parte desde los 2.950 metros hasta llegar a la cúspide de Cruz Loma, cercana al volcán Pichincha, a 4.050 metros. Desde aquí se puede apreciar una de las mejores panorámicas de la ciudad.
Si le queda tiempo, no deje de ir, en el barrio Arroyo Delgado, al museo de uno de los más destacados artistas ecuatorianos, Oswaldo Guayasamín.
Rumbo al Cotopaxi
Lo mejor es levantarse muy temprano para ir al parque nacional Cotopaxi, un símbolo de la geografía ecuatoriana, a tan solo 45 minutos de la ciudad. A la entrada puede aprovechar para comprar artesanías o gorros, sacos, bufandas y chales de alpaca local. Luego, en un viaje de quince minutos por carretera destapada, encontrará el museo donde lo recibirán con un té de coca. Y después emprenderá una caminata corta hasta el refugio José Rivas a 4.864 metros sobre el nivel del mar, muy cerca del volcán que lleva el mismo nombre del parque.

Al llegar a la cabaña disfrute de un chocolate caliente, mientras comparte con otros montañistas su experiencia de estar en este lugar.
A la salida podrá sellar su pasaporte como uno de los aventureros que venció la altura del Cotopaxi y si aún tiene energía, puede subir otros veinte minutos para tocar la nieve.
De regreso a la ciudad, una alternativa interesante para almorzar es el restaurante Zazu, en el centro de Quito. Aquí, el chef David Pico combina la tradición gastronómica local con técnicas europeas. No se pierda el menú degustación, que trae varias sorpresas, como un plato de quinua crocante, chochos, palmito, cilantro y ají amarillo o unos codos de pangora, aguacate, pepinillo, jalapeño y cilantro.
Al final de la tarde, el barrio La Mariscal es el centro de entretenimiento quiteño. Puede dar una caminata para visitar la Plaza Foch, donde convergen restaurantes, bares, hoteles y locales comerciales, como la tienda de artesanías de Olga Fisch; visitar el parque El Ejido y el Museo del Banco Central.
Para descansar, puede tomarse unos excelentes cocteles en el club Chosen Bar. Aquí puede conversar y pasar un buen rato.
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