Uruguay, un paraíso para pasar sus vacaciones
Hugo Sabogal
Lo primero que impacta de Uruguay es su tranquilidad. Aquí no hay estrés ni agresividad. Sólo hay que salir a la calle para darse cuenta de que no hay trancones ni pitos, y que la hora pico se parece más al tráfico de un domingo en Bogotá o Lima, que al infierno que padecen a diario los habitantes de esas capitales latinoamericanas. Para muchos argentinos y brasileños, Uruguay se ha convertido en su nueva morada, permanente o temporal, que ha disparado un boom inmobiliario sin precedentes en Montevideo y Punta del Este.
Cualquier recorrido debe empezar por donde uno se arma de energía, es decir, por los restaurantes locales. Los hay de mariscos, pastas, nouvelle cuisine, y comida criolla. Pero lo que uno nunca debe dejar de saborear es un bifé de esa carne tierna y única que ha convertido a este país del Cono Sur en productor y exportador sin paralelos. La realidad es que existen cinco vacas por cada uno de los 3,5 millones de uruguayos que habitan el país.
El placer de comer en Uruguay
Uno de los restaurantes más reconocidos es Francis, que sirve excelentes cortes, pero también pescados merluza y abadejo. También tiene preparaciones locales como matambrito de cerdo relleno y picaña de cordero. Además de una amplia variedad de postres con dulce de leche, esa pecaminosa delicia que no está ausente en ningún menú.
Tras visitar la ciudad vieja, el Teatro Solís, el Mercado del Puerto y el estadio Centenario –sede de la primera Copa Mundial de Fútbol–, es tiempo de encaminarse hacia Punta del Este, al oriente de Montevideo, no sin antes recorrer los 22 kilómetros de la rambla, una avenida que bordea la costa capitalina del Río de la Plata.
Punta del Este en la historia
Durante el viaje de dos horas a esta ciudad hay tiempo suficiente para meditar sobre el pasado. Los primeros en poblar estas tierras fueron los charrúas, quienes buscaron refugio aquí para protegerse de la furia de los guaraníes, originarios de Paraguay.
Los españoles arribaron en 1516 y enfrentaron la feroz resistencia de los nativos. Muchos se abstuvieron de pisar tierra porque no había evidencia de metales preciosos. En los siglos posteriores, las coronas española y portuguesa, además de la marina inglesa, se disputaron violentamente el control del territorio, que llevó a la fundación de Montevideo como fuerte militar.
Las refriegas se extendieron durante la campaña independentista y los comienzos de la república, como en todo el escenario latinoamericano. Hacia finales del siglo XIX se registró la llegada de un alto número de inmigrantes españoles, italianos y franceses, y este flujo vino acompañado de un mejoramiento económico y social, basado en la ganadería.
La vista lejana de Punta del Este es colosal
Aquí la arquitectura es revolucionaria. Cuenta con amplias avenidas, tiendas de marca, un aeropuerto internacional para aviones comerciales y privados, además de hoteles de lujo como el Solerios Punta Del Este, localizado en el vecino balneario de Maldonado, donde el confort está a la altura de Saint-Tropez.
Desde allí, y a unos 30 minutos de distancia, está Fasano Las Piedras, un condominio con hotel, casas, cabañas, campo de golf, cancha de polo, campos de tenis, centro ecuestre, restaurantes y playas privadas, construido por un inversionista brasileño del mismo nombre. Todo en este lugar es delicadeza y finos ingredientes, desde la entrada hasta el postre. Y nunca falta esa interesante gama de vinos uruguayos, con variedades como Tannat, Sauvignon Blanc, Albariño, Viognier, Merlot y Cabernet Franc.
Estos son las más cotizadas actualmente dentro y fuera del país y las que le vienen dando a Uruguay una identidad vitivinícola propia.
Rumbo a Garzón
A 70 kilómetros de Punta del Este se encuentra Garzón, un paraje reservado para artistas y escritores, que hoy se ha puesto en el mapa global gracias al cocinero argentino Francis Malman, quien montó un concurrido restaurante de temporada, y al petrolero gaucho Alejandro Bulgheroni, que inició un proyecto de 5.000 hectáreas llamado Agroland. Allí, con la marca Garzón, se elaboran finos aceites de oliva y una colección de vinos exclusivos. Los olivares y viñedos de Agroland pueden recorrerse en tractor, bicicleta o a lomo de caballo, para terminar con una degustación de aceites de oliva, panes, quesos y vinos, ya sea en una elegante terraza o en tiendas de picnic esparcidas por los jardines.
La Huella, un destino para visitar en Uruguay
La próxima parada es José Ignacio, un pueblo de pescadores identificado por un inmenso faro. Hoy, sin embargo, su reputación se debe a un simpático lugar para comer y relajarse en una atmósfera bohemia. Es el parador La Huella, que ocupa el lugar 17 entre los 50 mejores de Latinoamérica. Sus platos grillados y sus preparaciones de pescados y mariscos atraen tanto al público local como al internacional.
Tras un breve descanso y un buen café, puede continuar el camino hacia la sierra de la Ballena, a escasos kilómetros del mar. La gran sorpresa allí son los vinos de la bodega Alto de la Ballena. Sobresalen sus tintos de Tannat, Merlot y Cabernet Franc, y una agradable mezcla de Tannat y Viognier. Y Cetus, un impresionante Syrah.
Para terminar la jornada y esperar el espectacular atardecer, es paso obligado ir a Casapueblo, un proyecto arquitectónico y creativo del artista uruguayo Carlos Páez Villaró, que recuerda algunas de las formas no convencionales utilizadas por el catalán Antonio Gaudí en sus diseños.
Los sabores de Bouza
De regreso a Montevideo, la bodega Bouza es un oasis de buen vino y gastronomía. Tiene como cabeza principal al genial enólogo uruguayo Eduardo Boido, quien elabora vinos complejos e impresionantes, destacándose sus creaciones con Tannat, Chardonnay, Merlot y Albariño. Juan Bouza, el propietario, es un dedicado coleccionista de autos antiguos y ha reunido una flota de los célebres Ford T, el primer auto popular hecho en Estados Unidos.
En el contiguo departamento de Canelones surge un proyecto al mando de las enólogas Analia Lazaneo y Valentina Gatti. Se llama Artesana y está financiado por el estadounidense Blake Heinemann. Sus pequeñas producciones de Tannat y Merlot se complementan con uno de los mejores Zinfandel elaborados fuera de California. En particular, el corte de Tannat-Zinfandel-Merlot es inolvidable.
Otros viñedos en Uruguay
No menos interesante es la visita a Establecimiento Juanicó, también en Canelones. Es la principal bodega uruguaya, creada en 1830, y que actualmente está en manos de la familia Deicas. Fue la primera en lanzar un vino de guarda llamado Preludio, y ha sido igualmente visionaria en el mejoramiento de la uva Tannat para reafirmar su posición como bandera de Uruguay.
Hoy el portafolio de Juanicó incluye selecciones como Don Pascual y Familia Deicas, dentro de la cual sobresale un vino Pinot Noir muy interesante con la etiqueta Atlántico Sur. Y su agradable restaurante campestre sirve un clásico asado uruguayo con ensaladas frescas.
Solo queda por visitar el casco antiguo, cuya arquitecura evoca distintas épocas. Pero como toda ciudad latinoamericana, esta franja estuvo abandonada durante años. En los últimos tiempos, sin embargo, antiguas e importantes construcciones han sido restauradas, como el viejo Mercado Agrícola, convertido hoy en un llamativo centro comercial en el que conviven carnes, verduras, quesos, especias, cervezas artesanales, ropa y electrodomésticos.
Cómo llegar
Por vía aérea desde Buenos Aires, Porto Alegre, San Pablo, Río de Janeiro, Asunción, Santiago y Lima.
Moneda
40 pesos uruguayos equivale a 1 dólar.
Restaurantes
Montevideo: La Pulpería, Francis, Corchos Wine Bistro and Boutique (vinos y maridaje), Bistró Sucre Salé (cocina francesa), Es Mercat (pescados y mariscos).
Punta del Este: Fasano Las Piedras, La Huella, Fish Market Manantiales, Lo de Tere, Narbona.
Bodegas
Bodega Bouza, Establecimiento Juanicó, Bodega de los Vientos, H. Stagnari, Marichal, Castillo Viejo, Artesana. Alto de la Ballena, Bodega Garzón.