Un viaje en bicicleta entre los tulipanes de Holanda

Galo Martín
El artículo Un viaje en bicicleta entre los tulipanes de Holanda fue publicado originalmente en Revista Diners Ed. 533 de agosto de 2014.
Holanda y sus 18 millones de bicicletas con 35.000 kilómetros de ciclorruta para pedalear bien podría ser el escenario de una novela póstuma de George Orwell. Puentes suspendidos en el aire, túneles que penetran edificios históricos, glorietas flotantes y parqueaderos de vanguardia constituyen un paisaje futurista de infraestructuras de diseño al servicio de los ciclistas.
Esta “especie” (14 millones de bikers aproximadamente) que se mueve a golpe de riñón por el país Orange apuesta por un medio de transporte ecológico y saludable, dictatorial frente a los carros. La llaneza de la campiña, rumiada por vacas, decorada con tulipanes, custodiada por molinos y fresca por sus ríos, humedales e impresionantes pólderes, invita a recorrer su geografía a pedales.
La imagen urbana de un holandés subido en una “Omafiets” (bicicleta de abuela) grande y robusta hace que uno piense que las dos ruedas acá son un simple vehículo para desplazarse y no una afición.
Porque la vida de los holandeses sucede mientras suben y bajan de sus desvencijadas bicicletas. Es tan serio el tema que las ciclorrutas tienen su propia señalización, discurren al margen de las carreteras y los que manejan respetan a los que pedalean (cosa rara en otros lugares).
Hasta tienen un museo nacional de bicicletas, en la ciudad de Nimega, que las honra con una colección de 250 ejemplares de modelos auténticos a través de un recorrido por su historia, proceso de fabricación y diseño desde su invención a comienzos del siglo XIX.
En dos ruedas por el centro de Ámsterdam
Saliendo de la magna Estación Central de Ámsterdam, el forastero podría encontrar desmedido el parqueadero de bicicletas con el que se topa. Sin embargo, no es exagerado. Apiladas en varias alturas se cuentan por miles; sus dueños les ponen un candado y se encaminan a sus quehaceres…
El fondo de los canales que atraviesan la capital es el destino que les espera a muchas de las bicicletas que se roban. Los puentes que cruzan esas venas capilares que simulan los canales constituyen las únicas pendientes que un ciclista asciende en Holanda.
Pero a pesar de la aparente facilidad con la que se mueven los holandeses subidos en sus bicicletas, el visitante necesita un tiempo para acostumbrarse a circular y a descubrir que el freno se activa a contra pedal. Y así, a base de ring, ring, Ámsterdam se va mostrando mientras uno se adentra en el Rijksmuseum a través de un pasaje por el que transitan 11.000 bicicletas a diario.
Rumbo al Den Haag
06Las menudas distancias holandesas permiten al más novel de los aficionados a la bicicleta animarse a realizar un pequeño tour. Así, mi primer destino fue rumbo al sur: desde Ámsterdam enfilé hacia Den Haag (La Haya).
Aunque la primera parte de esta ruta de apenas 60 kilómetros es más narcótica que estimulante, el punto de inflexión fue, indudablemente, la bucólica localidad de Leiden (en el km 42), cuna de Rembrandt. A partir de aquí fui dejando a mi paso molinos de grandes aspas, algunos todavía en funcionamiento, otros conservados a modo de íconos del país. Y así, como si uno fuera cuesta abajo, alcancé Den Haag.
La Haya es una ciudad tan real (lugar de residencia de los reyes de Holanda) como altiva. Es refinada, tiene un rico patrimonio y además de los reyes acoge al gobierno y en los cafés y restaurantes se respira un ambiente cosmopolita.
Las calles lucen elegantes y en los días festivos y soleados se dan cita en el Lola Bikes&Coffee los ciclistas alrededor de una mesa mientras conversan sobre rutas, marchas, platos y otras inquietudes relacionadas con las dos ruedas. Den Haag es tan silenciosa que apenas se oyen los timbres sonar.
Así, sin afán ni necesidad de cambiar de velocidad, se llega a la vecina Delft. Aquí nació el pintor barroco Johannes Vermeer, creador del afamado cuadro La joven de la perla, una maravilla que puede apreciarse, así como sus apacibles vistas de Delft, en la Galería Real de Pinturas Mauritshuis.
El clásico Róterdam
Mi siguiente parada es la peculiar Róterdam, a 16 kilómetros de distancia. Los alrededores de esta ciudad destruida durante la Segunda Guerra Mundial albergan invernaderos que miman los tulipanes que en primavera colorean los campos.
Aquí el ciclista urbanita se anuda con clase la bufanda y pedalea despreocupado bordeando el canal de Westersingel. El turista disfruta con ganas cruzar los puentes de Erasmo y de Willems sobre el río Mosa para así alcanzar el barrio hip de Kop van Zuid.
En este lado del río se ubicaban los muelles y era donde los emigrantes embarcaban con destino a Estados Unidos. De entre todas estas construcciones destaca el Hotel New York, ubicado en las antiguas oficinas de la línea Holanda-América. Es un gigante imperdible.
Sin quererlo, pedaleando sin rumbo por esta ciudad fruto del ingenio de talentosos arquitectos y diseñadores se da con unas casas amarillas en forma de cubo. Ostenta una Estación Central en forma de aleta de tiburón hecha a base de hormigón, acero y cristal. De sus andenes salen trenes habilitados con coches para bicicletas, otra prueba más de su importancia en este país.
Los molinos de viento de Kinderdijk
De camino a Utrecht, justo en el centro de este país, se puede disfrutar de los 19 molinos de viento y de agua de Kinderdijk, declarados patrimonio de la humanidad. Pero ya a estas alturas del viaje, después de tanto tiempo sobre una bicicleta, uno tiene la conciencia y la sensibilidad para entender todo lo que se construye y diseña en Holanda por y para la bici.
En Utrecht, una ciudad donde lo que brilla son sus jardines escondidos, está previsto que para el 2018 se terminen las obras del mayor parqueadero de bicicletas del mundo, con capacidad para 12.500.
Paz y tranquilidad en Vecht
Los 40 kilómetros que median entre Utrecht y Ámsterdam son un bonito paseo por la región del Vecht, salpicada por fincas y mansiones rurales de los comerciantes del siglo XVII. Y así, del remanso de paz y tranquilidad, uno se devuelve a la capital. En la Estación Central miles de pasajeros recogen y parquean sus bicis. Una máquina hecha por el hombre, que funciona por la fuerza del hombre y que mejora la vida del hombre. Quién sabe si George Orwell le hubiera vaticinado este presente a las dos ruedas.
Si va a ir tenga en cuenta:
Ingresar a la página web de la Oficina de Turismo & Congresos de Holanda
Para llegar en avión desde Bogotá vía Madrid o París con klm.com e iberia.es
Para dormir
Ámsterdam:
Una manera alternativa a la hora de alojarse es hacerlo a través del portal: www.housetrip.com/es/amsterdam
Dos apartamentos www.housetrip.com/en/rentals/116322 o www.housetrip.com/en/rentals/117774
La Haya
Albergue Stayokay The Hague
www.stayokay.com/nl/hostel/den-haag
Róterdam
Hotel New York
Establecimiento moderno, además de café y restaurante.
Hotelnewyork.nl
Utrecht
Hotel Mitland
Stay Okay Bunnik
Un albergue en el interior de un bosque.
www.stayokay.com/en/hostel/utrecht-bunnik
Un café ciclista
Lola Bikes&Coffee en La Haya
Alquiler de bicicletas
Para rutas largas fuera de las ciudades:
www.icycleholland.com/contact.html
» Para moverse por la ciudad de Ámsterdam: