Qué ver, comer y dónde hospedarse en Río de Janeiro: guía completa

La belleza natural de Río de Janeiro se mezcla con el ritmo relajado de los cariocas. Aquí es posible disfrutar de todos los íconos culturales, de la vibrante escena culinaria y de la generosidad de sus playas, incluidos los atardeceres.
 
Qué ver, comer y dónde hospedarse en Río de Janeiro: guía completa
Foto: Vista aérea del Cristo Corcovado que protege a la ciudad de Río de Janeiro. Foto Liliana López. /
POR: 
Liliana López Sorzano

Si Río de Janeiro tuviera banda sonora, más allá de la clásica Chica de Ipanema de Jobim o de alguna samba de carnaval, sería la de País tropical, canción que le da nombre al álbum que Sergio Mendes lanzó en 1971, y que encierra en su letra y ritmo esa cadencia alegre, esa atmósfera contagiosa que recorre el pulso de esta ciudad (Moro en un país tropical, bendecido por Dios y bonito por naturaleza, en febrero hay carnaval…). 

Pocas ciudades en el mundo gozan del privilegio natural de Río, cuya biodiversidad incluye playas, montañas y selva tropical. Esa generosidad de la naturaleza se evidencia en las orquídeas que florecen en los troncos de los árboles, en el follaje excesivo de las plantas, en ese verde que se apodera del asfalto, en el agua del mar que aún conserva la transparencia a pesar del estilo de vida urbano, en las bahías, en las lagunas, en el Pan de Azúcar, esa formación rocosa que se levanta del océano, y en el cerro del Corcovado, donde la estatua del Cristo Redentor domina el horizonte en las alturas de la ciudad. 

Aunque son puntos turísticos de Río, vale la pena subir en teleférico al Pan de Azúcar para gozar de la vista espectacular sobre distintos ángulos de la ciudad. Además, desde ahí se puede reservar una vuelta en helicóptero —solo apta para quienes no les tengan prevención a las alturas—. En un día despejado, vale la pena despojarse del miedo y arriesgarse; la experiencia es impactante porque el vuelo sobrepasa las nubes y alcanza a pasar por encima del Cristo del Corcovado con los brazos abiertos, generando imágenes únicas. 

Foto Visit Rio.

El Hotel Fairmont está estratégicamente ubicado en el barrio Copacabana, más exactamente enfrente del puesto seis de la playa, cerca de los barrios de Ipanema y Leblon. Los espacios comunes y muchas de sus habitaciones regalan una vista increíble sobre la bahía de Copacabana, lo que hace que también sea un placer sentarse a desayunar o a disfrutar de la piscina infinita. 

Entre los servicios especiales del concierge, se puede acceder privadamente al Cristo del Corcovado para ver el amanecer y desayunar en las alturas, antes de que lleguen las hordas de personas buscando el mejor lugar para una selfie. Esta experiencia hay que reservarla con antelación. 

Lo que recomiendan los locales

María Vargas es una empresaria y relacionista pública reconocida en la ciudad, y para ella, la gente que visita Río debe ver un atardecer en la roca de Arpoador, beber una cerveza fría en el boteco Jobi e ir a una roda de samba en Beco do Rato, donde la alegría contagiosa de la música de samba hace que todos al unísono canten y bailen. Otro de los lugares donde se va a la tradicional roda de samba es Renascença Clube, en el que el ambiente se pone más que festivo a ritmo de batucadas. En épocas de carnaval, las escuelas de samba de la ciudad abren sus puertas para que la gente disfrute de los ensayos, como es el caso de Salgueiro, un imperdible en ese caso. 

Cecilia Padilha, carioca y presentadora del programa de televisión Saborearte, asegura que el encanto de Río son los cariocas y confiesa que cualquier persona de la ciudad va a responder lo mismo a la pregunta de qué les gusta más de la ciudad. Para ella, un plan que revela la esencia de los locales es ir a un quiosco de la playa para ver la caída del sol con una caipiriña en mano. Otra de las actividades predilectas es tomar un jugo de açaí en Bibi Sucos, Bb Lanches o Polis Sucos después de ir a la playa, correr, montar en bicicleta o jugar voleibol. En efecto, una imagen recurrente de la ciudad es ver a la gente haciendo deporte por los andenes ondulados de Burle Marx, porque el culto al cuerpo es una constante.

Diseñado por el arquitecto español Santiago Calatrava, el Museo del Mañana es un museo de ciencias
neofuturista construido junto al mar. Foto Visit Río.

Rafa Costa e Silva es un reconocido chef en la ciudad, y lo que más le gusta de su lugar de origen es el ambiente informal que se respira, las playas y las personas. Les suele recomendar a sus amigos darse una vuelta en bicicleta por la Lagoa e ir a comer carne a un restaurante típico de Río, Majorica, bastante desconocido para los turistas. 

Daniel Gabrielli, por su parte, un arquitecto italocolombiano que decidió mudarse a la ciudad después de vivir más de dos décadas en Europa y Estados Unidos, confiesa que los atardeceres en el mar, junto al cerro Dos Hermanos, son de los más lindos que ha visto en su vida. Tanto así que la gente aplaude cuando el sol desaparece en el horizonte. “Los cariocas son tan acogedores y simpáticos que les perdonas la constante impuntualidad”, asegura; también se impresiona del amor por el dulce, porque comer chocolates, garotos, brigadeiros, pudim o pe de moquete es parte irrefutable de la cotidianidad. 

Río gastronómica

Desde 2023, Río ha retomado un impulso en la escena culinaria y ha atraído la mirada internacional. A finales de 2023 se celebró la premiación de los Latin America’s 50 Best Restaurants, la lista en la que se reconocen los mejores restaurantes del continente latino y que se volverá a celebrar en este 2024, convocando a medios, amantes de la comida y la industria de la restauración de América Latina y del mundo. De hecho, para este año se revelará también la llegada de las estrellas Michelin después de tres años de pausa debido a la pandemia, ceremonia que se llevará a cabo el 20 de mayo en la ciudad. Estos dos eventos hablan del buen escenario que se vive en las mesas de la ciudad. 

Langosta con mayonesa de manzana verde.

Aunque los restaurantes en Río exudan informalidad, el terreno del fine dining es nutrido y cuenta con propuestas interesantes. Hace diez años, el cocinero carioca Rafa Costa e Silva abrió Lasai después de pasar ocho años en el restaurante Mugaritz, en España, y los últimos tres, siendo el jefe de cocina al lado de Andoni Luis Aduriz. Por esto le dio a su restaurante un nombre en euskera que significa ‘tranquilo’. 

Al primer año de su apertura consiguió una estrella Michelin, y en este momento ostenta el puesto número 14 en la lista Latin America’s 50 Best Restaurants y el 58 en The World’s 50 Best Restaurants. Hace dos años se cambió de local y ahora solo acoge a diez comensales por servicio, sentados en una barra desde donde pueden observar todo lo que pasa en la cocina. Como preludio de los ingredientes que se cocinarán esa noche, a cada cliente le acercan una canasta abundante y colorida llena de vegetales de temporada. Desde hace un tiempo, el chef ha privilegiado los insumos de frutas y verduras de la región dentro de su menú, con alguna proteína animal. Todos sus platos están elaborados con precisión, con un alto contenido estético, y revelando los sabores cariocas y brasileños de una manera elegante y contemporánea. Eso se evidencia en platos como el erizo sobre yuca frita y cilantro, al igual que las finas láminas de palmitos con coco y castaña de cajú, o la calabaza glaseada con ricota y nuez pecana. En la parte del maridaje, se enfocan en los vinos naturales y también muestran creaciones nacionales, como una bebida con burbujas de cacao fermentado.

Por otra parte, el chef Alberto Landgraf acoge a las personas en su restaurante Oteque, un espacio amplio, minimalista, con una acústica impactante, con la vista de la cocina abierta y amenizada por una gran banda sonora, con grupos como The Smashing Pumpkins, Radiohead, The Strokes y Artic Monkeys. En este restaurante del barrio Botafogo, el hedonismo viene en clave de ingredientes lujosos, como el atún aleta azul, el caviar, las ostras y las trufas, preparados con obsesión por la perfección, legado de su herencia japonesa. Todos ellos los combina con insumos brasileños como el tucupí, las papas barao, el coco o los chiles aromáticos, haciendo de las combinaciones abundancia de sabor. El maridaje de vinos que contiene un sake, cada uno servido en copas Zalto —las copas hechas a mano reconocidas por su cristal fino y delgado—, son ejemplares de productores europeos en su mayoría biodinámicos. Oteque también ostenta reconocimientos como las dos estrellas Michelin que le dieron en el pasado y el puesto 20 en la lista de Latin America’s 50 Best Restaurants. 

Otro de los exponentes de la alta cocina es Oro, del chef Felipe Bronze, a quien suelen detener en la calle para tomarse fotos con él por haber participado en varios programas de televisión. A Felipe le gusta llamar su propuesta “cocina brasileña de vanguardia y de fuego”. Se inscribe dentro de este movimiento en toda Latinoamérica de mirarse el ombligo, y de elevar el producto local y la tradición con técnicas y visión puestas al día. En este restaurante, los snacks abarcan una buena parte del menú, y aunque acostumbra cambiar de acuerdo con la estación, se pueden encontrar bocados como una ostra con jaboticaba —la fruta amazónica brasileña—, vieras con cajú, tartaleta de mate con melón y pescado madurado. 

Una propuesta particular la tiene Ocyá, que tiene dos sedes: una en Leblon y la otra en Ilha Primeira, la cual forma parte de un archipiélago situado en una laguna que se conecta con el mar. El chef Gerônimo Mathuel ha estado siempre cerca del agua y de la pesca, es cocinero y pescador, pero su intención es usar especies poco exploradas y alejarse de las sobreexplotadas, como el róbalo, el mero, la cherna o el lenguado, y entender mejor las especies que pesca en la región. Por eso le gusta usar el término “pesca selectiva” y al mismo tiempo reconocerse como una cocina de aprovechamiento. En su restaurante de isla, solo se puede llegar en un pequeño barco, y la experiencia claramente cobra otra dimensión al estar en ese ambiente con brisa marina, palmeras y probando todos los platos que prepara con pescados madurados. Para quienes no alcancen a llegar hasta la isla, siempre queda el local de Leblon. 

Un paseo por el centro de la ciudad

En el centro de Río se encuentran varias atracciones memorables, que merecen un día de recorrido e incluso más. Se puede empezar por la famosa Escalera Selarón, creada por el artista chileno Jorge Selarón. Hecha de múltiples azulejos coloridos y localizada entre los barrios Lapa y Santa Teresa, resulta como una foto de rigor para el souvenir de viaje. Posteriormente, continúe hacia la Catedral Metropolitana, que atrae por su arquitectura particular en concreto y en forma de pirámide invertida, con una altura de 75 metros. Adentro, los lindos vitrales de colores filtran la luz natural para las 5.000 personas que caben sentadas o las 20.000 paradas. 

El chef Alberto Landgraf creó el restaurante Oteque, ubicado en el número 581 de la calle Conde de
Irajá, en el barrio Botafogo.

Muy cerca de ahí, se encuentra Lilia, un restaurante casual con una decoración bastante sencilla. Ofrece un menú del día que cambia constantemente, de acuerdo con lo que se consigue en el mercado, y por la noche ofrece un menú degustación. La comida es brasileña, entre casera y contemporánea, con énfasis en la parrilla, la cual usa solo insumos de pequeños productores que respetan el medio ambiente. Siga el recorrido con el impresionante edificio que alberga el Real Gabinete Português de Leitura, una biblioteca fundada en 1837. El interior le hará obturar la cámara varias veces para captar la excepcional colección de libros antiguos y únicos, además de la impactante cúpula de vidrio. 

El teatro Municipal solo es posible conocerlo asistiendo a algunas de las funciones que se ofrecen allí o en una visita guiada, pero si cuenta con poco tiempo, puede ver el exterior. Si aún hay ánimos y ganas, otro de los puntos para visitar es el convento de Santo Antônio, un antiguo convento franciscano de arquitectura colonial, construido en el siglo XVII, lo que lo convierte en uno de los edificios religiosos más antiguos de Río de Janeiro. A tan solo unas cuantas cuadras, el Centro Cultural Banco do Brasil (CCBB) siempre se ha reconocido por albergar exposiciones de arte bien curadas, además de eventos culturales. 

Para tomar o picar algo dulce, o probar un snack tradicional, no deje de entrar a Confeitaria Colombo, elegida uno de los diez cafés más bellos del mundo, que ocupa una antigua edificación de finales del siglo XIX, famosa por sus brigadeiros (bolitas dulces típicas brasileñas), por el pastel de nata portugués y, entre los salados, por la famosa coxinha (una croqueta hecha de papa y pollo, en forma de muslo) y las croquetas de bacalao. Asegúrese de pedir alguna salsa picante, porque la variedad de pimientos picantes brasileños es enorme y están llenos de sabor.  

Belleza natural

El Jardín Botánico de Río tenía que estar a la altura de la riqueza natural que caracteriza a la ciudad. El diseño paisajístico regala senderos increíbles, como una gran avenida de palmeras. Cabe destacar la colección de orquídeas, desde las especies más comunes hasta las menos conocidas, al igual que el jardín de cactus y todas las especies tropicales y subtropicales que se pueden observar. A tan solo cuatro minutos en carro se encuentra Parque Lague, otro lugar privilegiado por su biodiversidad, que cuenta con una piscina natural y varios senderos para caminar. En medio del parque se encuentra un palacio del siglo XIX que ahora funciona como centro cultural, donde la gente puede ir a tomarse un café y disfrutar de las exhibiciones de arte que se hacen allí.  

Y si la alegría se vive en cada esquina, esta no escapa al diseño y a todo lo relacionado con la playa. Marcas brasileñas famosas por la expresión colorida y por esa conexión con el trópico se destacan, como la popular Farm Río o Lenny Niemeyer. En una escala más pequeña o independiente, pero con el mismo arrojo en estampados y colores, se encuentran Calma, Isolda, Usewasabi, The Paradise o Studio Co.lab. Granado es una marca carioca tradicional de belleza, en especial de jabones, cremas, velas y perfumes, productos que son un regalo ideal para traer de vuelta a casa.

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mayo
20 / 2024