5 parques naturales que debe visitar en Estados Unidos
Sandra Martínez & Andrea Vega
El 21 de mayo de 2020, la vida de la colombiana Victoria Restrepo Duperly dio un giro de 180 grados. A los 62 años, divorciada, sin casa, con sus cuatro hijos viviendo en otros lugares, y justo al comienzo de la pandemia del covid-19, decidió irse de viaje, sola, por varios parques naturales en Estados Unidos.
Nada sucedió de la noche a la mañana. Todo se empezó a gestar lentamente, unos meses atrás, cuando su esposo decidió separarse. “Un día, me dijo que se iba de la casa; así no más”, cuenta Restrepo. “Yo no podía creerlo. Jamás pensé que me fuera a pasar eso”.
En 2001, la pareja había tomado la determinación de irse de Colombia para vivir en Washington (Estados Unidos), con el fin de buscar un mejor futuro para sus tres hijos y un cuarto que ya venía en camino.
Al comienzo, Restrepo, que había estudiado Fotografía en el New England School of Photography, en Boston, en los años ochenta, se dedicó a criar a sus hijos. Luego, empezó a dictar talleres de arte para niños, y de vez en cuando tomaba fotos de la naturaleza y de aves, una de sus grandes pasiones desde que era pequeña.
Finalmente, lanzó su primera serie documental, llamada Caminando entre las aves, para mostrarle a la gente la diversidad de la fauna colombiana, porque viajaba al menos dos veces al año a su país natal. Y es que la fotografía la lleva en la sangre, literalmente, porque su abuelo, su bisabuelo y su tatarabuelo, por el lado materno, fueron destacados fotógrafos en Francia y el Caribe.
Sin embargo, en 2020 su hijo menor se fue a estudiar Música; sus otros tres hijos ya tenían una vida organizada en diferentes destinos; se divorció de su esposo y de repente, estaba sola en la casa donde había vivido durante tantos años.
En medio del dolor y la tristeza que la invadían por esos días, supo que no podía quedarse allí por mucho más tiempo y decidió vender la casa. “Fue muy rápido. La vendí, y tenía dos semanas para entregarla”. Por eso, se quedó con un par de maletas y un carro, sin saber muy bien a dónde ir.
“La vida que conocía se me escapó en un instante. Con impotencia, comprendí que no podía cambiar ni detener los acontecimientos que me arrastraban a un futuro desconocido e incierto. De repente, y cuando menos lo esperaba, en el lapso de tres años mis padres murieron, mis hijos crecieron y volaron tras sus sueños, y a comienzos del 2020, mi esposo escogió su propio camino. Nunca pensé que terminaría viviendo sola, o tal vez sí, pero al final de mis días, no cuando sentía que todavía estaba en la mitad de mi vida y tenía tantos deseos de vivir y disfrutar. Mi casa, la que por tantos años estuvo llena de niños, risas y música, quedó vacía de un momento a otro, y sus habitaciones solo me recordaban que debía ponerme en marcha”, escribe Restrepo en el borrador del libro que está terminando y que hasta ahora se llama Asombro.
En ese entonces, comenzaba la pandemia, y como tantas otras personas, pensó que terminaría muy pronto. El 21 de mayo de 2020 decidió irse a la Florida, donde vivía su hija. Allí, apenas dieron un poco más de libertad, empezó a recorrer los parques de ese estado, que es gigantesco.
“Como no podía ir y volver en un mismo día, comencé a quedarme. Un día me quedé a dormir en un bote; otro día, en una casa rodante en medio de un bosque, y poco a poco me empezó a jalar esa vida”, cuenta con una sonrisa en su rostro sin un atisbo de maquillaje, mientras mueve lentamente su pelo blanco.
Después, cuando ya iba a llegar el otoño, se fue a Carolina del Norte porque quería tomar fotos durante esa estación. Decidió seguir subiendo, hasta Nueva York, para encontrarse con su hijo menor, pero no la dejaron pasar por el tema del covid-19. Comenzó a mirar qué ruta seguir, según le permitieran las leyes de cada estado, y se dio cuenta de que podía ir por la costa hasta Maine.
“Allá ya estaba nevando, por lo que hacía un frío terrible; afortunadamente, tuve el tiempo de asimilar lo que me había pasado (…). Sentí que no había conocido casi Estados Unidos por haber estado anclada en la casa, al lado de mis hijos, y decidí irme a conocer el oeste. Lo que todos esperaban era que arrendara un apartamento y me quedara encdestilderrada, pero yo no quería eso”, señala.
Y así fue viviendo sus dos viajes: uno físico, por varios de los parques de Estados Unidos, durante siete meses más, desde enero de 2021, y uno interior, que le permitió reconectarse consigo misma y entender que quería vivir como una nómada. “Fue muy emocionante. Cuando ya llevaba varios meses viajando, sabía que quizás sería la última vez que pasaría por esa carretera, porque yo me salía del camino y buscaba otras rutas”, relata. Y así encontró paisajes y animales que jamás pensó ver, como el desierto con nieve en Utah, el Valle del Arco Iris en Arizona, leones marinos o zorros.
Hoy, tres años después, no tiene casa —ni le interesa tenerla—, y no sabe cuál será su próximo destino. “La gente me pregunta: ‘¿Y cuándo regresas? ¿Dónde están tus cosas? Te vas a envejecer y necesitas un lugar para vivir’. Pero, la verdad, no tengo a dónde regresar y no quiero una casa. Y ahora va contra mis principios. En mi carro tengo lo básico, además de una bodeguita pequeñita, donde guardo la ropa de invierno”.
Acaba de estar tres meses en España, haciendo el Camino de Santiago; antes estuvo en Colombia, en destinos como San José del Guaviare y Caquetá, y por estos días está de nuevo en la Florida, con la idea de pintar aves en acuarela, otra de las pasiones con las que se reconectó en el comienzo de su nueva vida. También está finalizando un libro con su historia, quiere hacer viajes a destinos llenos de naturaleza para contemplar cada detalle del paisaje y sigue en contacto con sus seguidores, cuyo número fue creciendo, poco a poco, en sus redes sociales.
Luego de tantos kilómetros recorridos, Victoria Restrepo (@victoriarestrepophotography) eligió para Diners los cinco parques de Estados Unidos que más la impactaron por los paisajes que ofrecen.
1. Glacier National Park
Noroeste de Montana
Victoria Restrepo viajó al estado de Montana a mediados de junio, es decir, en época de verano. Sabía que aún podría haber carreteras cerradas por la nieve, pero también quería poder ver el contraste entre esta y la primavera.
El Glacier National Park fue uno de sus lugares favoritos durante su primer tour por los parques nacionales de Estados Unidos. Localizado en la frontera con Canadá, el Glacier tiene una sola carretera que lo atraviesa con un nombre tan hermoso como poético: “Going to the sun road” (Camino hacia el sol), la cual puede llegar a acumular en el invierno hasta 24 metros de nieve, que tardarían semanas en ser removidos.
Pero ¿qué es lo que hace a este lugar tan especial? En sus 4.100 km² de extensión, sus glaciares se derriten hasta formar varias cataratas temporales, que sirven de marco para sus extensas praderas, valles y lagos espectaculares. Sus bosques tienen todos los tonos posibles de verde: desde los más oscuros de las coníferas, hasta las nuevas y luminosas tonalidades de las hojas que apenas empiezan a brotar. Además, durante su recorrido podrá ver carneros y varias clases de ardillas gigantes que viven en el parque, son muy sociables y solo salen cuando hay sol en el verano.
El día del solsticio de verano en el hemisferio norte, y en general durante toda esa estación, es una oportunidad extraordinaria para visitar el Glacier, ya que, por ser el día más largo del año, el juego de luces y sombras le ofrecerá un escenario con hermosos tonos rosados en el cielo y en el lago.
Otro punto imperdible es The Chief Mountain (La montaña del jefe) o Ninaistako, para la comunidad india blackfoot. Es una gran roca de forma circular, con la parte superior aplanada como una gran meseta, y aunque está rodeada por bosques, carece de vegetación.
“Con los últimos rayos de luz alcancé a ver una sombra al borde de la carretera: era un oso grizzly. El corazón me latía con fuerza y frené el auto; el oso se detuvo en el centro de la carretera, me miró y luego siguió su camino sin prisa”, recuerda Restrepo.
2. Chesapeake & Ohio Canal National Historical Park
Entre el distrito de Columbia y el estado de Maryland
Localizado a quince minutos de la casa donde vivió por espacio de veinte años en Washington, D. C., este parque se convirtió en el refugio de Restrepo. Desde que llegó de Colombia a vivir en la capital de Estados Unidos, en 2001, pasó innumerables horas caminando en el sendero que se extiende a lo largo del río Potomac y el canal.
El invierno es una de sus estaciones favoritas para visitar el parque. Fotografiar las escenas y las formaciones de hielo que se generan en esta estación es una pasión que conserva desde entonces. Cuanto más frías son las temperaturas, mejores imágenes obtiene.
“He pasado muchas horas en el bosque helado buscando hojas y ramas cubiertas de hielo, carámbanos y pequeñas burbujas de aire atrapadas en las orillas de los ríos y arroyos congelados. Es sorprendente ver cómo el agua puede tomar tantas formas diferentes”, agrega.
En sus casi 300 kilómetros de longitud, usted podrá disfrutar de caminos para montar bicicleta, practicar senderismo, ver venados y hasta dar paseos en bote mientras aprende sobre la historia de algunos medios de transporte en Estados Unidos. El canal fue uno de los primeros proyectos grandes de ingeniería civil en el país y nació con el objetivo de establecer el comercio con el oeste del país.
“Explorar el bosque con mis cámaras es una actividad que me permite encontrar las más exquisitas esculturas naturales, avistar aves asombrosas que soportan las más bajas temperaturas y admirar los más bellos paisajes invernales”, señala.
3. Everglades National Park
Sur del estado de Florida
Para visitar el Parque Nacional de los Everglades —considerado patrimonio de la humanidad— se requiere una elaborada planeación. Victoria tenía claro que este era uno de los lugares a los que no podía ingresar sola por los peligros que se esconden entre sus aguas.
La lista es larga: arañas y serpientes venenosas, jabalíes, osos negros, caimanes, panteras y hormigas de fuego. El Servicio Nacional de Parques calcula que hay más de 100.000 serpientes constrictoras, como anacondas, boas y pitones, que son invasivas, se reproducen con rapidez y nunca dejan de crecer.
Sin embargo, más que un freno, estos riesgos fueron otro impulso para la fotógrafa. “Me sentí extraña al entrar vestida al agua e irme sumergiendo poco a poco, mientras llevaba el bastón en una mano y una cámara compacta en el cuello. Fotografiarlo desde adentro era completamente diferente. Mi cámara, que estaba casi a ras del agua, me permitía ver y sentir este increíble ecosistema desde sus entrañas”, comenta.
Usted podrá encontrar en los más de seis mil kilómetros cuadrados de los Everglades diversos ecosistemas, como pantanos de agua dulce, praderas de margas, pinares y manglares. Es recomendable ir durante su estación seca, que suele ser de diciembre a abril.
Su temporada húmeda, que dura de mayo a noviembre, es lluviosa y puede producir una gran cantidad de mosquitos. Ya sea que su visita la haga caminando (o slough slog, un paseo entre las aguas de los pantanos a la altura de las rodillas), en bote o hasta en canotaje, puede revisar el cronograma de visitas guiadas por guardabosques o programar el acompañamiento con uno de los operadores especializados.
4. Bryce Canyon National Park
Utah
“Este cañón es uno de los lugares más hermosos que he visitado. Debido a que está localizado en el centro de Utah, en una zona desértica, la precipitación es muy poca, por lo que casi siempre hay un cielo azul brillante que contrasta con sus rojos, amarillos y naranjas intensos. Durante el invierno, la nieve añade un maravilloso color adicional”, señala Restrepo.
El cañón tiene una profundidad de 167 metros, pero existen varios caminos para bajar al valle. En época de invierno, algunos de ellos están cerrados y otros hay que recorrerlos con mucha precaución. Estos senderos permanecen cubiertos por una gruesa capa de hielo, cuya superficie se derrite un poco con el sol durante el día, pero se congela nuevamente cada noche.
La belleza del parque se puede apreciar a cualquier hora del día y en cualquier estación, pero hay un momento que es realmente mágico: el amanecer. El sol se levanta detrás de los hoodoos (“chimeneas de las hadas”), grandes columnas de roca que se forman por la erosión y pueden medir hasta más de 50 metros de altura.
“En la primera semana de febrero, las temperaturas son muy frías, especialmente al amanecer. A las seis de la mañana, todavía la noche estaba oscura y el termómetro marcaba –12 °C, sin contar el factor del viento. El lugar que escogí para esperar la salida del sol se llama, paradójicamente, ‘el punto del atardecer’”, recuerda.
5. Redwood National and State Parks
Condados del Norte y Humboldt (California)
El Redwood es, en sí, un complejo de cuatro parques, uno nacional y tres estatales, y uno de los 28 parques que convierten a California en el estado con mayor número de parques nacionales en Estados Unidos. Sus árboles son los más altos del planeta, pues pueden llegar hasta los 115 metros, y unos de los más antiguos, ya que pueden tener entre 1.200 y 1.800 años.
A pesar de ser una tierra de gigantes, esta red de bosques encierra una exuberante naturaleza escondida entre sus suelos: líquenes, hongos, flores diminutas y hasta raíces de troncos gigantes.
Aunque en mayo todavía queda nieve en muchos lugares del parque, es el mejor mes para visitarlo, ya que durante el final de la primavera se extiende una hermosa “alfombra” de hojas, que luego desaparecerá.
Los caminantes también podrán apreciar unas pequeñas plantas llamadas Oxalis oregana, nativas de los bosques húmedos de la Costa Oeste de Norteamérica, con tres hojas en forma de corazón, superficie verde y revés rojizo. Con suerte podrán ver leones marinos, anémonas marinas verdes gigantes, alces de Roosevelt, salamandras y hasta águilas calvas.
“Cuando yo era niña tenía un cuaderno donde coleccionaba hojas y flores que recogía en el jardín. Esa fascinación por el mundo diminuto se quedó conmigo para siempre. Ahora sigo explorando con la misma pasión, pero ya no las guardo entre un cuaderno de papel sino en mis cámaras”, señala Restrepo.
Para tener en cuenta al visitar los parques naturales de Estados Unidos
1. Considere visitar los parques que están ubicados en desiertos durante la temporada de invierno, ya que las altas temperaturas del verano pueden alcanzar hasta los 50 °C.
2. Separe una semana para visitar cada parque. Además, los alojamientos Airbnb ofrecen mejores tarifas por varios días.
3. Utilice una cámara intermedia tipo bridge, con un zoom automático, a la cual no hay que cambiarle los lentes, si es un fotógrafo aficionado. Si usa una cámara más profesional, de lentes intercambiables, hay alta probabilidad de que le entre polvo al sensor.
4. Vístase en capas, ya que cuando comience a caminar se calentará y querrá quitarse alguna.
5. Revise los servicios del clima antes de salir a los parques, o incluso en los días previos a su visita, para evitar los días de lluvia.
6. Recuerde que no se pueden volar drones sobre los parques.
7. Utilice una plantilla antideslizante para los zapatos con clavos en la suela, con el fin de caminar con tranquilidad en el hielo.
8. Procure usar en invierno guantes para fotógrafo, esos en los que puede abrir la punta de los dedos, especialmente el índice, para obturar la cámara o el teléfono.
9. Recuerde que puede adquirir diferentes artefactos para calentar sus guantes, bolsillos o botas. Algunos son desechables y otros se recargan en las noches.
10. Aproveche los descuentos en las entradas a los parques: puede adquirir pases anuales, o si usted es una persona mayor, puede comprar un tiquete de por vida por 80 dólares, con el que además podrán ingresar todas las personas que lo acompañen.