Lima: recorrido por una ciudad inolvidable

Sandra Martínez
Aterrizamos a las 9:35 a. m. en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez de un viernes, a mediados de febrero y en pleno verano. Era la primera vez que visitaba este país. Siempre había escuchado que en Lima jamás llovía y que su cielo lucía como una “panza de burro”.
Curiosamente, la primera sorpresa fue ver ese cielo gris, con un aire denso, pero muy distinto al de Bogotá. Y sí, es sustancialmente diferente porque esta ciudad está al lado del océano Pacífico, tiene una fuerte influencia de la corriente fría de Humboldt, y está cerca de la cordillera de los Andes, lo que genera un clima subtropical, fresco, húmedo y desértico. Todo a la vez.
Lima, con más de diez millones de habitantes en los 43 distritos que la conforman, es la única capital sudamericana a orillas del Pacífico; tiene cerca de 300 huacas precolombinas y un centro histórico declarado patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco. También, como cualquier gran urbe del continente, está llena de contrastes, problemas y desigualdades.

Llegamos al hotel en el distrito de Miraflores, al oeste, en menos de media hora, porque no había el tráfico habitual, según nos explicó el taxista. Durante el recorrido me sorprendió el olor a pescado fresco y ver los acantilados de la Costa Verde. Ya en el hotel, nos ubicaron en el piso 23, en una habitación frente al mar. Por la ventana no se podía ver absolutamente nada. Solo una neblina espesa. Pensé que para salir tendríamos que llevar ropa más abrigada, y quizás un paraguas, pero todos mis amigos limeños se rieron y me recomendaron que no lo hiciera. “Ya verás el calor que sientes en la calle”, sentenciaron varios. Lo entendimos pronto al sentir la humedad intensa, la neblina que aparece y desaparece, y el sol, que a veces logra colarse entre las nubes.
Como siempre, nos faltaron días para descubrir Lima, “la Ciudad de los Reyes” como la llamó el conquistador español Francisco Pizarro en 1535, pero estos son algunos de los planes que no debería perderse.
Caminar por el malecón de la Costa Verde
Este malecón tiene diez kilómetros, está rodeado de parques y es una manera muy agradable de pasear por la ciudad con la vista infinita del océano. Quizás lo más entrañable es recorrerlo al atardecer, pues la puesta del sol te deja embelesado por los tonos carmesí y ocre que se tejen en el cielo.
Caminar con calma, sintiendo la brisa fresca, ver a las familias con sus hijos pequeños o los grupos de amigos sentados en las bancas, con total tranquilidad, es algo que me hizo añorar vivir en un clima más cálido y menos lluvioso que el de Bogotá.

Hay mucho para ver en el recorrido, como el Parque del Amor, inspirado en el diseño arquitectónico del español Antoni Gaudí, que tiene formas orgánicas, curvas, piedras y colores, y una escultura llamada El beso del artista Víctor Delfín; el Faro de la Marina, de 21 metros de altura y un alcance de 45 kilómetros, construido en 1900; el puente Villena, que en las noches tiene una iluminación que va cambiando de color; el centro comercial Larcomar, ideal para detenerse y probar un helado, y muy cerca de allí, una escultura que captó mi atención: la imagen del osito Paddington, vestido con un traje azul y rojo, porque el célebre personaje infantil británico, creado por el inglés Michael Bond, es de nacionalidad peruana.

Si le gusta la adrenalina, y no sufre de vértigo como yo, este también es el lugar perfecto para hacer parapente. Constantemente personas sobrevuelan la costa e imagino que la panorámica de la ciudad desde las alturas debe ser una locura.
En promedio, el tiempo de vuelo es de diez minutos a una altura máxima de 250 metros. Y ya abajo, en la costa, si se anima, puede tomar una clase de surf, sea un principiante o un experto –desde muy temprano se ve a la gente con sus vestidos de neopreno y su tabla desafiar las olas.
Visitar la huaca Pucllana
En la cultura precolombina, una huaca es un lugar sagrado donde se realizaban rituales para honrar a los dioses y pedir su protección. Solo en Lima se estima que hay más de 300, con más de 4000 años de antigüedad.
La huaca Pucllana es una de las más reconocidas. Ubicada en la calle General Borgoño, cuadra 8, del distrito de Miraflores, es también una de las mejor conservadas. Queríamos llegar a pie, pero el calor sofocante nos agotó en poco tiempo.
Tomamos un bus que nos dejó a tres cuadras, y recuerdo perfectamente la sensación que tuvimos: caminábamos entre un barrio convencional, con casas tradicionales, avenidas con muchos árboles, edificios modernos, y de repente, a lo lejos, se alzaba una pirámide de 25 metros de altura. Nos quedamos en silencio, solo mirando lo que parecía una escena surrealista.

La pirámide tiene siete plataformas y está hecha por decenas de ladrillitos de barro mezclado con agua, piedra y conchas molidas, que fueron colocados como si fueran libros de una gran biblioteca. Recorrer todos sus caminos, puentes y rampas con el guía es impresionante. Según las investigaciones, este complejo arqueológico de seis hectáreas fue un centro ceremonial que perteneció inicialmente a la cultura lima, entre los años 400 y 700 d. C., y luego la cultura huari lo utilizó como un centro funerario.
Otra recomendación clave: si va hasta allá, almuerce en el restaurante. Es comida tradicional peruana exquisita (no deje de probar un clásico ceviche de corvina, una causa de cangrejos y langostinos o un lomo salteado y brindar, por supuesto, con un pisco sour o una algarrobina). El lugar, además, tiene una impresionante vista hacia la huaca.
Si tiene más tiempo, otras huacas conocidas en la ciudad son la de Mateo Salado, Puruchuco y Huallamarca. Es una manera increíble de viajar en el tiempo.
Recorrer Barranco, el distrito más artístico
Reconocido por la revista Time Out como uno de los 25 barrios más hipster del mundo, Barranco es sinónimo de la movida cultural y bohemia de la capital peruana. El distrito, donde pasó parte de su juventud el famoso fotógrafo Mario Testino y donde tiene un apartamento el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, está lleno de museos, galerías, librerías, tiendas de diseñadores y cafés en pintorescas casonas de colores.

Uno de sus puntos turísticos más famosos es el puente de los Suspiros, una estructura de madera que varias veces ha sido reconstruida. Según cuenta la leyenda, si atraviesa el puente sosteniendo la respiración y pide un deseo, le será concedido.
Por debajo, además, hay una escalinata de piedra llamada Bajada de los Baños, por la que antiguamente los pescadores llegaban hasta el mar. Muy cerca está La Ermita, capilla que tiene una hermosa fachada color ocre, pero no está abierta al público.

Caminando un poco más puede ver decenas de murales de artistas y espacios tan encantadores como el de la librería La Rebelde, abierta en plena pandemia y que tiene una oferta interesante de escritoras latinoamericanas, o Alanya, elegida como la mejor cafetería de Lima en 2022, de la pastelera Zara Alanya Góngora y donde cada postre se ve exquisito.
No deje de ir al Museo de Arte Contemporáneo (MAC), al Museo MATE y al Museo Pedro de Osma.
Bonus track en Lima
Es imperdonable no recomendar el centro histórico de Lima, patrimonio cultural de la humanidad desde 1991. Desafortunadamente, no pude conocerlo porque el guía sugirió no ir ya que en ese momento continuaban algunas manifestaciones por la detención y destitución del presidente Pedro Castillo. Espero volver para ver la plaza de Armas, la catedral, el monasterio de San Francisco de Asís, el museo de la Santa Inquisición, las catacumbas y muchos espacios de gran riqueza cultural y arquitectónica.
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