Argentina: entre Buenos Aires y Mendoza

Liliana López Sorzano
Resulta innegable que Buenos Aires es una de las ciudades más hermosas de América Latina. Su arquitectura afrancesada de principios de siglo XX, la riqueza cultural y la nueva explosión de restaurantes la hacen un destino ineludible. El viaje por Argentina se complementa con Mendoza, una región que no solo produce los mejores vinos, sino un paisaje impactante enmarcado por la cordillera de los Andes.
Algo que sorprende de los últimos meses en Buenos Aires es la explosión de nuevos restaurantes y bares que estuvieron reprimidos durante la pandemia y que ahora nutren la escena gastronómica. Desde montajes muy elaborados hasta conceptos más relajados, la capital de Argentina vive uno de sus mejores momentos.

Muchos locales de jóvenes emprendimientos le apostaron a una cocina libre, que huye de las etiquetas y que juega con sabores e ingredientes de otras latitudes. Lugares como Picarón, Anafe y Naranjo Bar, que encuentran en el formato de los platos pequeños su propuesta, desafían la estructura tradicional de las entradas y los platos fuertes, convencidos de que todo va mejor cuando se comparte al centro de la mesa. En la carta de vinos tienden a apoyar los nuevos proyectos de vitivinicultura. Aquellos que se arriesgan un poco más y que no temen experimentar tanto en la bebida como en el diseño de etiquetas.
Buenos Aires gastronómica
Sin duda, fuego y carne son dos palabras que se imprimen fuerte en la cultura culinaria argentina. Aunque ahora se lancen con proyectos vegetarianos como Marti, un restaurante de alta cocina que dejó atrás la proteína animal del célebre chef Germán Martitegui, ninguna visita a Buenos Aires estaría completa sin pasar por una parrilla.
Puede optar por una menos convencional como La Carnicería. En este lugar los acompañamientos se salen de lo común, en donde se vive una cocina de bodegón con una impronta de autor. Así, despachan, por ejemplo, unas mollejas caramelizadas con yogur griego o la morcilla con compota de manzana. También se puede decidir por una de las más reputadas como Don Julio, donde es imposible salir sin una sonrisa. Además de la excelencia de sus carnes y embutidos, tiene una de las mejores cavas de vinos argentinos del país.

Tomás Kalika, uno de los chefs más destacados, inauguró hace poco Café Mishiguene, un delicatessen judío para desayunar o almorzar. Hummus, trucha curada, pastrami casero, pan pita que sale del horno de leña, repostería tradicional, falafel y latkes perfectos, hacen de una mesa cotidiana toda una fiesta colorida y llena de sabor.
Por la noche, Julia, un bistró íntimo y de cocina de autor puede ser una elección si se reserva con antelación. Lo mismo Anchoita, un potente concepto que reúne los antojos de su dueño: tener la mayor oferta de quesos argentinos, una carta de vinos no solo nacional y ofrecer peces de río como el chuletón de surubí cocinado a la perfección.

Por otro lado, los bares siempre han gozado de una escena sólida. Una de las más recientes aperturas fue Cochinchina de Inés de Los Santos, un bar de dos niveles en los que la influencia franco-vietnamita se evidencia en decoración, comida e interesantes cocteles. No deje de visitar el divertido Tres Monos y probar su Milkicilin o un bar entrañable de barrio como el reciente El Limón, cuya playlist ya debe tener fans en Spotify.
De caminatas, arquitectura y museos
Buenos Aires, Argentina, tiene unos barrios encantadores. Por una parte está Palermo, lleno de calles arborizadas y en donde se concentra la mayor oferta gastronómica y de compras de la ciudad.
Uno de los planes infaltables es ir al Jardín Botánico Carlos Thays. Este es un lugar perfecto para despejarse de la ciudad con una variedad de árboles y plantas que dan para quedarse toda una tarde. Para hospedarse, puede escoger uno de los hoteles-boutiques más emblemáticos como el Home, decorado con muebles vintage de las décadas de los cincuenta y sesenta. Además, tiene una piscina para los días calurosos y en la mejor ubicación para descubrir el barrio a pie.

Si se quiere adentrar en las costumbres porteñas, no hay como observar un partido de polo. Se puede incluso ver desde el nuevo desarrollo de una gran plaza de comidas llamada Bocha, cuya propuesta fue curada por Narda Lepes. Se encuentran barras de cocteles, de vinos, una parrilla y hasta comida armenia.
Influencia europea
En otro sector está el lado más solemne de la ciudad, ese de marcado estilo europeo, que por momentos pareciera ser una esquina parisina. Hay que pasar por la Avenida del Libertador, admirar la Plaza de Italia, el Monumento a los españoles o el Eco Parque para sentir el pálpito de esa ciudad que a finales del siglo XIX y principios del siglo XX pasó de aldea a metrópoli.
El deseo de sus dirigentes era embellecer la ciudad a toda costa y el referente siempre fue Francia. El paisajista Carlos Thays se encargó de darles forma a los parques y las zonas arboladas. La intención era generar espacios de ocio y emular los paseos de esparcimiento, erigir estatuas clásicas y seguir el mandato del refinamiento de la arquitectura en palacios y edificios.
Uno de esos signos es el actual Museo Nacional de Artes Decorativas, albergado en un palacio diseñado en 1911 por el arquitecto René Sergent. Era la residencia de la familia Errázuriz Alvear, que después de vivir una temporada en Europa, había adquirido una nutrida colección de arte europeo y nacional. En 1936, el Estado de Argentina compró la casa y formó el museo.
Joyas arquitectónicas
Cerca de ahí, los amantes de la arquitectura pueden visitar el Museo Nacional Mariano Moreno. El edificio fue construido en un estilo brutalista que contrasta con el refinamiento afrancesado aledaño. En una breve caminata se accede a la isla, un pequeño sector de Recoleta en el que se encuentran residencias de embajadas con techos mansarda, que en realidad servían para la nieve. De ahí, bajar hacia Plaza Francia, cruzar por el puente peatonal que atraviesa Figueroa Alcorta para apreciar la Facultad de Derecho, retratada en varias películas argentinas. Su monumentalidad y estilo neoclásico funcionaron en la década de 1950 como un signo de retorno a la institucionalidad y salida del periodo afrancesado.

Justo al lado está la emblemática escultura de Eduardo Catalano, Floralis Genérica, uno de los símbolos de Buenos Aires. La que traduce todas las flores del mundo fue elaborada en 2002 con acero y aluminio. Y sus paneles solares hacen que los pétalos se cierren y se abran con el sol. El parque en el que está es ideal para dar un paseo, sentarse en una banca a leer o hacer deporte.
Mendoza, tierra de vinos
Llegar a Mendoza es contener el aliento para respirar la grandeza de las montañas que la custodian y contemplar la luz de una tierra caracterizada por su generosidad agrícola. Aquí cuelgan de los árboles manzanas, duraznos, peras y ciruelas. Y de las parras las uvas, esas que le han traído orgullo a Argentina por sus vinos.

Uno de los planes favoritos de la gente que viaja a esta región es la visita de las bodegas que ofrecen distintas actividades en torno a la vid y al disfrute de la bebida. Y aunque el vino y la gastronomía sean lo principal, mucha gente también lo hace con la intención de relajarse, de disfrutar de los spas y de las variadas actividades que ofrecen los hoteles.
Para contemplar el paisaje en todo su esplendor, el hotel Casa de Uco cumple con las expectativas. En sus habitaciones decoradas con textiles y cueros argentinos, los ventanales están hechos para que la naturaleza se adentre y se vuelva una con el interior.

Como está situado en medio de un viñedo, ofrece distintos planes que invitan a conocer la vitivinicultura. Desde el suelo, el sembrado y la tierra, hasta todo el proceso de producción que se vive en la bodega Casa de Uco. Hay catas y experiencias de vendimia en temporada. Además, ofrecen cabalgatas entre los viñedos, caminatas para apreciar los Andes al amanecer y clases de cocina. Puede disfrutar también de un asado tradicional en medio de las parras y reconfortantes tratamientos en el spa.
Enoturismo en Argentina
La luz de Mendoza resulta muy especial en todas las épocas del año. El horizonte de este rincón de Argentina suele estar marcado por la elegancia alargada de los álamos sembrados para proteger las plantas de plagas y vientos, y los Andes regalan fotos de postales.

Muy cerca de Casa de Uco se encuentra una de las grandes bodegas argentinas y una de las que mejor organiza el tema del enoturismo. Se trata de Zuccardi Valle de Uco. Además de reservar uno de los recorridos por los viñedos para develar las particularidades de cada uno de los vinos y descubrir la importancia del suelo, que le otorga la identidad a cada creación, deben reservar almuerzo o cena en Piedra Infinita. La nueva bodega fue construida en 2016.

Lo primero que sorprende es la puerta de entrada, realizada en hierro por el artista mendocino Roberto Rosas, quien se inspiró en la flora y fauna de la zona. Imponente toda la edificación, resuelta en hormigón y rodeada de piedras nativas. Sin duda, es una de las bodegas imperdibles, no solo por la arquitectura, sino por la hospitalidad, la calidad de sus vinos y la sabrosa cocina de su restaurante.
Nuevas propuestas
Para irse por algo menos clásico, la bodega Riccitelli ofrece también visitas guiadas seguidas de un almuerzo en su bistró. Matías Riccitelli se ha caracterizado por innovar y crear vinos con carácter, al tiempo que presenta etiquetas divertidas e interesantes. La cocina está a cargo de Juan Ventureyra, quien se encarga de mostrar el territorio mendocino a través de sus platos y de maridarlos de la mejor manera con los vinos de la bodega.

No tan lejos de ahí se encuentra Casa Vigil, el proyecto personal de Alejandro Vigil y su esposa María Sance. El celebrado enólogo de la bodega Catena Zapata ha recibido múltiples reconocimientos y premios. Se sabe que cuando pone su sensibilidad y nariz en una botella suele ser un éxito asegurado.

Esta bodega de prácticas sustentables es particular en su estilo, mezcla arte contemporáneo con el ambiente rural; en el restaurante ofrecen platos que realzan todos los vinos con productos locales y de la huerta. El recorrido de la bodega se inspira en la Divina comedia, de Dante. Así, la cava subterránea hace eco al infierno y los túneles de paso bajo la imagen de la Virgen de la Carrodilla, al purgatorio. El paraíso espera a los visitantes con la luz y los deleites de la comida.
En vendimia o en cualquier estación, siempre es un placer visitar esta provincia de Argentina que ofrece paisajes conmovedores, experiencias memorables, momentos gastronómicos únicos y un aprendizaje constante en materia de vinos.
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