Manual de etiqueta para Instagram
Gloria Saldarriaga
Antes de montar una fotografía, siempre hay que preguntarse qué es lo que se pretende comunicar. Un texto explicativo resulta importante. La extensión no debe sobrepasar las seis líneas y debe tener una ortografía impecable.
Instagram ha incentivado el aspecto gráfico y creativo de las personas, pero no se debe abusar de los filtros. Tampoco de los selfies retocados. Un selfie es para mostrarse tal como uno es.
No a las fotografías de los pases de abordar con sillas en primera fila. Y, a excepción de que seas muy famosa, es mejor no dar las buenas noches en pijama y maquillada.
No a los platos de comida, me parecen desagradables, a no ser que den la receta o haya alguna idea de decoración.
No a las fotos en los espejos, pues uno sale al revés y si se refleja todo el desorden del clóset, es fatal.
Hay que saber utilizar la espontaneidad del momento, sin perder la estética. Las fotos demasiado producidas son aburridas.
No a las gracias de los hijos o mascotas. En estos casos me parece una buena idea tener una cuenta privada para la familia donde se muestren este tipo de manifestaciones.
No ser siempre el protagonista en todas las fotos, hay que mezclar fotografías de otra índole. Hay egos tan grandes que no caben en las pantallas.