Catalina Aristizábal: “El ejercicio está de moda”

La modelo y presentadora de televisión escribió Belleza natural, un libro en el que cuenta cómo logró transformar su cuerpo y actitud hacia la vida. Asegura que si ella pudo, cualquiera puede hacerlo.
 
Catalina Aristizábal: “El ejercicio está de moda”
Foto: Fotos: Mónica Barreneche / Producción y Styling: Juliana Uscátegui / Maquillaje: Álex Ospina by Mac Cosmetics
POR: 
Catalina Obregón

Cuesta creer que Catalina Aristizábal, de 37 años, una mujer alta, delgada, con un cuerpo en el que cada músculo está perfectamente definido, haya sufrido de inseguridades y complejos en su adolescencia. “Jirafa, pitillo con patas, Olivia, eran algunos de los apodos que me tenían en el colegio”, recuerda la modelo mientras la maquillan. A la sesión fotográfica con Diners llegó puntual, vestida con pantalones ajustados color vino tinto, botas negras (sin tacón) hasta la rodilla, camiseta gris y una chaqueta de cuero. “Odiaba ser la más alta del curso, mis amigas me llegaban al hombro, y vivía jorobada porque quería estar a su altura”, explica Aristizábal, quien comenzó su carrera de modelaje a los 13 años, y a pesar de su timidez logró convertirse en una de las modelos más cotizadas del país, imagen de importantes campañas y presentadora del noticiero CM&.

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Asegura que tuvo que trabajar mucho para creer que tenía el potencial para llegar al lugar –físico y emocional– donde está hoy. “A mí me convenció la gente de que tenía talento y que era linda, porque me contrataban. Pero cuando me miraba al espejo, solo veía los defectos, nunca las cosas positivas”, dice con honestidad, sin asomo de modestia. Sabe que no es la única, y que la mayoría de los adolescentes –sin importar su apariencia o popularidad– atraviesan etapas similares. Reconoce que en su caso contó con una gran aliada: su mamá, Yamile Humar, quien le enseñó a aceptarse tal como es, además de compartirle trucos para cuidarse de manera natural, potenciar sus cualidades y “encontrar ese ser maravilloso que todos podemos llegar a ser”.

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Una de sus metas es romper los modelos de la alimentación, y que la gente regrese a lo básico, lo natural. “Hay que evitar todo lo que sea procesado y esté lleno de químicos y conservantes”.

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Creció en un hogar donde desde muy pequeña le inculcaron la importancia de lo natural, tanto en el cuidado de la piel como en la alimentación. “Mi madre siempre le ha apostado al poder de los alimentos y de las plantas. Le huye a todo le que sea procesado y lo que tenga químicos, aditivos o conservantes”, explica. Cuenta que su hermana y ella eran sus conejillos de Indias. “Nos untaba de todo y en mi casa había más posibilidad de encontrar la panela, la miel o la avena en el baño que en la cocina”, añade entre risas.

Gracias a eso logró cimentar una base sólida para mantener una alimentación sana, centrada en productos frescos, y un estilo de vida donde prevalece lo natural. Es precisamente esta filosofía la que implementó en su casa. Y aunque en un inicio tuvo cierta resistencia, logró que su esposo, el deportista Lucas Jaramillo, reemplazara las hamburguesas y las papas fritas por pescado a la plancha y ensalada de kale, y que sus hijos, Emiliano y Oriana, aceptaran que sus loncheras no eran las más aburridas del colegio. Aunque admite que aún hay días que quisieran encontrar un paquete o una chocolatina, en vez de un sándwich de mantequilla de almendra en pan integral.

Está tan convencida de la importancia de crear conciencia en torno a este tema, que hace unos años comenzó a compartir sus secretos en las redes sociales. Así fue ganando seguidores que le consultaban sobre belleza, alimentación, ejercicio y salud. Además del conocimiento que heredó de su madre, de manera empírica empezó a investigar sobre estos temas y a consultar con médicos y nutricionistas, y se convirtió en referente para cientos de personas que la veían como ejemplo que se ha de seguir.

Una de las áreas en la que más se concentró, fue en el ejercicio, pues no había sido su fortaleza ni pasión. “Hacía gimnasia tranquila, pasiva, nada que me subiera las pulsaciones. Me aterraba todo lo que fuera de alto rendimiento. Era flaca, pero una flaca flácida, sin masa muscular”, admite. También reconoce que después del nacimiento de Emiliano, su hijo menor, sufrió depresión posparto. Una de las maneras con las que logró superarla fue a través de la actividad física. Se puso como meta definir su figura y perder los kilos de más que le quedaron del embarazo.

Tras probar varios métodos llegó a donde su entrenador Francisco Uriel, según ella, responsable de la transformación de su cuerpo. “Diseñó un entrenamiento funcional donde la mayor parte del tiempo trabajo con mi propio peso”. En cuestión de semanas los resultados de su esfuerzo comenzaron a verse y esto sirvió de motivación, no solo para ella, sino para sus seguidores, que querían saber cómo lo había logrado. Así, sin proponérselo, se consolidó como fuente de consulta confiable en estilo de vida saludable, con un creciente número de seguidores. Fue entonces cuando la buscaron de la editorial Planeta para que reuniera en un libro todos estos consejos y secretos.

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Hace dos años y medio Catalina Aristizábal inició el entrenamiento funcional que definió y transformó su cuerpo.

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“Fue un reto enorme, nunca imaginé que escribiría un libro, pero acepté encantada, porque lo vi como una oportunidad para compartir lo que he aprendido y cómo esto ha mejorado mi calidad de vida y la de mi familia. Aproveché también para hacerle un homenaje a mi madre y su legado”. El libro terminó convirtiéndose en una guía de estilo de vida que contempla varios factores, desde la alimentación y el ejercicio, hasta cómo estar bien física, emocional y espiritualmente.

El punto de partida surgió de una preocupación que siempre ha tenido y que es recurrente en el medio en que se mueve. “Creo que hay un grave problema en la sociedad de hoy, y tiene que ver con los prototipos de belleza que se imponen, muchas veces imposibles de alcanzar y poco saludables. A esto se suma la búsqueda de esa ‘perfección’ en el quirófano. La solución ya no está en la aceptación, en el amor propio, ni en el trabajo con uno mismo, sino en cuánto voy a invertir para arreglar todo esto. Ni siquiera se dan la oportunidad”, sentencia con una mezcla de tristeza e indignación. Y este es uno de los paradigmas que busca romper en cada uno de los capítulos, donde no promueve la búsqueda de la perfección, sino hacer pequeños cambios para encontrar el equilibrio y, poco a poco, migrar hacia una existencia más tranquila y saludable.

         

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enero
28 / 2016