Cada mañana, cuando la ciudad comienza a despertar y los ruidos del tráfico marcan el día, miles de personas se enfrentan a una sensación que parece insignificante, pero que condiciona su bienestar. Piensan que son los gases de la mañana, pero se trata de una presión difusa que crece a lo largo del día y que obliga a modificar la ropa o a respirar con cuidado. Se trata de la hinchazón estomacal, una molestia que se ha vuelto tan común que ya forma parte del paisaje corporal contemporáneo. La ciencia la llama distensión abdominal y la describe como una expansión perceptible del abdomen acompañada de pesadez, presión interna y gases retenidos. Según los estudios realizados por la Clínica Mayo en 2023 estiman que un 40% de los adultos en el mundo experimenta este síntoma de manera frecuente, aunque muchos no lo asocian a un problema médico. La cifra se eleva entre quienes trabajan sentados más de ocho horas al día o mantienen hábitos de sedentarismo prolongado. Lo que antes se atribuía únicamente a la dieta o al estrés mental comienza a revelar otra causa menos evidente. La posición del cuerpo tiene un papel decisivo en la forma en que el sistema digestivo funciona. Así aseguran diversas investigaciones que sostienen que una mala postura puede alterar la presión interna del abdomen, comprimir los órganos encargados de procesar los alimentos y modificar la circulación del aire dentro del intestino. El cuerpo, al permanecer encorvado o tensionado, interrumpe la armonía de movimientos que la digestión requiere. Pixabay / C.C. 0.0 Vea también: Elimine la grasa abdominal dura, sugiere este estudio En la vida cotidiana, la escena es universal.

Personas inclinadas frente al computador, espaldas curvadas sobre el escritorio, cabezas adelantadas hacia la pantalla, piernas cruzadas y hombros hundidos. Ese hábito de encogerse sin notarlo mantiene al abdomen bajo una presión constante que reduce el espacio disponible para el estómago y el intestino. La consecuencia es una digestión más lenta, una mayor retención de gases y una sensación persistente de plenitud. Un estudio de la Universidad de Stanford publicado en Neurogastroenterology and Motility analizó a más de cien voluntarios con síntomas de hinchazón. Los investigadores observaron que las personas que mantenían la espalda encorvada después de comer experimentaban un aumento del volumen abdominal medido por tomografía de hasta un 28% respecto a quienes adoptaban una postura erguida. El hallazgo abrió una nueva línea de investigación que vincula directamente la biomecánica corporal con el proceso digestivo. El cuerpo, lejos de ser una estructura rígida, funciona como un conjunto de fuerzas en equilibrio. El estómago necesita expandirse para recibir los alimentos, el diafragma debe desplazarse hacia abajo para permitir el paso del aire, los músculos abdominales se contraen y se relajan para acompañar los movimientos del intestino. Cuando esa coreografía se ve interrumpida por una postura inadecuada, el sistema digestivo pierde eficiencia. La hinchazón, entonces, se convierte en un mensaje físico, una manera de advertir que algo en la alineación del cuerpo no está bien. La postura que altera el estómago Unsplash El cuerpo humano fue diseñado para moverse.

Las vísceras, los músculos, los huesos y los tendones trabajan en conjunto para sostener una relación de equilibrio que depende de la gravedad. Cuando ese equilibrio se rompe, el cuerpo empieza a expresar su descontento a través de pequeñas señales. Una de ellas es la distensión abdominal. El aparato digestivo ocupa una parte central del tronco y requiere un margen de espacio para expandirse. El estómago se sitúa justo debajo del diafragma, un músculo amplio que interviene tanto en la respiración como en la digestión. Durante la inspiración, el diafragma desciende y empuja suavemente las vísceras hacia abajo. Durante la exhalación, asciende y las libera. Ese movimiento constante crea una especie de masaje natural que estimula la motilidad intestinal y favorece el tránsito de gases. Vea también: Estos son los mejores remedios caseros para la indigestión Cuando una persona se sienta encorvada, con el abdomen comprimido, ese ciclo respiratorio pierde amplitud. El diafragma no desciende con libertad, los órganos quedan presionados, el estómago se vacía con mayor lentitud y los gases quedan atrapados en el intestino. El resultado es una sensación de pesadez que nunca se va. Foto: Unslash/ C.C. BY 0.0 El doctor Satish Rao, director del Laboratorio de Motilidad del Intestino de la Universidad de Augusta, explicó en su investigación que la postura afecta el flujo interno de aire y la distribución de presión en el abdomen. Su equipo midió el movimiento de gases en pacientes que permanecían sentados durante la digestión y observó que la expulsión de aire se reducía hasta un treinta por ciento. En cambio, cuando los participantes mantenían una postura vertical y realizaban respiraciones profundas, el intestino recuperaba su ritmo natural y la sensación de hinchazón disminuía en menos de veinte minutos.

El problema se agrava en personas que permanecen mucho tiempo frente a dispositivos electrónicos. La llamada “postura del cuello adelantado”, común entre quienes usan portátiles o teléfonos, empuja la cabeza hacia adelante y obliga a los músculos del abdomen a compensar el peso del torso. Esa compensación aumenta la presión interna y favorece la aparición de molestias digestivas. Un estudio de la Universidad de Osaka demostró que mantener esa posición durante tres horas continuas reduce la capacidad del estómago para procesar líquidos en un dieciocho por ciento. La relación entre postura y digestión se ha vuelto un tema de interés médico porque revela que el sistema digestivo no funciona en armonía con la musculatura abdominal, la respiración y la posición de la columna. Cuando la espalda se curva hacia adelante, los nervios que regulan el estómago y el intestino, especialmente el nervio vago, experimentan una alteración que puede disminuir el movimiento de los órganos. La consecuencia es una digestión más lenta y un abdomen inflamado. La mirada futura del cuerpo Andrea Piacquadio/ Pexels/ CC BY 0.0. El cuerpo humano es un territorio de costumbres. Todo lo que se hace durante el día, cada gesto repetido, cada hora frente a una pantalla, deja una huella que el organismo traduce en tensiones o en alivios. La hinchazón estomacal, lejos de ser un mal menor, se ha convertido en una de las expresiones más claras de ese desequilibrio cotidiano.

La ciencia avanza hacia una comprensión más integral del bienestar, donde la digestión se estudia como parte de una red que incluye la postura, la respiración, el movimiento y el estado emocional. Los investigadores comienzan a hablar de una medicina del cuerpo completo, una visión que reconoce la interacción constante entre los sistemas y que busca prevenir en lugar de corregir. En los próximos años, los especialistas esperan desarrollar programas clínicos que integren la reeducación postural con el tratamiento de trastornos digestivos funcionales. Algunos hospitales de Europa ya han incorporado sesiones de fisioterapia y respiración diafragmática en pacientes con síndrome de intestino irritable, con resultados alentadores. Ejercicios para aliviar la hinchazón 1. Sentarse con presencia La postura ideal comienza por el contacto con el asiento. La espalda debe permanecer recta, los hombros relajados y el abdomen libre de presión. El cuerpo no debe apoyarse en exceso hacia adelante ni hundirse sobre el respaldo. Mantener la mirada al frente y los pies firmes sobre el suelo permite que la respiración se distribuya con naturalidad y que el diafragma acompañe el proceso digestivo. 2. Comer con pausa La digestión empieza en la boca.

Masticar cada bocado al menos veinte veces favorece la producción de saliva y reduce el esfuerzo del estómago. Comer deprisa altera los reflejos del sistema nervioso y provoca una deglución excesiva de aire, lo que aumenta la sensación de hinchazón. Tomarse tiempo durante las comidas es una manera de cuidar al cuerpo sin interrumpir la rutina. 3. Evitar permanecer sentado después de comer Los especialistas en motilidad intestinal recomiendan caminar durante cinco o diez minutos después de cada comida. El movimiento favorece el tránsito del aire, estimula la circulación abdominal y mejora el vaciado del estómago. Permanecer inmóvil después de comer comprime las vísceras y mantiene atrapados los gases que deberían salir con naturalidad. 4. Respirar con conciencia El diafragma actúa como un puente entre la digestión y la calma. Practicar respiraciones lentas y profundas ayuda a liberar la tensión abdominal. Inspirar por la nariz, llenar el abdomen de aire y exhalar despacio por la boca genera un masaje interno que estimula el intestino. Bastan cinco minutos de respiración consciente tres veces al día para percibir una diferencia real. 5. Mantener un entorno postural activo El cuerpo no fue diseñado para permanecer inmóvil. Hacer pausas de estiramiento cada hora, cambiar de posición, elevar los brazos y rotar el tronco son movimientos que previenen la compresión interna. Los fisioterapeutas recomiendan alternar entre estar sentado y de pie, de modo que la circulación abdominal se mantenga constante.


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