La pasarela de Colombiamoda: Adriana Santacruz
Rocio Arias Hofman
Adriana Santacruz vive todo lo que le sucede con una mezcla de sorpresa y de vitalidad expandida que tiñe sus declaraciones de una alegría febril. En su taller de Pasto, ciudad donde nació y a la que le debe su peculiar acento cantarín, parece salir la luna llena con mayor frecuencia que en cualquier otro punto del planeta porque allí, casi siempre, la luna es testigo de su trabajo creativo.
“Es que yo no puedo con el mundo de las tendencias del mundo contemporáneo. No me siento de la misma sangre, digamos. Me concentro en mis temas y casi no miro hacia afuera. Solamente toco la tierra, observo el cielo. Ahora estoy terminando esta colección a la que llamo ‘Relámpago’ y que representa para mí un deseo inesperado y placentero que comencé a acariciar el 22 de diciembre del fin de año maya (2012), año del trueno para los indígenas mayas. Todo culminará como trueno el 23 de julio de 2013, justo el día de mi presentación en Colombiamoda en Medellín. ¿Te imaginas esta coincidencia?”, pregunta con inquietud sincera la diseñadora.
Aunque lo dice con voz pudorosa, Adriana Santacruz afirma que esta vez se saltará las reglas silenciosas que le impuso la religión para decir claramente que esta colección es, en esencia, erótica. Por eso, la gama de los colores incluye todos los colores del cosmos, como le gusta decir.
“En la moda, como sucede con otros artistas, yo me expongo. Este riesgo me da mucha satisfacción y placer. Vivo un tiempo de maduración y crecimiento personal enorme. Los últimos seis meses he trabajado muy duro. Siempre empiezo con un elemento que me gusta: en este caso fue el halcón. La matriz es negra con un brocado antiquísimo. Así las uní. Yo no perturbo los orillos, los respeto muchísimo. Estos bordes acaban tomando forma alrededor del cuerpo. En la creación de esta colección entiendo que he llegado a algo oculto que logra expresar mucha belleza sobre el cuerpo inspirada en motivos antiguos, indígenas. Así, de un lado, las piezas dan una chaqueta y del otro dan otra prenda”. El misterio está servido, pues.