Lecciones sobre el vino chileno y su maridaje

Matías Aguirre, uno de los enólogos más importantes de Chile, nos contó las tendencias en el mercado del vino chileno y cómo potenciar una cena con la compañía del vino adecuado.
 
Lecciones sobre el vino chileno y su maridaje
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POR: 
Juliana Muñoz Toro

¿Por qué son importantes los maridajes?

El maridaje es un matrimonio, una unión que debería funcionar bien. Un buen maridaje te tiene que mostrar armonía entre los componentes de una comida y un vino.

¿Siempre dependen de la cena?

Quizá puede haber unas reglas, pero el tema del maridaje tiene mucho de personal. Hay que tener claro que los vinos, así como hay tantos y distintos, también hay ocasiones diferentes para tomarlo y gozarlo de buena manera. No solo hay cenas, sino distintas oportunidades: en un bar, en la casa, comiéndose una pizza, o en la playa. En Europa, por ejemplo, están en auge los Wine Bar, que son solo para tomarse una copa, sin picar casi nada, son para el encuentro social.

¿Cuáles son sus maridajes favoritos?

Por ejemplo el Sauvignon blanc, que es fresco y tiene una buena acidez, uno lo va a relacionar con comida marina, ceviches, cosas sencillas. Es un vino bien aromático, pero no tiene gordura en la boca, ni taninos.
Con una pizza de queso y jamón, o algo sencillo, un rosado va muy bien, te da unos componentes aromáticos. La pasta, con vino blanco como Chardonnay o un tinto liviano como el Merlot o el Carménère.

Para el picoteo el vino blanco más elaborado, como el Chardonnay, va bien con una tapa de carne blanca. Un tinto más poderoso, con jamón serrano y queso manchego, que te exigen más taninos para digerir. Esa es la función del maridaje, potenciar tanto el vino como el alimento.

¿Y para el postre?

Un digestivo, que puede ser pisco o el late harvest (cosecha tardía). Siempre hay que buscar un contrapunto.
Se suele pensar que el pisco es típico peruano…

Sin entrar en polémicas, en Chile venimos produciendo pisco desde hace mucho tiempo. El consumo interno es muy grande. Incluso tenemos origen de denominación. Es un vino de uva blanca, en una zona determinada del país, de variedades muy aromáticas, que sufre una doble destilación.

¿Qué vino lo transporta a Chile?

Un vino tinto más despeinado, no tan armado. Un vino del día a día. Y maridarlo con platos típicos chilenos de todos los días como el poroto granado (fríjol cocido con mazamorra), prieta (morcilla), cazuela (sopa con verdura y carne) o charquicán (guiso a base de charqui y zapallo).

¿En qué se destaca el vino chileno?

En la gran variedad que se refleja en que tenemos diferentes tintos, orígenes y escala de precios. Es que las ocasiones tienen distinto presupuesto. La ventaja es que tenemos desde vinos con precios bajos y muy buena calidad, hasta vinos que podría tomar el rey de España, de alta calidad.

¿Su país está imponiendo tendencias en este mercado?

Hay varias. Como industria, hace cinco años, es la búsqueda de vinos muy frutosos y fácil de beber para educar al consumidor, no en el sentido altivo, sino para que diga “quiero otra copa”. También está la corriente del vino aromático, de otros lugares y otras variedades. En el sur de Chile están produciendo la sepa País, que nunca nadie la había tomado en cuenta. Chile es un paraíso para el vino orgánico o el vino biodinámico, que tiene que ver con las fuerzas de la naturaleza, con la luna y el mar. La idea es aportar una paleta distinta de vinos para que podamos tener todo tipo de consumidores: tradicionales, convencionales, los que buscan presupuesto, o los que buscan cosas locas.

         

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octubre
31 / 2014