Viñetas de Italia
Hugo Sabogal
Siempre me ha sorprendido que los vinos italianos no tengan tanta acogida entre nosotros. Constituyen el origen menos conocido y menos demandado, pese a que la gastronomía italiana es quizás una de las más extendidas en nuestras ciudades.
Y no debiera ser así. Italia es la cuna de la cultura del vino y la nación que más contribuyó a su difusión gracias a su conquista del continente europeo. La Galia, Hispania, Germania y Lusitania fueron los nombres originales de las provincias romanas que luego dieron nacimiento, en su orden, a importantes enclaves vitivinícolas como Francia, España, Alemania y Portugal, herederas, todas ellas, del conocimiento agrícola de la vid y de la destreza para hacer vinos.
Parte del problema radica en que Italia, al igual que los demás países productores del Viejo Mundo, comunica principalmente los lugares de origen. Es el caso de Asti, Barolo, Barbaresco, Chianti, Valpolicella, Montalcino, Salento y Sicilia, para mencionar unos pocos. Además, y para hacer la situación más compleja, Italia suele combinar los lugares de origen con el nombre de las uvas utilizadas: Amarone de la Valpolicella, Brunello di Montalcino, Barbera d’Asti y así sucesivamente. Es una nomenclatura difícil de entender y que exige un conocimiento no solo geográfico, sino ampelográfico, de ese enorme jardín vitivinícola que es la bota italiana (no en vano su nombre original fue Enotria, o sea, la “Tierra del Vino”).
La primera vez que asistí, como jurado, a la feria de Vinitali, en Verona (escenario de la shakesperiana historia de amor de Romeo y Julieta), quedé maravillado con la enorme cantidad de lugares de producción, tipos y estilos de vino, cantidad de variedades de uva (más de un millar) y sistemas de elaboración. Son más de 20.000 etiquetas distintas, que exigirían toda una vida para conocerlas. Y esto atemoriza.
En consecuencia, el consumidor se retrae de pedir un vino italiano, porque no sabe qué esperar. No es como ordenar una copa de Merlot, Cabernet Sauvignon, Malbec, Syrah o Pinot Noir.
Esta vez he seleccionado vinos de las zonas de producción más conocidas o algunos de los estilos que han traspasado fronteras. Es un asomo inicial, una especie de pequeño boceto de lo que produce Italia. A ver si nos animamos a descubrir esta maravillosa riqueza del pueblo que moldeó buena parte de nuestra civilización.
Cecchi
Orvietto Classico
Orvietto DOC, 2012
$39.000 / Licorela / Tel.: 1 482 6000
Este blanco ligero y aromático se elabora con cuatro variedades autóctonas, poco conocidas por fuera de Italia: Grechetto, Drupeggio, Procanico y Trebbiano. Sirve para acompañar pescados, aves y carnes blancas, y también brilla con luz propia como aperitivo. Ofrece unas atractivas notas minerales, producto de los suelos de origen volcánico donde crece la vid. Bébalo: ahora. Alc. 12 %.
Collalto
Prosecco Superiore
Extra Dry
Conegliano Valdobbiadene DOCG
$52.000 Inversiones Mallacol / Tel.: 1 534 1746
El Prosecco es el espumoso más conocido de Italia en el mundo. Además de descorcharse en ocasiones especiales, también sirve de aperitivo y como acompañante de entremeses ligeros. De color pajizo claro, ofrece gran delicadeza en nariz y boca, y una fina columna de pequeñas burbujas. Al tratarse de un vino muy seco, se muestra fresco y vivaz. Tiene un final duradero. Bébalo: ahora. Alc.: 11,5 %.
Beni di Basiolo
Barbaresco DOCG
Piamonte, 2009
$116.000 / Licorela / Tel.: 1 482 6000
Piamonte, en el noroeste de Italia, constituye una de las zonas más interesantes para vinos de complejidad. Es el caso de este Barbaresco, elaborado con la uva Nebbiolo. La crítica lo considera uno de los mejores vinos italianos. Se expresa con elegancia y sedosidad, y brinda insinuaciones a frutas maduras y flores. Promete una larga guarda. Acompaña carnes rojas y platos sustanciosos. Bébalo: hasta 2020. Alc. 14 %.
Argiano
Brunello di Montalcino DOCG
Toscana, 2007
$140.000 / Gastronomía Internacional, Medellín / Tel. Bogotá: 1 545 5155
Argiano es una de las bodegas clásicas de la Toscana, provincia de origen etrusco y núcleo de arquitectura, historia y vinos legendarios. Este Brunello di Montalcino hace alusión al lugar de origen y a uno de los nombres de la variedad emblemática de la zona, la Sangiovese. De color rojo intenso, muestra buena riqueza aromática, con recuerdos a cereza, tabaco, aceite balsámico y cedro. Bébalo: hasta 2020. Alc.: 14 %.
Mastro Janni
Brunello di Montalcino DOCG
Toscana, 2007
$ 160.000 / Zona K / Tel.: 1 674 0271
Es otro vino toscano que vale la pena probar. En su elaboración también se utiliza la uva Sangiovese. Pasa tres años en barricas de roble francés de distintos tamaños, lo cual le agrega componentes interesantes a la mezcla final. Su color es rubí intenso, con trazos a vainilla y hoja de tabaco. Se deja sentir muy firme en boca y entrega un largo final. Bébalo: hasta 2018. Alc.: 14,5 %.