Jennifer Rodríguez, la chef colombiana que triunfa con su restaurante en Mesitas del Colegio y que cocinó para la ONU
Óscar Mena
Jennifer Rodríguez es una mujer irreverente hecha por las circunstancias de la vida. Hace 14 años fundó Mestizo, un restaurante en Mesitas del Colegio -a tres horas de Bogotá-, para afrontar una crisis económica familiar. Ha sabido zafarse de las pretensiones de la industria y no le gusta seguir modas que apelan al kilómetro cero, porque desde el principio le apostó a los productos locales, cuando nadie más lo hacía.
Está acostumbrada a romper las barreras y a pesar de ser una mujer tímida, su voz transmite seguridad y tiene claro para donde ir. Y aunque las circunstancias están presentes todo el tiempo, Rodríguez está enamorada de su oficio, porque cuando piensa en botar la toalla está su familia atrás apoyándola, al igual que la gente de su pueblo y la tranquilidad que le transmite su cocina.
Ya no tiene afán de pertenecer a algo, porque disfruta de no pertenecer a nada. Está convencida de que su idea es una máquina del futuro y aunque todo esto suena contracultural y antisistema, Rodríguez se mantiene firme en su idea de ofrecer alimento que alimenta y con muchas historias por contar.
De hecho, para esta conversación la chef explica que justo se derrumbó una de las carreteras de la Mesa a Mesitas del Colegio, que es de donde llegan la mayoría de sus comensales, pero ella responde que “así es la naturaleza”. No se queja, de hecho, durante toda esta conversación nunca salió de su boca una palabra negativa, ni siquiera cuando tuvo que hablar de la ruptura amorosa que la hizo empezar a tomar la vocería de su restaurante.
“Digamos que yo permitía a mi expareja hablar del proyecto gastronómico porque vivimos en un país donde todavía hay un machismo pequeñito. Entonces prefería dividir las labores para no sentir que era solamente yo, pero ahora estoy buscando cambiar esa visual e independientemente de si cocinamos en casa o en el restaurante hacerle entender a la gente que la cocina es maternal y femenina”.
Una invitación inesperada
A principios de año cuando Jennifer Rodríguez estaba preparando todo para recibir el año en Mestizo, recibió una invitación de la embajadora de Colombia en la ONU (la líder indígena Leonor Zabala) en la que la invitó a preparar una cena para los líderes de la seguridad mundial de aquella organización, con el fin de dar un mensaje de paz a través de su cocina.
“Tengo que dar un discurso bastante concreto. No me esperaba esta oportunidad, pero llega en el momento justo porque con mi familia resistimos la época de violencia en Colombia y ahora debo compartir un mensaje de paz a través de la cocina en este momento tan importante donde países como Ucrania, Rusia, Israel y Palestina, están en medio de una guerra”, explica la chef, quien también confiesa que nunca había tenido pensado salir del país, ni mucho menos sacar la visa para ir a Estados Unidos.
De esta forma la chef cocinará en Nueva York este 7 de diciembre un menú por pasos en los que contará con ingredientes de diferentes departamentos otorgados por cocineras tradicionales para reflejar la identidad cultural y gastronómica del país. Es así como la mesa de estos líderes mundiales estará adornada de maíces de colores; frutas tropicales; tragos típicos colombianos y proteínas amazónicas como el mojojoy.
Rodriguez tiene clara su relación con la tierra y los alimentos que provee, no necesita hablar un inglés perfecto porque sus cocidos, amasijos y preparaciones hablan por sí solos. “Descubrí que mi relación con la tierra es muy profunda y esto me hace tener una responsabilidad muy grande con lo que hago en la cocina para representar a Colombia y esta región del Tequendama”.
De esta forma la chef está convencida de expresarse a través de cada plato que sirve y de cómo los productos se convierten en un vehículo de emociones que vale la pena usarlos para contar historias de paz y reconciliación.
El amor por la cocina
Para llegar a este punto de madurez personal y gastronómica, la chef nacida en Mesitas del Colegio tuvo que atravesar con un aprendizaje empírico en el que se dio cuenta que los alimentos están conectados con las emociones que se transmiten a la hora de convertirlos en deliciosos platos para los comensales.
Confiesa que también fue una mujer furiosa en la cocina, porque el peso de la deuda con la que empezó este proyecto era grande y le generaba mucho estrés. No quería ninguna falla frente a los fogones y siempre quería complacer a los clientes que llegaban con altas expectativas. Sin embargo, con el paso de los años, Rodríguez entendió que la cocina va más allá de un plato lindo y la satisfacción perpetua de quienes la visitan.
“Una vez saldada la deuda, viene la pandemia y con ella un momento de reflexión, donde entiendo que la cocina debe ser más tranquila, que necesito aprender a trabajar de forma colectiva porque se tienen mejores resultados. Y es que yo nunca vi a mi abuelita gritando y volteando los trastes para hacer el almuerzo. Ella se tomaba el trabajo y la dedicación para cocinar y eso se siente distinto en la panza”, comenta.
Con Rodríguez, su restaurante Mestizo y el mismo Mesitas del Colegio han estado en constante evolución. Ya no se trata de complacer a críticos de cocina, sino de crear un menú adaptable, generoso y noble con la comunidad. A veces la chef puede sonar como una catedrática hablando del derecho social, pero con su ejemplo ha logrado convertir su restaurante en un proyecto cooperativo, que demuestra que se puede tener un restaurante con todos los estándares de calidad fuera de las principales capitales de Colombia.
“Me pasa muchas veces que como salgo en una nota o ahora en Diners, la gente dice que esa comida es carísima, pero no. Lo más caro que tenemos es de $50.000 pesos y eso hace un equilibrio entre las partes administrativas y salarios justos para los colaboradores, porque sé que se trata de un trabajo en equipo”, comenta Rodríguez.
La fama de Jennifer Rodríguez
Es común que con los reconocimientos nacionales e internacionales -sin importar la industria- transformen un modelo de negocio como el de la cocina, sin embargo, Rodríguez -que obtuvo el premio en la categoría de productores 50 Next 2021, siendo la única colombiana entre 700 candidatos de 34 países, y el Premio Nacional de Cocinas Tradicionales de Colombia- asegura que no hay nada que haga cambiar su identidad basada en los productos locales y las historias familiares.
“Es cierto que esto es un negocio, claro que sí, porque nadie pone un negocio por pasión, excepto yo. Tengo 14 años de pasión en los que han venido gente buscando ser socios, pero quieren invertir para ganar plata y eso no sucede acá en Mestizo, porque este proyecto genera otro tipo de satisfacciones personales, que otros chefs han visto e incluso, han empezado a poner sus restaurantes a las afueras de las grandes ciudades”, comenta Rodríguez.
La chef concluye esta conversación recordando el pasado cuando era una adolescente y se antojaba de todas las preparaciones de la alta cocina. “Soy feliz donde estoy, porque eso que pensé que no podía comer por temas económicos, ahora lo puedo preparar y eso siempre me va a enamorar de este oficio”.
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