Miguel A. Torres, el (res)catador de vinos
Hugo Sabogal
De todos quienes hemos visto el documental The Inconvenient Truth (2006), basado en las advertencias del ex presidente estadounidense Al Gore sobre las consecuencias del calentamiento global para la Tierra y el hombre, pocos seres humanos han hecho algo concreto para tratar de evitar el cataclismo. Uno de ellos es el viñatero español Miguel A. Torres, quien cambió la forma de mirar la vida y la manera de hacer negocios para no partir con el remordimiento de haberse quedado con los brazos cruzados.
Más allá de que sus vinos clásicos y contemporáneos siguen estando en la vanguardia del mercado mundial, cada botella de Torres se elabora en la actualidad con la premisa de reducir los efectos negativos sobre el planeta. Algunos de ellos han generado un preocupante aumento de las temperaturas en zonas históricas para el vino.
Basta decir que muchas personas temen, con Torres a la cabeza, por el destino de las uvas Pinot Noir en la Borgoña, Tempranillo en la Rioja y Parellada en el Penedès, para hablar solo de tres, entre las miles que existen en el mundo. “Si no hacemos algo ahora, todas ellas tendrán los días contados”, dice Torres.
Para él y su equipo el calentamiento global es una verdad de a puño que no puede, ni debe, ignorarse. “Cada día se reduce la posibilidad de cultivar el viñedo en muchas partes de España, Europa y el mundo, y si las temperaturas suben otros dos grados en este siglo, seguramente el mapa de las denominaciones de origen europeas, tal y como lo conocemos hoy, no existirá”.
A lo largo de cinco generaciones, este grupo de bodegas ha manifestado su preocupación por las viñas, la Tierra y el medio ambiente, lo mismo que por la estabilidad de quienes hacen posible la existencia de sus vinos. Pero fue el documental del Al Gore el que puso a Torres, sus hijos y sus colaboradores, a cuestionarse seriamente.
“Me impactó tanto esa película, que una semana después, en el consejo directivo de nuestra empresa, propuse un plan de inversiones en investigación y energías renovables por 10 millones de euros”, cuenta. Y así nació el programa Torres & Earth, que hoy se ha convertido en un ejemplo a escala global.
Todo este esfuerzo ha llevado a Torres a establecer una nueva categoría de vinos eco-sustentables, que tengan en cuenta variables como el uso de energías renovables, eficiencia en en el uso del agua, reducción de emisiones de gas carbónico, adaptación de los viñedos para retrasar la maduración, e incorporación plena de prácticas orgánicas, biodinámicas y ecológicas.
Torres ha ido lejos, transformando a orgánicas 600 hectáreas de viñedos en España, 350 en Chile y 32 en California. En estas extensiones evita el uso de productos sintéticos, reemplazándolos con alternativas biológicas. Y aparte de mantener estos procesos para todas sus etiquetas, Torres ha lanzado colecciones específicas de vinos ecológicos: Habitat y Jean Leon en España, Las Mulas en Chile y la colección Marimar en California.
Pero Torres es consciente que la transformación de sus viñedos a la categoría de orgánicos no es suficiente porque ese paso, por sí mismo, no contribuirá a combatir el cambio climático. “Debemos adoptar prácticas ecológicas que sean sustentables”.
Esto quiere decir menos gasto de energía y más bajas emisiones de gases a la atmósfera. Su compañía ha comenzado a utilizar los desechos para generar energía e impulsar su maquinaria. Además, los vehículos utilizados por la empresa ya son híbridos y el mismo Torres está cambiándose a un automóvil de esas características.
Este liderazgo ha convertido a su grupo de bodegas en un nuevo estandarte dentro de la actividad vitivinícola europea.
Otro compromiso es el rescate y protección de variedades históricas, que ya habían entrado en un proceso de decadencia y extinción. Con anuncios en la prensa, Torres invitó a los viñateros catalanes a reportar la existencia de cepas perdidas y así logró reunir treinta y dos.
Inicialmente las identificaron; luego las sometieron a períodos de cuarentena para fortalecerlas. Posteriormente, las plantaron y, finalmente, las convirtieron en vino. Pero solo cuatro o cinco alcanzaron resultados favorables. Entre ellas figuran Samsó, Garro y Querol. Esta última, por ejemplo, ya forma parte del vino Grans Muralles, que también incluye otras uvas ancestrales españolas, todavía vigentes, como Garnacha, Monastrell y Cariñena. Un punto interesante es que algunas de estas uvas perdidas son resistentes al calor, con lo cual aumenta la posibilidad de enfrentar el calentamiento global.
En Chile, Torres ha encabezado el rescate de la uva País, que en las últimas décadas se había relegado a vinos caseros. Actualmente es la base principal del espumoso Estelado y del tinto Reserva del Pueblo. Esta dedicación no ha sido en vano y la Bodega Torres ha recibido numerosos reconocimientos como los premios Green Company of the Year 2010 y el Amorim Environmental Award 2013.
Pero Torres está seguro de que todo su esfuerzo es poco. “Necesitamos actuar como individuos, colectividades y países. Y si logramos comprometer al consumidor, tal vez demostraremos que el vino puede ser un eslabón para ayudar a cambiar un curso errado”.