Mariana Pajón, el secreto de la deportista colombiana

La bicicrosista colombiana ocupó el segundo lugar en la final del BMX en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Esta es su historia.
 
Mariana Pajón, el secreto de la deportista colombiana
Foto: instagram.com/marianapajon/
POR: 
Juan David Correa

Mariana Pajón se alzó en los Olímpicos de Tokio 2020 con la medalla de plata en la final de BMX. La bicicrosista alcanzó un tiempo de 44.448, siendo superada únicamente por la británica Bethany Shriever, quien se quedó con el oro. Esta es su tercera vez en el podio olímpico luego de ganar la medalla de oro en Río 2016 y Londres 2012.

Acompáñenos a conocer la vida de Mariana Pajón desde sus 20 años, cuando prometió se la mejor atleta femenina del BMX para Colombia.

El ascenso de Mariana Pajón

Si el futuro le pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños, como dice Eleanor Roosevelt, citada por Mariana Pajón en su página de Facebook, también es verdad que el dolor físico se parece a las pesadillas.

El de subir a una bicicleta con fracturas en las manos, con el riñón adolorido, con las costillas rotas. Así se ha montado varias veces Mariana Pajón Londoño a los cientos de bicicletas de su vida desde que nació en Medellín, el 10 de octubre de 1991.

Cientos, porque ella, sentada en un sofá aterciopelado rojo de un hotel en la avenida El Dorado de Bogotá, no recuerda cuántas han sido. “Muchas, muchas, pues siempre se parten, así que hay que cambiarlas”, me dice esta muchacha de un talante paisa evidente: grandes ojos negros, cejas delineadas, tez blanca, lunar discreto arriba de la boca, acento marcado, y cordialidad a toda prueba.

La infancia de nuestra medallista olímpica

Lo que sí recuerda Mariana es su primera bicicleta: era rosada, con calcomanías de Barbie y con ella ganó su primer campeonato a los cuatro años. ¿Qué significa ser campeón a los cuatro años?, me pregunto viéndola mover sus pequeñas manos con las uñas largas que denotan esa feminidad que ella defiende aun cuando haya tenido que competir en Medellín y en Colombia siempre ante los hombres.

Hombres hay tres fundamentales en su vida: Carlos, su padre, automovilista y aficionado al salto en bicicleta, cerebro gestor de una familia que es un equipo de deporte extremo; Miguel, hermano mayor dos años quien también ha corrido autos y ha ganado campeonatos de karts; y Daniel, de quince, que parece seguirle los pasos a su hermana en el oficio del bicicross.

Y claro, una mujer, pues madre no hay sino una, Claudia Londoño, equitadora profesional quien, ante mi pregunta, me contesta: “Desde que era bebé asistía con nosotros a las pistas de BMX, adonde íbamos en familia a acompañar a su hermano Miguel y su papá que eran bicicrosistas; prácticamente todos los días de la semana y los fines de semana había competencias o viajábamos a otras ciudades para participar en campeonatos nacionales”.

¿Campeona a los cuatro años?

Insisto en la pregunta y Mariana me dice que no ha sentido presiones ni siente que su vida sea un sacrificio. Tal vez, como el protagonista del relato El curioso caso de Benjamin Button, de Scott Fitzgerald, Mariana ha vivido asuntos que, para los demás mortales, se afrontan después de la adolescencia:

“No es que haya nacido vieja, sino que debió aprender a ser adulta siendo niña”. A pesar de todo, Mariana sabe hoy, sin decírmelo, cuáles son los sacrificios de todo su trabajo. Claudia, su madre, me confiesa que no es fácil lidiar con “los compromisos que se adquieren con todos sus resultados: premiaciones, entrevistas y lo que viene alrededor. En ocasiones inclusive interfiere en la continuidad de sus entrenamientos; es poco el tiempo que le queda para cosas personales y familiares, y quisiéramos poder rendir bien en todo”.

Pasó su infancia en el barrio El Poblado, cerca de la Clínica Medellín, y aún vive en esos lares. Comenzó la primaria siendo ganadora y jugaba con tierra en las pistas mientras competía. Eso fue en el colegio La Enseñanza, donde estudió parte de la primaria.

En seis años les ganó a muchos niños y se convirtió en una especie de heroína de las pistas en un mundo que, supongo yo, algo de machismo tendrá. Su historia lo corrobora: ha sufrido empujones, pinchadas de llanta y algo parecido al bullying deportivo.

Su salto internacional

A los once partió a Estados Unidos para hacer parte del equipo de Dan’s Competition, una tienda de productos BMX, que la fichó para competir en la Florida. Allá ganó más títulos. Hizo quinto de primaria y sexto de bachillerato, “y hasta pude aprender inglés”, dice, y queda claro que ella le saca el mejor partido a todo.

Cuando le pregunto si no le dio duro irse tan niña, me dice que no. Sus padres se quedaron en Medellín, pero Mariana tenía claro que, para llegar a ser hoy la ciclista más ganadora del país, había que competir en el país donde se inventó el bicicross, a finales de los años sesenta, cuando Scott Breithaupt decidió usar una bicicleta para recorrer las pistas de motocross, y de ahí el nombre: Bicycle Motocross, o BMX.

En los juegos Panamericanos y mucho más

 

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Hoy Mariana tiene 29 años y campeona mundial de su categoría. Hay que se tatuó el símbolo de los Olímpicos antes de participar en Londres, donde sufrió una caída que afectó en ese entonces su participación a los Panamericanos de Guadalajara, además de una costilla rota que aún le fastidia.

Sabe, me lo dice, que perder enseña más que ganar, y que el dolor no ha podido contra sus ganas de competir. Gracias a la empresa que la patrocina, la compañía inglesa de seguridad G4S, como parte de su capítulo de responsabilidad social mariana visitó Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá, donde la empresa dotó al colegio Sabio Caldas con implementos deportivos y computadores, como una manera de devolver al país de la campeona algo de su prestigio. En diciembre fue elegida deportista del año por Acord y Coldeportes y pasó el fin de año con los suyos, que tanto la quieren.

Lo que necesita Mariana Pajón para ganar

 

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Otro de esos “suyos” es Jorge Wilson Jaramillo, su actual técnico, quien la ha visto crecer desde los cinco años. “Mariana es cálida, delicada, competitiva pero temperamental cuando no le gusta una cosa, muy sincera pero a la vez es discreta. No ha sido difícil entrenarla”.

Este hombre, que vio cómo Mariana se “tragó” la pista en Guadalajara en apenas 38 segundos, asegura que sus triunfos se deben “a un sacrificio que debería ser ejemplo para la juventud”. Su mánager, Germán Medina, coincide con Jaramillo, “es muy centrada y segura de sí misma. Es temperamental cuando se necesita, especialmente en competencia, pero muy femenina fuera del deporte. Además, tiene una férrea fuerza de voluntad en todo el amplio sentido de la palabra, que la ha hecho lograr lo que ha conseguido, y sin duda alguna la hará lograr más, no solo deportiva sino personalmente”.

38 segundos para la gloria

 

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A la muchacha breve, enfundada en una camiseta blanca con los logos de su patrocinador, y unos jeans; a la misma que le gustan los perfumes, la pizza de peperoni, las hamburguesas de McDonald’s y los viajes, lo más complejo de su deporte le parece la partida.

“Una mala partida es fatal”. Mariana sabe que en el partidor de las ocho solo debe pensar en salir primero, en estar pendiente de los cuatro pitos, del semáforo y de las voces, para alcanzar la gloria. Treinta y ocho segundos. Eso es todo.

En ese tiempo, como se puede ver en el video de su último triunfo, Mariana sale con ventaja, salta –una de sus palabras favoritas– y por el rabillo del ojo siente o ve cuánto terreno ha ganado en relación con sus competidores. Si las cosas salen bien, sabe que puede bajar el ritmo y que la adrenalina –otra de sus pasiones– irá bajando hasta llegar a la meta.

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julio
29 / 2021