Cuatro plazas de mercado en Medellín que debe visitar

Claudia Arias
Las plazas de mercado en Medellín son una joya para la gastronomía, el turismo y la cultura nacional. Tan solo basta con ver cómo un cocinero extranjero entra a estos magníficos lugares para asombrarse con nuestra riqueza y subir nuestra autoestima nacional.
Mientras los locales nos quedamos con la reducida oferta de frutas y verduras que se encuentra los supermercados, ellos se maravillan con la diversidad, frescura y puesta en escena de las plazas de mercado tradicionales.
En Medellín son cuatro las más conocidas, cada una con sus propios encantos. Diners hizo un recorrido por ellas para ponernos al día con su estado actual.
1. La Placita de Flórez: La más antigua y una de las más queridas de la ciudad

En 2021 cumplió 130 años —fue inaugurada el 25 de enero de 1891—, aunque se le conocía como Mercado de Oriente, al que llegaban los campesinos de Santa Elena y de los municipios de esta región de Antioquia.
Años después pasó a llamarse Plaza de Buenos Aires —por el barrio en el cual se ubica— y desde 1953 se le dio el nombre de Plaza de Flórez, homenaje al señor Rafael Flórez, quien donó los terrenos en los que se ubica.
Es un lugar histórico y entrañable para los habitantes de Medellín. Fue la primera plaza cubierta que se construyó en Colombia y su importancia actual se da tanto por ser un completo y activo centro de comercio que beneficia a más de 40 barrios del centro oriente, pero también por su atractivo turístico, que en años recientes ha crecido aún más con la puesta en servicio del Tranvía de Ayacucho.
A la Placita de Flórez vale la pena ir a surtirse de frutas, verduras, lácteos, flores, arepas o artesanías, pero también para pasear por ella y disfrutar de su ambiente en un entorno que se mueve entre lo tradicional y lo contemporáneo, siendo testigo del paso del tiempo en la ciudad.
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¿Cómo llegar?

Si va en carro particular encontrará parqueaderos cercanos, pero vale la pena hacer el viaje en el Tranvía de Ayacucho hasta la estación Bicentenario, que lo deja a una cuadra del lugar.
Hay negocios para todos los gustos y una gran muestra de arte callejero —murales— y un movimiento de gente constante, que recuerda que la riqueza de los barrios de la ciudad está en su gente, en su diversidad, en la vida que le imprime cada persona cuando cierra la puerta de su casa y se permite disfrutar de la calle.
2. Plaza de mercado La América

Abrió en 1969 y es, junto con la Placita de Flórez, la plaza de barrio por excelencia, que sirve en este caso a uno de los sectores de vivienda más tradicionales del occidente de Medellín.
Está cerca de Laureles, del estadio, de San Joaquín, de La América, en una zona de mucha actividad y tradición, a la que llegan los vecinos caminando con su carrito o canasta y también visitantes de otras zonas de la ciudad.
El ingreso a la plaza por el callejón de las artesanías evoca tradiciones y costumbres de antaño. Allí se circula entre canastos de mimbre y zuncho, alcancías en forma de marrano y materas de cerámica, mecedoras esterilladas, cajas y cajitas de madera, cucharas y otros utensilios de palo para la cocina, alpargatas y más.
Un paso al pasado

Entrar a este lugar es devolverse en el tiempo y volver a sentir la atención personalizada que escasea en otros espacios comerciales.
En su interior están los comestibles, frutas, verduras, carnes, arepas y más, así como puestos de yerbas y plantas medicinales.
En el local de La Zarca Odila, quien lleva desde sus inicios en la plaza, encontramos a su hijo Elkin Cardona: “Aquí hay plantas para adelgazar, como el quiebra barriga, se pone la mitad de la bolsita a hervir en un litro de agua y se toma dos veces al día; también está el chaparro, que lo llevan para controlar el azúcar y la acacia hindú para el estreñimiento, junto con el sen y el boldo. La mayoría de las yerbas que vendemos vienen de los pueblos y corregimientos cercanos San Pedro, Río Sucio, San Cristóbal, Santa Elena…”.
La Zarca tiene 65 años y ya no atiende tanto el puesto, pues también lee las cartas y el cigarrillo, pero ahora Elkin y su hija mantienen la tradición familiar.
Para Navidad
Ahora que viene Navidad, la Plaza de la América está llena de objetos para armar anchetas y de productos distintos para surtirlas, de paso se pueden escoger unas buenas arepas y hasta llevar el trapero.
Los fines de semana puede, además, acercarse a los “Tamales de Yaqui” a comerse uno tolimense, hecho con güila (masa de maíz y arroz), relleno con huevo, arveja amarilla, pollo y cerdo; el antioqueño, con masa de puro maíz, relleno de verduras, cerdo y dos trocitos de chicharrón; o si prefiere una porción de lechona.
3. Central Mayorista de Antioquia

Más que una plaza es una pequeña ciudad con notaría, peluquerías, papelerías, bancos, capilla, almacenes de ropa y calzado, y claro, venta de comestibles.
En suma, no es una placita de mercado para recorrer a pie, sino un espacio de 288 mil metros cuadrados en los que la diversidad resulta el mejor bocado: diversidad de alimentos, de gentes, de comercios, donde trabajan cerca de 15 mil personas, unos 1.500 comerciantes distribuidos en 30 bloques, ofreciendo 9 mil toneladas de alimentos diariamente.

Como su nombre lo indica, es el lugar de los mayoristas, pero entre ellos, entreverados en sus distintos bloques, se encuentran minoristas que ofrecen frutas y verduras frescas y de calidad, carnes, pollos y pescados de río y también productos de mar.
Los productos más frescos
Si va en plante hacer mercado puede consultar su directorio comercial para buscar esos lugares en que puede conseguir la cantidad justa para una familia y de paso ubicar los locales que venden los demás productos frescos.
Por último, puede pasarse por alguno de los supermercados para las compras de los no perecederos, considerando la distancia entre unos locales y otros y el peso de sus compras para planear su ruta.
En carro podrá moverlo de un bloque a otro, pero tenga en cuenta que hay horas de mucho tráfico interno con camiones y tractomulas en proceso de cargue y descargue. Si va en transporte público puede hacer sus compras, pedir que se las guarden en cada local y al final conseguir su vehículo para pasar a recogerlas.
Caminatas gastronómicas
Las distancias son grandes, pero es en esas caminatas que se descubren tesoros escondidos como los sitios especializados en repostería o panadería. Allí venden insumos para piñatas o los de frutas secas y productos deshidratados, entre otros.

Para comer, las alternativas son variadas, desde carritos de perros y locales de arepas con todo, pasando por desayunos generosos y llegando a menús peruanos. Para la muestra está el Bistró El Mordisko, del cocinero Rafael de La Gala. También el tradicional Camarón y pez, con sus ceviches, pescados fritos, cazuelas y otras preparaciones de mar.
Vaya con tiempo y dispuesto a descubrir y disfrutar. No es un lugar para comprar de carrera, es un resumen de la Colombia diversa y desconocida, un lugar para descubrir sin prisa, justo por lo cual está abierto de lunes a domingo de 2.00 a.m. a 10.00 p.m.
4. Plaza Minorista José María Villa
Un juego de niños entre los pasillos de esta plaza sería encontrar la zanahoria más extraña, o la más grande, o la menos uniforme. Uno imaginaría que alguna podría salir andando, como en una caricatura.
Y es que frente a la homogeneidad de los alimentos que resultan de los monocultivos. En la minorista es evidente la llegada de productos cultivados de forma tradicional, sin tanta intervención del ser humano.
Dividida en planta alta y planta baja, y aunque incomparablemente más pequeña que la Central Mayorista, descubrir la minorista también requiere su tiempo.

Las frutas y verduras están repartidas en ambas plantas, aunque se concentran más en la alta, con puestos variados o especializados en papas, aguacates, yerbas.
Al granel
También hay granos, abarrotes y salsamentarias, así como las oficinas de administración. En la planta baja quedan algunos puestos de frutas y verduras. Y están además las carnicerías, venta de pollos y pescados, lácteos, huevos, panadería. Hasta una zona de bananos.
Allí encontramos a Ricardo Giraldo atendiendo un puesto de frutas y vegetales de la región Caribe de Colombia: “Tengo ahuyama costeña, batata, piñuela, corozo y níspero costeño. Ñame, guayaba agria y además lulo chocoano. La ahuyama costeña cuesta a tres pesos (tres mil pesos) el kilo. Es seca por dentro y sirve para hacer sopas, es mejor que la otra”, asegura.
En la parte exterior de la plaza está la sección de animales vivos, no exenta de polémica al encontrarse pájaros, gallinas, perros y gatos enjaulados para la venta.
También está la quincallería, con toda suerte de elementos reciclados como herramientas, partes de carros, objetos de cobre, latón, hojalata, restos de aparatos eléctricos y electrónicos. Una zona muy visitada por quienes hacen reparaciones. También por artistas y diseñadores que encuentran en estos desechos material de trabajo y fuente de inspiración.
¿Cómo llegar?
A la minorista se puede llegar en carro particular con parqueadero vigilado en la línea 1 del Metroplus, estación Minorista o en taxi. Ahí hay un acopio con carros siempre disponibles a la salida.
La plaza está abierta de lunes a sábado desde las 4:30 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde. Los domingos de 4.00 a.m. a 3.00 p.m.
Por frescura y disponibilidad de productos y por disfrutar de las horas de mayor actividad. Uno de los encantos de visitarla, es mejor ir temprano y quizás quedarse para almorzar en Aquí paró Lucho, uno de los restaurantes más apetecidos del lugar. Fundado por Luis Fernando Díaz, quien estuvo al frente del mismo hasta su muerte en 2012.
Hoy el restaurante se encuentra en manos de su hermana, Fabiola.
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