El arte vuelve a ser objeto del deseo
Cristina Lucía Valdés Lezaca
En mayo pasado los ingresos de la casa Christie’s en Nueva York establecieron un nuevo récord mundial con 648,4 millones de dólares percibidos por la subasta de los objetos y obras de arte que pertenecieron a David y Peggy Rockefeller, considerada la colección privada más cara e importante de la historia.
Entre muchas de las joyas de la colección de pinturas sobresalió la obra Chica joven con una cesta de flores, de Pablo Picasso, que se vendió por 115 millones de dólares, con lo que se convirtió en una de las diez pinturas subastadas más caras del mundo. Nenúfares en flor, de Claude Monet, de la misma colección, se subastó en 84,7 millones de dólares, otro nuevo récord para el artista impresionista, y Odalisca tumbada entre magnolias, de Henri Matisse, alcanzó 80,8 millones de dólares, también un pico para el maestro francés.
Sin embargo, el gran hito en esta industria, así como el mayor récord de subasta, también para Christie’s, fue la venta de Salvator Mundi, de Leonardo da Vinci, que alcanzó un precio de remate de 450 millones de dólares.
Y aunque fue una venta controvertida, ya que muchos expertos dudan de la autenticidad de la obra, esto no disuadió a un jeque árabe de pagar la astronómica cifra, rompiendo la marca previa que ostentaba desde 2015 el cuadro de Pablo Picasso, Las mujeres de Argel.
En 2017 se subastaron públicamente un total de 502.900 obras de arte en el mundo, cuyas ventas globales ascendieron a 14.900 millones de dólares, lo que significó un aumento del 20 % en comparación con 2016. Este es un indicador de la franca recuperación que viene mostrando el mercado del arte.
De acuerdo con el reporte The Art Market 2018, presentado por Art Basel & UBS -estudio que examina las principales tendencias en el comercio mundial de arte–, este mercado se recuperó en 2017 tras dos años de caída, con ventas por 63.700 millones de dólares que representaron un aumento de 12 %.
Las ventas de dealers, entre los que se cuentan las galerías, se llevaron una buena porción del valor del mercado (53 %), mientras que las subastas se tomaron 47 % de la torta. Los principales mercados siguen siendo Estados Unidos y China, que desbancó al Reino Unido a un tercer lugar, y que (entre los tres) dan cuenta del 83 % de las ventas de arte globales.
La directora de la firma consultora Arts Economics, Clare McAndrew, encargada del reporte, indica que el panorama de este sector ha mejorado sustancialmente, y que a pesar de la volatilidad política se viene presentando un importante crecimiento económico en muchas regiones, así como un aumento de la riqueza –especialmente entre los más acaudalados– y mayor confianza del consumidor. Todos estos factores han beneficiado al mercado del arte con ventas considerables y precios que nunca se habían visto.
McAndrew asegura que aunque los países de la región Asia Pacífico representan el 23 % de las ventas mundiales de arte, resulta prematuro decir que destronarán al mercado de Estados Unidos, que lleva la delantera.
Sostiene que aunque en este momento hay más riqueza y ultramillonarios en esa región que en Norteamérica, tener un mercado consolidado del arte va más allá del dinero y demanda infraestructura cultural, conocimiento, instituciones idóneas y un favorable ambiente regulatorio para compradores y vendedores, algo que todavía están construyendo los países asiáticos.
GOCE ESTÉTICO E INVERSIÓN
Otra gran noticia fue la de que el año pasado volvió el apetito por la compra de obras de arte al mercado de lujo, que destronó a los carros clásicos y a los vinos y encabezó el Knight Frank Luxury Investment Index (KFLII) 2017, que mide la inversión en compras de gama alta.
Sebastian Duthy, director de la firma investigadora de mercado con base en Londres, Art Market, indica que “después de que un mercado deprimido en 2016 causara preocupación general, los consignadores de arte se vieron alentados de nuevo por los subastadores”. Añade que factores como la apertura de una nueva franquicia del museo del Louvre en Abu Dabi puso mayor presión en la demanda y dinamizó el mercado.
Duthy establece que la reciente volatilidad en el mercado ha estado generada por los precios del arte de posguerra y contemporáneo. “En la medida en que los precios por lo mejor del arte de los siglos XIX y XX continúe encabezando los titulares, la esperanza de la industria radica en que la venta de obras como la de Da Vinci atraigan a una audiencia más amplia que se interese por el arte de los llamados Viejos Maestros”, puntualiza.
De acuerdo con información de The Knight Frank Wealth Report 2018, publicación que anualmente monitorea las tendencias de consumo de los llamados ultramillonarios, high net worth individuals (HNWI), aquellos con activos netos que superan los 30 millones de dólares, excluyendo su residencia base, la principal razón por la que estas personas adquieren artículos de lujo como obras de arte es el gozo estético que les producen, la valoración del capital que obtienen, la diversificación de su portafolio y, obviamente, el estatus que les brinda tener colgadas en sus paredes codiciadas piezas de arte.
El reporte también indica que en este momento son los millonarios procedentes de la región austral de Asia (China, Corea del Sur e India) los que están más tentados a realizar inversiones en arte, seguidos por los norteamericanos y europeos.
Aunque es difícil precisar el número de HNWI coleccionistas de arte, el estudio de Art Basel & UBS indica que la mayoría de los billonarios posee arte y que muchos de ellos son coleccionistas significativos y regulares. Los estimativos muestran que un promedio del 0,5 % de la riqueza de los billonarios está invertida en obras de arte, cifra que se extiende a 10 %, o más, para algunos de los coleccionistas más importantes del planeta.
La publicación ARTnews divulga desde 1990 el listado de los 200 coleccionistas de arte más importantes a escala mundial y muestra que mientras en 1995 un total de 28 billonarios (14 %) formaban parte de este exclusivo club, en 2017 esta cifra pasó a 90. Otro dato interesante es que 57 % de los coleccionistas son mujeres, lo que significa un crecimiento de 30 % en la representación femenina desde 1990.
Estados Unidos sigue siendo la sede principal de los coleccionistas, con 101 individuos en el top, aunque su participación ha caído 8 % en la última década, debido principalmente al creciente número de coleccionistas que proceden de China y otros países asiáticos, que han más que duplicado su participación en el top de los 200 (hoy son veinte en el listado).
A diferencia del aumento de los asiáticos, los coleccionistas latinoamericanos han registrado una disminución en los últimos diez años, y representaron el 5 % del listado en 2017. Solo diez provienen de esta región, siendo Brasil el país con mayor participación, con cuatro coleccionistas en el top.
LAS TENDENCIAS EN EL NEGOCIO
En la actualidad el mercado del arte continúa evolucionando. “Nos encontramos en medio de una significativa transformación que ha creado nuevas oportunidades de negocio”, indica el consultor Adriano Picinati di Torcello, quien está a cargo de la línea de servicios financieros y de arte en Deloitte Luxemburgo y coordina el desarrollo de las actividades de Art & Finance de este grupo a escala mundial.
El experto se refiere a los nuevos canales de venta que existen hoy, especialmente con el mayor uso de la comercialización en línea, que está dinamizando las compras de los multimillonarios que adquieren obras de arte.
También se expanden los servicios financieros que giran en torno a esta industria, prestados por casas de subastas, bancos y firmas consultoras y que se comercializan entre clientes que son coleccionistas o artistas. Estos servicios comprenden desde consultoría fiscal y legal, planificación a largo plazo para la herencia y gestión del patrimonio, así como los préstamos que tienen como garantía las obras de arte.
Este último es un jugoso negocio que incluye la financiación con préstamos garantizados por obras y que solo en Estados Unidos movió entre 17 billones y 20 billones de dólares el año pasado, de acuerdo con Deloitte.
La firma consultora Fine Art Wealth Management establece que las siguientes son las principales tendencias en cuanto a los negocios relacionados con la inversión en arte a mediano plazo:
•La inversión en arte será un resultado lógico del crecimiento de los nuevos millonarios y multimillonarios en 2018 y los próximos años. De acuerdo con un reporte de US Trust, uno de cada cinco millonarios es coleccionista de arte y esta es una tendencia que se traspasa a la siguiente generación.
•Los multimillonarios estarán más inclinados a considerar el arte como una forma de consolidar su patrimonio, ya que se trata de una de las inversiones más populares y que se estiman seguras.
•La mayoría de los coleccionistas heredarán su arte a los miembros de la familia. Un reporte de Deloitte y ArtTactic estima en 1,6 trillones de dólares la cifra de obras de arte y piezas de colección que estaban en manos de los multimillonarios en 2016, y este monto pasará a 2,7 trillones para 2026.
•Este año, muchos profesionales del mercado del arte colaborarán con las empresas del sector financiero que utilizan las nuevas tecnologías, a fin de crear productos innovadores de negocio para permanecer competitivos en la mira de los millonarios coleccionistas jóvenes, que están más proclives a interactuar con la tecnología.
•Estos millennials estarán más abiertos a usar sus colecciones como una garantía colateral para apalancarse financieramente. Los préstamos de arte se consolidarán como una forma efectiva de que los coleccionistas accedan a financiación sin tener que vender sus obras.
•El arte seguirá teniendo un rol fundamental en las estrategias de donaciones de los multimillonarios. Las fundaciones de arte y museos privados que abrirán los millonarios aumentarán significativamente a nivel global.
EL COMPRADOR DE ARTE DE LUJO EN COLOMBIA
De acuerdo con el crítico de arte Halim Badawi, en Colombia hay tres tipos de compradores de arte: el conocedor, el revendedor y el decorador, que pueden entrecruzarse o separarse del todo. “El conocedor no sigue las modas y puede que no le interesen ciertas ferias; es el intelectual del coleccionismo, quiere construir un discurso histórico o curatorial que le permita llenar vacíos o lagunas en su colección y en la historia del arte.
Al revendedor le interesan los márgenes de ganancia, las gangas y la posibilidad de vender eventualmente determinada pieza. Le gusta pisar sobre seguro y por eso frecuentemente prefiere el arte moderno.
Por su parte, el coleccionista-decorador es aquel que compra porque tal obra le funciona en su apartamento nuevo, porque juega con los colores o con sus ideas de “lo bello”, y porque se deja llevar por “el gusto”.