Crónicas desde Rusia: Los hinchas sudamericanos somos más

Adolfo Zableh
No nos ha ido mal a los sudamericanos en este mundial, y no hablo solo de fútbol, donde cuatro de los cinco equipos de la región se metieron a segunda fase (solo faltó Perú). Desde antes de empezar el mundial se han visto en la calle y en los estadios a más hinchas latinos que de cualquier otro lugar del planeta.
Así, en el Argentina-Islandia, los sudamericanos fueron locales con una mayor presencia de hinchas gauchos, cuadro que se repitió en los juegos de las cuatro selecciones restantes. Y si es para meter en el mismo saco, hay que hablar de México. No serán sudamericanos, pero geográficamente están cerca y además se parecen mucho a nosotros. México siempre es mayoría, no importa el lugar del mundo donde se juegue la copa ni cómo esté jugando el equipo. Sus hinchas se ven en el metro, en los restaurantes, en los estadios, por supuesto, siempre entusiasmados y ruidosos, tan parecidos a los colombianos debatiéndose en esa delgada línea que separa los festejos de los desmanes.
Y tiene una explicación esto de que los latinos asistamos en masa a apoyar a nuestros equipos y que seamos más que los europeos, que tienen a Rusia a la vuelta de la esquina: no tenemos mucho más de dónde agarrarnos. El fútbol es una pasión universal, pero los países desarrollados tienen mejor nivel de vida en todos los aspectos; así, aunque el fútbol es importante, existen otros deportes, cultura, viajes por hacer que hace que el estado de ánimo no solo dependa de un balón rodando.
Para ponerlo en términos prácticos, en Europa se puede ser motociclista, basquetbolista, atleta o practicar cualquier otro deporte y vivir bien porque cualquier actividad física arrastra gente y mueve dinero. En América Latina, en cambio, la pobreza, la corrupción, la desigualdad, la falta de educación y de oportunidades y la poca diversidad hace que nos volquemos con furia hacia el fútbol.
Yo no vi a los hinchas holandeses arrancarse la ropa cuando perdieron la final del 2010 frente a España, pero sí me tocó ver escenas melodramáticas en Belo Horizonte cuando Alemania le metió siete a Brasil hace cuatro años. Lo dicho, nos aferramos al fútbol porque no tenemos muchas más fuentes de satisfacción.
Pero me he ido lejos. El objetivo de esta nota es contar que está en Moscú un sitio llamado La casa de la Conmebol, lugar abierto por el ente que maneja el fútbol en Sudamérica para promocionar el mundial de 2030. Ya sabemos que dentro de cuatro años será el turno de Qatar, y que dentro de ocho lo organizarán Estados Unidos, Canadá y México. El objetivo entonces es tener un lugar donde todos los hinchas del fútbol puedan conocer lo que propone Sudamérica para dentro de doce años. El lugar está abierto para todo aquel que quiera ir a conocerlo.
Se trata de una casa de tres pisos adecuada frente a la Catedral de Cristo Salvador, uno de los lugares más visitados de Moscú. Es decir, por ubicación entramos ganando. De entrada, guías rusas que hablan español, y adentro, personal sudamericano que te mata en atenciones.
Hay para comer y beber, te regalan crispetas, hay sala de prensa amplia y cómoda y red de internet para todo aquel que vaya a visitar. El sitio central de la casa simula una cancha de fútbol con sillas, mesas y una pantalla gigante donde se pueden ver en vivo los partidos del mundial.
También están exhibidos los tres grandes trofeos del continente (Copa América, Copa Libertadores y Copa Sudamericana) y por todo el lugar hay pantallas con audífonos donde se puede hacer un recorrido por la historia del fútbol del continente.
Hay actividades con cierta regularidad y hasta la fecha ha habido conversatorios con personajes como Javier Zanetti, Diego Forlán, los colombianos Faryd Mondragón, Francisco Maturana y Reinaldo Rueda, actual entrenador de Chile. La Conmebol ha puesto todo de su parte e incluso tuvo a Gianni Infantino, presidente de la FIFA, en la inauguración hace un par de semanas.
Es casi un objetivo regional que la Copa se juegue en 2030 en Sudamérica en tres países: Uruguay, Argentina y Paraguay, y la gran excusa es conmemorar el centenario del primer mundial, celebrado en Uruguay y ganado por el equipo local en 1930.
Si está en Moscú y quiere ir, no tengo la dirección, pero no tiene pierde. Pregunte o averigüe en internet, que para eso existen los teléfonos inteligentes, por la Catedral de Cristo Salvador, un edificio gigante e imponente que se divisa desde lejos (el metro lo deja al lado). Al frente de ella va a ver una casa de fachada amarilla con toldos azules oscuros que dicen Conmebol y un camino con todas las banderas de Sudamérica. Esa es.
Y si le quedan tiempo, energías y datos en el celular, busque la historia de la iglesia, que bien apasionante que es, y péguese una pasada, que queda al cruzar la calle. Mandada a ser dinamitada por Stalin en tiempos del comunismo y en riesgo de desaparecer para dejarle su lugar al Palacio de los Soviets (el edificio que nunca se hizo pero que estaba destinado a ser la construcción más monumental del régimen soviético), se salvó de desaparecer y fue reconstruida en 1994 hasta quedar como se conoce hoy.
Aunque estamos en mundial, no todo es fútbol. Rezar no sobra, y si es para que el equipo de su preferencia gane, mejor aún.