Perdimos la paciencia: ¿cómo recuperarla y por qué hacerlo?

Esperar con calma puede ser algo muy difícil para algunas personas. ¿Nos hemos acostumbrado a ser impacientes por defecto? Varios expertos le cuentan a Diners su visión.
 
Perdimos la paciencia: ¿cómo recuperarla y por qué hacerlo?
Foto: Las personas impacientes presentan mayor riesgo de sufrir de hipertensión. / Foto. Freepik
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Andrea Vega

¿Le molesta que la gente camine despacio? ¿Se pone de pie apenas se apaga la luz del cinturón para bajarse del avión? ¿Reproduce las notas de audio en WhatsApp al doble de velocidad para evitar las pausas de su interlocutor? ¿Les pita a los carros del frente en cuanto el semáforo cambia a amarillo?

Si respondió afirmativamente a cualquiera de esas preguntas usted podría ser una persona impaciente y tal vez ni siquiera termine de leer este artículo. Pero tranquilo: no es usted, es el mundo. El ritmo de la vida moderna parece traer consigo un sentido de urgencia impregnado en lo cotidiano y en lo trascendental. Ya sea en la respuesta que esperamos a un mensaje, en el tiempo en el que queremos que nos llegue una compra, en el uso de aplicaciones de citas –que nos ahorra todos los pasos tradicionales del cortejo– y hasta el tiempo en el que queremos aprender un idioma. Todo lo queremos ya, de inmediato, porque para ayer es tarde.

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“Cuando uno lanza una mirada histórica se da cuenta de que somos víctimas de una impaciencia creciente, que se traduce en infelicidad, en malestar. Otras culturas han tenido que atravesar circunstancias muy distintas a las nuestras y han podido cultivar y mostrar las virtudes de la paciencia”, asegura el filósofo Fernando Galindo.

Según el experto, a comienzos del siglo XIX las locomotoras y los barcos hicieron que el correo llegara más rápido y se empezaran a recortar las distancias, lo cual trajo consigo el problema de las expectativas. Posteriormente, en los sesenta y setenta, la robótica también acortaría el camino, y hoy, la cuarta revolución industrial, con su desarrollo de internet, nos ha dado una velocidad que produce vértigo.

“Mi expectativa no es que la carta se demore seis meses sino una semana y esto se redujo con el paso de los años. Ahora mi anhelo es que llegue lo antes posible, que llegue de manera inmediata”, agrega.

¿Qué es ser paciente?

Cultivar la paciencia puede mejorar su salud mental y física/ Foto Cookie Studio/FreePik

Según Fabiola Lozano, psicóloga y directora de la Asociación Colombiana contra la Depresión y el Pánico –Asodep–, la paciencia es la capacidad que tienen las personas para esperar algo con calma. “Los impacientes pueden esperar, pero lo hacen alterados, con frustración o ira”, asegura.

Y es que, si nos remontamos al origen mismo de la palabra, paciencia viene del latín pati, que significa sufrir. De hecho, la palabra patiens se introdujo al castellano como ‘paciente’ (en los centros de salud) o ‘el que sufre’.

Según Lozano, la persona impaciente tiende a irritarse, a responder de manera inadecuada y eso afecta su relación con los otros y también su propio bienestar. Los impacientes pueden experimentar con mayor frecuencia emociones negativas como la rabia, el enojo o la frustración y son más vulnerables a sufrir de ansiedad o depresión.

“Si espero en una fila y estoy pensando por qué la gente es tan lenta, por qué no me atienden, por qué la fila no corre, por qué es tan larga… mi mente está centrada en la desesperación de no poder obtener el resultado que yo quiero, que es, en ese caso, llegar a la ventanilla. Uno está tan enfocado en eso que lo demás se pierde de vista”, señala.

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La impaciencia genera estrés y el estrés mantenido, asegura la profesional, se relaciona con la adquisición de hábitos poco saludables como el consumo de alcohol, cigarrillo u otras sustancias que “ayudan” a calmarse.

¿Por qué somos así?

Los profesionales coinciden en que el desarrollo de la tecnología ha sido un factor determinante para el desarrollo de la cultura de la impaciencia. “Hay un elemento biológico, pero hay otro que es una construcción, la cual se da en parte porque el desarrollo de la tecnología ha tendido a abreviar los pasos y a reducir las distancias”, asegura Galindo.

Internet y las redes sociales nos han acostumbrado a tener todo ya: cualquier información, cualquier producto, canción, película, serie o diagnóstico médico… todo ya, solo a un clic de distancia. 

“Ese hábito va en contravía de escenarios donde la persona sí o sí tiene que esperar: por ejemplo, para aprender un idioma, curarse de una herida o desarrollar un proceso de lecturas diferentes –señala Galindo–. La naturaleza no funciona así. Hay un choque de trenes entre la velocidad que como civilización ponemos a la naturaleza y la velocidad que la naturaleza nos impone”.

Para la psicóloga Lozano, la impaciencia es un rasgo de la personalidad que también se forma en el hogar. “Cuando el niño hace una pataleta, el padre le pone la tableta y se calma. Apenas llora por algo, ya tiene la solución. Creo que los papás respondemos cada vez de manera más inmediata a lo que los hijos quieren”, agrega.

De hecho, la educadora emocional española Cristina Gutiérrez Lestón expone en su libro Crecer con valentía el concepto de la Generación “Yo- Yo, Ya- Ya”, que se refiere a aquellos niños y jóvenes que manifiestan un comportamiento egoísta e impaciente, que no soportan esperar y tienen baja tolerancia a la frustración.

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Para Fernando Galindo, el crecimiento de la impaciencia también se deriva de la que denomina “cultura del cliente”, que necesita todo de la mejor forma e inmediatamente. “Esta cultura nos ha acostumbrado a una inmediatez que no vamos a encontrar razonable en otros espacios. Que en el servicio de comida para autos me den la hamburguesa rápido puede ser algo extraordinario, pero eso crea un hábito de una expectativa de que todo debe cumplirse lo antes posible”, señala.

Sociedad impaciente 

Más allá del impacto en las situaciones cotidianas, la impaciencia también tiene un efecto en asuntos más trascendentales de la sociedad. El premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman, publicó un libro llamado Pensar rápido, pensar despacio, en el que habla de dos vías de pensamiento: el sistema rápido, que es precipitado y atrevido, y el sistema lento, que demanda un análisis cuidadoso para extraer conclusiones de un determinado escenario.

Galindo señala que con la impaciencia las personas funcionan en el sistema rápido y son presas de los sesgos: unas inclinaciones innatas en el entendimiento que buscan algún tipo de error, como el catastrofismo ante una pandemia o un posible escenario político.

“Kahneman muestra que ese sistema rápido incurre en sesgos, no piensa bien y es más fácil de manipular. Alguien le puede vender a uno un curso de inglés diciéndole que va a aprender en dos meses. Ahí está manipulando el afán de la persona sobre el plano de base de la urgencia. Los manipuladores saben esto a la perfección y las personas caen”, señala el filósofo.

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La sobresaturación de información y de estímulos en las redes sociales hacen que la persona no tenga un pulso equilibrado a la hora de juzgar. El estadounidense Nicholas Carr, autor del libro ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?, y el escritor italiano Bruno Patino, escritor de La civilización de la memoria del pez, han investigado ampliamente este tema.

Para Galindo, esta impaciencia de la sociedad trae tres riesgos principales: “Vamos a pensar de forma desacertada, las enfermedades mentales irán en aumento y la intolerancia y la polarización se dispararán”.

“La tolerancia necesita un elemento de paciencia, la intolerancia se alimenta de la precipitud. Necesito escuchar lo que el otro dice y evaluarlo”, agrega.

Un poco de paciencia en su vida

Además de los efectos para su salud mental, la impaciencia también puede alterar su salud física. Según la Asociación Médica Estadounidense, las personas impacientes presentan mayor riesgo de sufrir de hipertensión y otros estudios la relacionan hasta con la obesidad y el envejecimiento. Cultivar la paciencia no es fácil, pero vale la pena intentarlo. 

Según la Universidad de California, cultivarla puede traer grandes beneficios para su vida. Además de disfrutar una mejor salud física y mental, lo puede hacer mejor amigo y vecino y hasta le ayudará a alcanzar sus objetivos a largo plazo.

Recomendaciones para incrementar su paciencia diaria

Según la psicóloga Fabiola Lozano, puede practicar estas sencillas sugerencias:

1. Dese cuenta que el ser impaciente no está funcionando para usted.

2. Mantenga la respiración: póngase la mano en el diafragma, cuente hasta cinco para mantener el aire y suéltelo en otros cinco. Respirar adecuadamente ayudará a que los pensamientos que le generan estrés se desvanezcan.

3. Mientras espera, escuche música que le guste o lea algo que le llame la atención.

4. Distraiga la mente de lo que le está causando el malestar: vea fotos en su celular que le hagan recordar momentos agradables o mire videos de su interés.

5. Practique la gratitud. Recuerde qué cosas buenas han sucedido en su día. 

6. Evalúe el verdadero impacto de la situación: ¿qué diferencia hay si le entregan los medicamentos ya o en media hora? ¿Vale la pena molestarse por el hecho de que sus hijos quieran estar otros cinco minutos en el parque?

7. Evalúe el impacto del resultado: puede estar en la fila leyendo o estar con furia, pelear o renegar. ¿Cuál de estos dos escenarios es más saludable para usted?

8. Si siente que la impaciencia lo sobrepasa, que supera sus recursos para enfrentar alguna situación, recuerde que siempre puede buscar ayuda profesional.

         

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febrero
6 / 2023